Turquía y EE.UU. han chocado por la detención en Ankara de un pastor evangélico estadounidense; mientras Rusia dijo que considerará cualquier medida que afecte sus transacciones bancarias como una declaración de guerra económica.
Las turbulencias de los mercados emergentes estarán la próxima semana en el centro de la atención de los inversores, que temen una propagación del desplome del valor de las monedas de Turquía y Rusia hacia otras economías, convirtiéndose en un nuevo factor de riesgo para la expansión global.
La lira turca llegó a derrumbarse hasta 12% contra el dólar este viernes en medio de un conflicto diplomático con Washington y problemas domésticos. En tanto, el rublo ruso operaba en mínimos desde noviembre de 2016 ante la amenaza de nuevas sanciones de Estados Unidos.
"Otras monedas de mercados emergentes se han sostenido contra el dólar (...) pero en muchos casos, sospechamos que esta resistencia podría resultar temporaria", dijo Capital Economics, citando las repercusiones de las alzas de tasas en Estados Unidos y su creciente proteccionismo comercial.
Ankara y Washington, aliados en la OTAN, han chocado por la detención en Turquía de un pastor evangélico estadounidense. En tanto, Rusia dijo que considerará cualquier medida de Estados Unidos que afecte sus transacciones bancarias como una declaración de guerra económica.
En Fráncfort, el Banco Central Europeo está cada vez más inquieto por la exposición de los bancos de la zona euro a Turquía, informó el Financial Times. El BCE estaría supuestamente preocupado sobre todo por BBVA, UniCredit y BNP Paribas.
En Estados Unidos, los principales datos económicos que se darán a conocer son las ventas minoristas y la producción industrial de julio, que continuarían mostrando una evolución robusta, de acuerdo con los sondeos de Reuters. Esto afianzaría la perspectiva de un mayor ajuste monetario en ese país.
En contraste, la zona euro reflejaría indicadores en declive, con una moderación de la expansión del producto interno bruto (PIB) a su menor ritmo en un año en el segundo trimestre, que mantendría las expectativas de una normalización solo muy gradual de la política monetaria del BCE.
Esto ha contribuido a un descenso del euro a mínimos en un año, en paralelo con una caída similar de la líbra esterlina, afectada también por la posibilidad de que Reino Unido fracase en su intento de lograr un Brexit ordenado, un proceso que también seguirá en la mira de los inversionistas.