Los recursos para las secretarías de Comunicaciones y Transportes se reducen 32%; para Agricultura 17% y para Turismo 14%, lo cual parece sugerir que se sacrificarán los proyectos de infraestructura física del país.
Por fin está el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF), con el enfoque Base Cero, y algunas conclusiones se pueden extraer de él y de todo paquete fiscal publicado el martes.
Ingresos
1. Lo primero es la confianza del gobierno en su capacidad recaudatoria a través de impuestos luego de la Reforma Hacendaria. Pese a que se ha producido un deterioro del contexto macroeconómico desde la publicación de los precriterios (precios del petróleo más bajos, menor plataforma petrolera, crecimiento económico más magro), el gobierno estima unos mayores ingresos presupuestarios respecto a los publicados a finales de marzo por un monto de 63.612 millones de pesos (mdp). Así, si bien los ingresos petroleros apenas se prevén en 863,807 mdp, u 87,503 mdp menos de lo previsto en los precriterios, la administración espera recaudar más de 150,000 mdp por concepto de ingresos no petroleros gracias al dinamismo de la recaudación tributaria, sobre todo de ISR e IEPS, que aportará 175,000 mdp más de lo originalmente previsto. De este modo, el crecimiento real de 19.3% en los ingresos tributarios no petroleros más que compensará la caída del 30% en los ingresos petroleros.
2. También, por el lado de los ingresos, el gobierno se puede estar guardando un colchón. De todas las cifras macroeconómicas sobre las que se asienta el presupuesto, quizás la que despierta más dudas es la del tipo de cambio. Aunque se revisó al alza, al pasar de un tipo de cambio promedio de 14.5 pesos por dólar en los precriterios a otro de 15.9, parece excesivamente bajo y poco realista teniendo en cuenta los actuales niveles del peso y los riesgos de que se siga depreciando en un contexto de bajos precios del crudo, el inicio de un posible ciclo alcista en Estados Unidos y la aversión al riesgo y volatilidad que podría generar en los mercados emergentes. La ventaja es que un tipo de cambio más debilitado significaría una mayor recaudación petrolera de la que se está pronosticando.
3. El proceso de liberalización de los precios de los combustibles no debe minar la capacidad recaudatoria del Impuesto Especial sobre Productos y Servicios (IEPS), la cual se ha convertido en una fuente de recursos fundamental para compensar la caída de los ingresos petroleros. Pese al rimbombante anuncio, la liberalización llega justo cuando los precios internacionales están por los suelos y es difícil que sigan cayendo mucho más, por lo que será complicado que se refleje en las gasolinerías mexicanas. Para beneficiarse el consumidor mexicano, el precio internacional de los combustibles debería caer por debajo de lo observado en 2015 y, en caso de suceder, el gobierno establecerá un precio mínimo para que no afecte mucho a la recaudación del IEPS. Por el contrario, en caso de subir el precio internacional, también se incrementaría el precio de la gasolina en México, conservándose la recaudación del IEPS. Así, y según la iniciativa de Ley de Ingresos, el IEPS será otra vez un tributo estrella: podría recaudar 363,081 millones de pesos, o un crecimiento de 124% en términos reales. En concreto, el IEPS sobre gasolinas y diesel podría dispararse un 634 por ciento.
Gasto neto
4. Por tanto, los ingresos no se ven, a priori, para nada mal. Ahora bien, ¿qué tan grande y en dónde recaerán los esfuerzos de austeridad? Dado que el comportamiento de los ingresos tributarios será mejor de lo originalmente previsto, el recorte del gasto será moderado, mucho menos drástico de lo que se podía temer. De hecho, el gasto neto pagado ascenderá a 4.714 billones de pesos (bdp) o 55,000 mdp más de lo augurado en los precriterios. Eso supone apenas una reducción del 1.9% real respecto a lo autorizado para el 2015. Asimismo, el buen comportamiento de los ingresos permitirá al gobierno mantener sin cambios el recorte previsto en el gasto programable de 133,800 mdp respecto al cierre de 2015 excluyendo la inversión en proyectos.
5. Que el gobierno no incurra en una fuerte restricción del gasto durante el año que viene es algo relevante. En un contexto de debilidad económica, un agresivo tijeretazo en el presupuesto de egresos podría tirar a la lona a la economía mexicana o incluso conducirla a una recesión. Así, el hecho de que se prevean ingresos mayores a lo previsto permitirá suavizar el ciclo económico al tiempo que se sanean las cuentas públicas y se cumple con el objetivo fiscal de un déficit de 0.5% del PIB.
6. Los principales beneficiados de una política menos restrictiva de lo temido serán las Entidades Federativas y los Municipios, cuya recaudación es frágil y depende en mucho de los ingresos federales. Ellos lograrán prácticamente mantener intacto sus ingresos totales: su monto, de 1.595 bdp, sólo representa una caída real de 0.9% respecto a lo presupuestado para el 2015. Las participaciones (ramo 28) crecerán a un tasa de 8.5% real y las aportaciones (ramo 33) un 1.3 por ciento. Sin embargo, el rubro más pequeño y discrecional, el de otros conceptos que incluye a los convenios de coordinación, sí sufrirá un recorte un tanto severo de 23.6%, o 76,900 mdp menos, lo que contrarresta el aumento observado en participaciones y aportaciones.
¿En dónde recae la austeridad?
7. Ahora bien, en el lado del gasto federal, donde recae prácticamente todo el esfuerzo de austeridad, no se observa el cambio de enfoque sustancial que se cabría esperar derivado de los esfuerzos de reingeniería acometidos bajo el presupuesto Base Cero. El gasto programable se reducirá en un 5.8%, o 211,100 mdp. Sin embargo, y contrario a lo que se podría esperar, sobre el gasto corriente, que representa un 63% del gasto programable total, sólo se recortarán 82,700 mdp, un retroceso del 3.6% respecto a este año, en tanto el gasto en capital, más productivo, que genera crecimiento y rentabilidad futura, y que significa un 20% del gasto programable, será cercenado en 189,200 mdp, o un brutal 21 por ciento. ¿Es esa la mejor asignación y eficiencia que se buscaba?
8. El caso más significativo es el gasto en servicios personales, ese rubro que corresponde a sueldos, salarios, dietas, prestaciones, etc. Ese componente representa, con 1.125 bdp, un 50% del gasto corriente y se asocia con los privilegios de los altos funcionarios y la clase política. Pues bien, su reducción será apenas de un 0.7% en términos reales.
9. Por ramos, se observa la misma tendencia. El presupuesto del Poder Judicial, que acapara el 65% de los recursos de los ramos autónomos, se incrementa en un 32% en términos nominales, y el del Poder Legislativo, en un 5 por ciento. Sin embargo, el presupuesto de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes se reduce en un 32%, el de Agricultura en un 17% y el de Turismo en un 14%, lo que parece sugerir que se verán sacrificados los proyectos de infraestructura física del país
¿En qué quedó el esquema base cero?
Por tanto, el presupuesto Base Cero no ha significado el cambio revolucionario que se esperaba para las finanzas públicas. Este presupuesto no parece mejorar la asignación del gasto público para hacer de México un país más productivo ni parece romper con la inercia anterior, sino que simplemente la contiene ante un escenario de menores recursos públicos que en el pasado.