La decisión del pueblo estadounidense de llevar al empresario a la Casa Blanca tiene sentado en el borde del asiento a buena parte del planeta por múltiples razones. Al puzzle le faltan varias piezas todavía. Trump no terminó de definir quiénes integrarán su gabinete, y, más importante, resta saber cuánto de lo (mucho) que dijo en la campaña de hecho se ejecutará durante su presidencia. En este escenario, qué pasará con el billete verde es una de las interrogantes.
Montevideo. George Washington está yendo al gimnasio y los resultados de tanto ejercicio se ven en la última tapa de The Economist. En ella, se muestra al primer presidente de Estados Unidos y cara de los billetes de un dólar, de torso desnudo, cruzado de brazos y musculoso. El título que acompaña a la ilustración (El dólar poderoso) recuerda que en las tres semanas desde la elección de Donald Trump como próximo presidente de la primera economía mundial, su divisa se fortaleció tanto frente a países ricos como respecto a monedas de naciones emergentes.
La decisión del pueblo estadounidense de llevar al empresario a la Casa Blanca tiene sentado en el borde del asiento a buena parte del planeta por múltiples razones. Al puzzle le faltan varias piezas todavía. Trump no terminó de definir quiénes integrarán su gabinete, y, más importante, resta saber cuánto de lo (mucho) que dijo en la campaña de hecho se ejecutará durante su presidencia. En este escenario, qué pasará con el billete verde es una de las interrogantes.
Los analistas dan por descontado que el dólar no hará otra cosa que subir en los próximos meses. Asimismo, se maneja con certeza que durante la próxima reunión de la Reserva Federal (Fed) a mediados de diciembre el banco central timoneado por Janet Yellen subirá las tasas de interés. Ese es otro elemento que explica la tonificación esperada para la moneda estadounidense.
Después de la caída de Lehman Brothers en 2008, la Fed llevó adelante una política de tasas al ras del piso. Tras la prevista alza para este mes, se espera que "los aumentos de tasas sean más rápidos", señaló la gerente senior de asesoramiento económico financiero de Deloitte, Florencia Carriquiry.
A lo largo de una campaña plagada de comentarios polémicos, Trump dijo que Yellen debería sentirse "avergonzada" por cómo había liderado a la Reserva Federal. Ahora, la relación entre ambos provocará "un montón de ruido", según el analista financiero Andrés Escardó. En un escenario de este tipo, añadió, los mercados tienden a refugiarse en activos seguros, como el dólar. Así, se dará la paradoja de que ante un problema doméstico de Estados Unidos, su moneda se volverá más demandada por considerarse uno de los activos más sólidos a nivel global y, como consecuencia, se fortalecerá.
Qué distancia habrá entre las afirmaciones del candidato y las decisiones concretas del hombre que se sentará en el Despacho Oval a partir de enero es la gran pregunta.
"Lo que nadie sabe todavía es el efecto Trump, y qué tan capaz va a poder ser de llevar a cabo todo lo que había dicho en la campaña", sostuvo Germán Deagosto, economista senior del Departamento de Economía de CPA Ferrere.
Por ejemplo, resta ver si el presidente electo puede, una vez dentro de la cancha, implementar una política fiscal "mucho más expansiva", como prometió que haría, añadió.
Con los resultados electorales ya sobre de la mesa, ahora los mercados están a la espera de una "normalización monetaria más acelerada", lo que a su vez abre la puerta para un mundo de dólar más fuerte, tasas más altas y condiciones de acceso al financiamiento más restringidas, señaló.
Si abrazará al proteccionismo tal cual lo anunció o no –y sus consecuencias para el comercio mundial–; cómo seguirán los precios de las materias primas; y de qué manera se comportarán las demandas de los países asiáticos son otros de los ingredientes que se suman a la coctelera y que empujarán al dólar en una dirección u otra.
Lo que ocurra en los vecinos en los próximos meses también impactará en el tipo de cambio en Uruguay.
Carriquiry apuntó que es preciso seguir de cerca la evolución de las economías vecinas. Para el caso de Brasil, dijo que se mantiene mucha incertidumbre, y que pese a que la palabra "recuperación" suena desde hace tiempo en el gigante norteño, "los datos todavía no lo muestran".
En relación a Argentina, en tanto, Deagosto indicó que el país no logró retomar la senda del crecimiento en lo que va del año, y los indicadores sugieren que tampoco lo conseguirá en el último tramo de 2016. Esto "podría tener impactos en un relajamiento de la política monetaria" de ese país, lo cual pegaría de forma negativa sobre el tipo de cambio local. "Pondría presión y haría que el tipo de cambio se tenga que fortalecer más rápido para no quedar rezagado", sostuvo.
Por su parte, el gerente de advisory services de KPMG, Marcelo Sibille, apuntó que las elecciones legislativas que Argentina celebrará durante el año próximo "seguramente provocarán que el gobierno le ponga un techo al tipo de cambio". A pesar de esto, agregó, se prevé que "Uruguay acompañará la tendencia alcista del resto de los países de la región".
Durante los dos primeros meses del año el dólar subió en Uruguay de manera notoria. En febrero llegó a $ 32 y los analistas indicaban que terminaría 2016 arañando los $ 40.
La realidad mostró una foto diferente. A partir de marzo la divisa estadounidense comenzó un camino descendente casi ininterrumpido. A fines de julio el Banco Central (BCU) salió al mercado a comprar dólares, para evitar que cayera de manera más pronunciada e hizo todo lo que estuvo a su alcance para evitar que cayera de los $ 28. La última compra tuvo lugar el 7 de noviembre, un día antes de las elecciones en Estados Unidos. A partir de esa fecha, se observa una tendencia al alza del dólar, que terminó noviembre en $29.