La reunión de la Fed del 14 y 15 de junio será sólo una semana antes de que los británicos elijan entre decir sí o no al denominado "Brexit".
Washington. La Reserva Federal podría verse obligada a aplazar un alza de las tasas de interés en Estados Unidos en su reunión de junio por el creciente temor a los efectos secundarios que podría generar en la economía el referendo de Reino Unido sobre su permanencia en la Unión Europea.
El riesgo geopolítico del voto postergará probablemente cualquier subida de tipos al menos hasta julio, pese al aparente consenso entre los miembros de la Fed de que una subida de los costos del endeudamiento estaba respaldada por un crecimiento más fuerte y mercados laborales más sólidos en Estados Unidos.
La reunión de la Fed del 14 y 15 de junio será sólo una semana antes de que los británicos elijan entre decir sí o no al denominado "Brexit". La opción de irse agitaría los mercados financieros, los diferenciales de crédito se ampliarían, provocaría un flujo hacia activos seguros e impulsaría al dólar.
La reciente estabilidad del dólar hace que el banco central estadounidense esté más cómodo con una subida de las tasas y sus funcionarios podrían querer esperar que se disipe la amenaza del Brexit antes de ajustar las condiciones financieras.
El gobernador de la Fed Daniel Tarullo se unió el jueves al coro de los que advierten sobre la votación británica. En una entrevista con Bloomberg, afirmó que el "Brexit" es un "factor" a tener en cuenta en la reunión de junio.
Pero el referendo británico es sólo el último obstáculo que enfrenta la Fed en los últimos dos años para normalizar su política. En 2014, el desplome en los precios del crudo y la rápida escalada del dólar afectaron a las exportaciones estadounidenses y redujeron la inflación a niveles mínimos.
El año pasado, la sorpresiva desaceleración de la economía china, junto con la debilidad económica en Europa y Japón, provocaron turbulencias en los mercados globales y más temor a una posible recesión mundial. Este escenario fue el que mantuvo a la Fed sin mover las tasas hasta diciembre.
Ahora, sin contar el "Brexit", la perspectiva de un pronto endurecimiento de la política parece inminente. La inflación está ganando fuerza y el crecimiento flojo de hace unos meses pareció ser temporal. Además, el gasto del consumidor y el mercado de la vivienda se muestran especialmente fuertes.
Datos conocidos el viernes que indicaron que el crecimiento del empleo en Estados Unidos se frenó abruptamente en mayo sembró nuevas dudas sobre el impulso de la economía y los operadores apuestan ahora que la Fed aplazará el incremento de los tipos hasta más tarde en el año.
La probabilidad de una subida en junio bajó hasta un 4%, según las operaciones de fondos futuros de la Fed compilados por CME Group, desde cerca de un 19% antes del reporte. Las expectativas para un aumento de tipos en julio cedieron del 50 al 36% tras conocerse el informe.
Si la Fed efectivamente se abstiene de mover las tasas en junio, sus integrantes ya han señalado que están preparados para actuar el mes siguiente.
Las minutas de la reunión de marzo mostraron que el banco preparaba el terreno para subir los tipos en algún momento del verano boreal. Tras julio, la próxima opción sería septiembre, en medio de la campaña por la presidencia de Estados Unidos, lo que podría convertir tanto la Fed como su presidenta, Janet Yellen, en blanco de ataques.
Si el banco central mantiene las tasas en junio, Yellen tendrá el desafío retórico de explicar por qué los factores globales pesan de nuevo más que los indicadores de la economía nacional, cuando los miembros de la Fed han intentado convencer al público de que sus decisiones "dependen de los datos".
Una postura que podría asumir Yellen, según economistas, es escudarse en que la Fed prefiere endurecer su política de forma gradual durante los próximos dos años, recalcando que una baja inflación implica que no hay una necesidad imperiosa de subir de inmediato las tasas, sobre todo antes de un evento mundial tan inusual y potencialmente delicado como la votación británica.