En lenguaje diplomático, el portavoz de la Comisión Europea Margaritis Schinas dijo en una rueda de prensa esta semana: "Primero hay que acordar los términos de una separación ordenada y después, sobre la base de esto, construir una nueva y buena relación".
Desde que la primera ministra británica, Theresa May, marcó sus objetivos para el Brexit la semana pasada, el interés en Reino Unido se ha centrado en los futuros acuerdos comerciales que se podrían alcanzar con Estados Unidos y otras potencias, al igual que con la Unión Europea.
En Bruselas y otras capitales europeas, esto se ve como empezar la casa por el tejado. "Están hablando sobre su futura relación", dijo un responsable de la UE que prepara las negociaciones con Londres. "Pero primero necesitamos el divorcio. Esto no va a ser fácil, francamente, va a ser muy, muy, complicado.
En lenguaje diplomático, el portavoz de la Comisión Europea Margaritis Schinas dijo en una rueda de prensa esta semana: "Primero hay que acordar los términos de una separación ordenada y después, sobre la base de esto, construir una nueva y buena relación".
Como en otros divorcios, la batalla más amarga será sobre el dinero y no hay certeza de que siquiera se pueda alcanzar un acuerdo.
Los negociadores de la UE reconocen que Reino Unido tiene una posición débil. May debe aceptar un plazo de hasta dos años en el que espera salir con un acuerdo que otorgue a Reino Unido "el máximo" acceso a los mercados de la UE, pero sacándolo del mercado único y liberándolo de sus obligaciones.
Algunos diplomáticos han mostrado preocupación de que Londres esté tentado a marcharse sin pagar las facturas de la UE de miles de millones.
Los estados miembros restantes quieren que pague su parte de los compromisos de gasto que fueron acordados cuando era miembro, alargando algunos años, al igual que posibles fondos para cubrir las pensiones de los funcionarios británicos de la UE.
Sin embargo, habrá diferencias sobre el tamaño de la factura, estimada informalmente por responsables de la UE en unos 60.000 millones de euros, más de lo que Reino Unido gasta en defensa cada año.
Ocupar el hueco dejado por la segunda economía más grande del bloque en el presupuesto de la UE ya está causando nerviosismo cuando los 27 miembros restantes se preparan para el ritual de sangre que supone la planificación financiera que se hace cada siete años.
Los líderes alemanes ven la desalentadora expectativa de que tendrán que hacer el mayor aporte, mientras que los estados excomunistas del este, que son los mayores beneficiarios netos del gasto de la UE, temen salir perdiendo.
Responsables británicos dicen que pueden usar la carta del dinero para dividir a los 27. Desde el lado de la UE, los diplomáticos dicen que si Londres lo intenta, verá frenadas sus esperanzas de un rápido acuerdo de libre comercio.