Gobernadores y jefes de supervisión de bancos centrales de casi 30 países tenían previsto reunirse el 8 de enero para aprobar las nuevas reglas, que determinarán cuánto deben reservar las entidades para hacer frente a préstamos y otros activos.
Reguladores bancarios globales aplazaron este martes la aprobación de unas reglas largamente esperadas diseñadas para evitar una repetición de la crisis financiera, al ser incapaces de llegar a un acuerdo sobre la cantidad mínima de capital que deben tener los bancos.
Gobernadores y jefes de supervisión de bancos centrales de casi 30 países tenían previsto reunirse el 8 de enero para aprobar las nuevas reglas, que determinarán cuánto deben reservar las entidades para hacer frente a préstamos y otros activos.
La reforma -denominada Basilea III- ha demostrado ser divisiva, ya que a los reguladores europeos les preocupa que unas mayores demandas de capital puedan frenar los préstamos bancarios, la principal fuente de financiación para las compañías en la región.
El Comité de Basilea, que trabaja en la reforma, dijo el martes que es necesario más esfuerzo antes de que las propuestas puedan ser presentadas para su aprobación ante el órgano supervisor, el Grupo de Gobernadores y Jefes de Supervisión de Bancos Centrales (GHOS, por sus siglas en inglés).
Fuentes próximas al asunto dijeron a Reuters que el principal punto de fricción es el "suelo" de capital que necesita una entidad sin tener en cuenta lo que indique su propio modelo.
"Se necesita más tiempo para finalizar algunos trabajos, incluyendo garantizar el ajuste final del marco", dijo el Comité de Basilea. "Por lo tanto, se pospuso una reunión del GHOS, planeada originalmente para comienzos de enero. Se prevé que el comité complete este trabajo en el futuro cercano", agregó.
La próxima reunión está prevista para los días 1 y 2 de marzo. Estos desacuerdos ya hicieron que el Comité no fuera capaz de alcanzar un acuerdo en Chile en noviembre, incumpliendo su plazo para fines de 2016.
La regla del suelo de capital tendría un gran impacto en grandes bancos como el Deutsche Bank, que usan sus propios modelos computarizados para determinar sus colchones de capital requeridos, en lugar de los estándar.