Un estudio del Banco Mundial establece que gracias a la combinación de crecimiento económico y políticas sociales adecuadas, más de 70 millones de personas salieron de la pobreza. Sin embargo, los índígenas siguen siendo el 14% de los pobres y el 17% de los extremadamente pobres en A. Latina.
Un estudio del Banco Mundial establece que los indígenas de América Latina sí se beneficiaron de la bonanza económica que recién vivió la región, sin embargo, en mucho menor medida que los considerados no indígenas.
El estudio "Latinoamérica indígena en el siglo XXI" señala que gracias a la combinación de crecimiento económico y políticas sociales adecuadas, más de 70 millones de personas salieron de la pobreza. La pobreza de los hogares indígenas disminuyó en países como Perú, Bolivia, Brasil, Chile y Ecuador, mientras que en otros, incluidos Ecuador, México y Nicaragua, se cerró la brecha educativa que durante décadas excluyó a los niños indígenas.
No obstante, si bien los pueblos indígenas conforman el 8% de la población de la región, representan aproximadamente el 14% de los pobres y el 17% de los extremadamente pobres en América Latina.
La pobreza afecta al 43% de los hogares indígenas de la región -más del doble de la proporción de no indígenas- y el 24% de todos los hogares indígenas vive en condiciones de pobreza extrema, es decir 2,7 veces más frecuentemente que la proporción de hogares no indígenas.
Asimismo, aún enfrentan rezagos en el acceso a servicios básicos y en la adopción de nuevas tecnologías, un aspecto clave en sociedades cada vez más globalizadas.
Es que contrario a la creencia popular, casi la mitad de la población indígena de América Latina vive en zonas urbanas. Pero incluso en las ciudades, suelen vivir en condiciones menos seguras, menos higiénicas y más propensas a los desastres naturales que las de los residentes urbanos no indígenas.
Para reducir estas vulnerabilidades de manera más exitosa, el informe sugiere considerar los problemas de los indígenas a través de un lente diferente que tome en cuenta sus voces, culturas e identidades.
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¿Por qué la población indígena tiene mayor probabilidad de ser pobre? Según el informe, el hecho de nacer de padres indígenas aumenta marcadamente la probabilidad de crecer en un hogar pobre, lo que impide el pleno desarrollo de los niños indígenas y los ancla a la pobreza. En Ecuador, por ejemplo, la probabilidad de que un hogar sea pobre aumenta 13% si el jefe de familia pertenece a un grupo indígena, independientemente de su nivel de educación, género, lugar de residencia (urbana/rural) o el número de personas a su cargo.
En Bolivia y México, la probabilidad aumenta en 11% y 9% respectivamente. De igual modo, a pesar de la ampliación general en el acceso a los servicios básicos, el acceso de los pueblos indígenas a servicios de saneamiento y electricidad es 18% y 15% menor, respectivamente, que el de otros latinoamericanos.
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En términos más generales, la creciente desigualdad económica entre indígenas y no indígenas de América Latina está asociada a una desventajosa inclusión al mercado. En las ciudades, los indígenas acceden principalmente a empleos precarios y mal remunerados.
En países con grandes poblaciones indígenas, como Perú, Ecuador, Bolivia y México, el porcentaje de indígenas que tiene un empleo calificado y estable es entre dos y tres veces menor que el porcentaje de no indígenas. Asimismo, en muchos países la probabilidad de trabajar en el sector informal ha aumentado o se ha estancado durante toda la “década dorada” para los trabajadores indígenas.
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En Ecuador y Guatemala, la probabilidad de trabajar en el sector informal aumenta 12% y 8%, respectivamente, si la persona pertenece a un grupo indígena, independientemente
de su nivel de educación, su género, el número de personas a su cargo o su lugar de residencia. Por esto, la probabilidad de que los trabajadores indígenas reciban beneficios tales como seguridad social, seguro de salud, jubilación y otras prestaciones obligatorias es menor que en el caso de los trabajadores no indígenas.
Incluso, si un indígena completa la educación terciaria tiende a ganar mucho menos que una persona no indígena con las mismas calificaciones. Los datos de hogar indican que, independientemente de los antecedentes académicos, el género, la edad, el número de personas a su cargo y el lugar de residencia, un indígena suele ganar 12% menos que una no indígena en las zonas urbanas de México, y alrededor del 14% menos en las zonas rurales.
En Bolivia, un indígena tiene una probabilidad de ganar 9% menos en los entornos urbanos y 13% menos en las zonas rurales; en Perú y Guatemala gana alrededor de 6% menos. No obstante, en Perú y Bolivia la brecha salarial entre indígenas urbanos se redujo durante el decenio -en Perú disminuyó casi un tercio desde el inicio de la década.
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En el caso de las mujeres indígenas, sin embargo, la brecha salarial es mucho mayor que para los hombres indígenas. Las indígenas bolivianas ganan alrededor de 60% menos que las mujeres no indígenas por el mismo tipo de trabajos. Al mismo tiempo, la brecha en educación entre hombres y mujeres indígenas aumentó, lo que sugiere que una mayor inversión en educación podría mejorar considerablemente su inclusión al mercado.