Colombia, que se acostumbró a vivir por décadas del café y del petróleo, así como de algunos productos básicos sin ningún tipo de transformación.
¿Cuánto vale una idea? Difícil definirlo. Depende del concepto, el momento, el sector y el mercado. Facebook en su momento fue sólo una idea, Google también lo fue. Las empresas siempre se han preocupado por encontrar creativos que las reinventen y que generen valor agregado a las materias primas para poner en el mercado productos que hagan la diferencia.
Colombia, que se acostumbró a vivir por décadas del café y del petróleo, así como de algunos productos básicos sin ningún tipo de transformación, está viendo, desde hace apenas unos pocos años, crecer un renglón que, de manera silenciosa y tal vez inadvertida, se va colando entre los principales rubros de exportación y como un aportante destacado al Producto Interno Bruto (PIB).
Se trata de la denominada economía naranja, ese segmento de las ideas y el conocimiento (propiedad intelectual) que se ve reflejado en el desarrollo de videojuegos, música, publicidad, diseño, libros, cine, entre otros.
Definida así por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) –por la relación que guarda el color naranja con la cultura, la creatividad y la identidad, así como por su asociación con rituales y eventos culturales, artísticos y religiosos– este sector es responsable de aportarle a la economía colombiana entre el 3,3% y 3,5% del PIB cada año y de generar alrededor de 800 mil empleos directos e indirectos, en su mayoría para jóvenes. Las exportaciones alcanzan unos US$600 millones al año.
A nivel mundial, el BID calcula que si se unieran todos los ingresos generados por la economía naranja, éstos podrían configurar la cuarta economía a nivel global, esto es 20% más grande que la de Alemania. Sería el noveno mayor exportador de bienes y servicios con US$646.000 millones –más del doble que las exportaciones de petróleo de Arabia Saudita– y la cuarta fuerza laboral del mundo, con más de 144 millones de trabajadores (casi lo mismo que el empleo total que genera Estados Unidos).
En momentos en que los precios del petróleo están por el suelo y en los que el fenómeno de El Niño amenaza la productividad cafetera, la economía naranja emerge como una gran oportunidad de desarrollo.
“El sector cultural es una franja económica importante y más en un escenario de crisis del petróleo. Los países que han centrado su desarrollo económico en la explotación minera se están viendo afectados, y ese es el caso nuestro. La economía naranja es una industria que en una crisis del sistema económico tradicional se comporta muy bien porque no decae como otros sectores”, sostiene Ángel Moreno, coordinador del Grupo de Emprendimiento Cultural del Ministerio de Cultura.
Felipe Buitrago Restrepo, consultor de la División de Asuntos Culturales, Solidaridad y Creatividad en el BID, advierte que no es tan fácil reemplazar actividades tradicionales por las que comprenden la economía naranja, pues éstas están dispersas en las estadísticas oficiales, por lo que “es muy difícil hacer seguimiento a sus dinámicas, comprender su impacto en la creación de empleo y las oportunidades que representan como conjunto”.
“Colombia es pionero a nivel mundial, y gracias al trabajo serio y sostenido por parte del Ministerio de Cultura y del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), que hoy el país tiene la Cuenta Satélite de Cultura (en donde se registra la contabilidad focalizada de la economía naranja) más antigua. Esto es un paso muy importante para la visibilización de la economía naranja y el aprovechamiento de sus oportunidades (…) la economía naranja le ofrece a Colombia la oportunidad infinita de convertir su riqueza cultural en la base de su riqueza material. Esto significa reemplazar la dependencia actual en la volatilidad de los precios de las materias primas y las manufacturas de bajo valor agregado, por la inagotable e irreemplazable versatilidad de las denominadas ‘mentefacturas’ ”, asegura Buitrago quien, en compañía del senador Iván Duque fue uno de los artífices del libro Economía Naranja, escrito para el BID, texto pionero en la definición y los lineamientos de esta actividad económica.
Y es que los avances alcanzados por Colombia no son fortuitos. Comprendida como una política de Estado –es decir, que trasciende de gobierno a gobierno– los esfuerzos orientados a la cultura desde una perspectiva económica cumplen más de una década y han permitido fortalecer la economía naranja de la mano de una sociedad civil cada vez más profesional que entiende la dinámica del emprendimiento como una apuesta de sostenibilidad y mercado.
“Este Gobierno, en los últimos cuatro años, ha promulgado leyes que son absolutamente trascendentales y que han hecho crecer al sector como la Ley de Cine –que hace que Colombia sea un escenario ideal para rodaje de películas– o la Ley de Espectáculos Públicos, que permite que se formalice el sector de las artes escénicas.
No es gratuito que hoy en día estén viniendo artistas de la talla de Madona, Kiss o Paul McCartney, eso tiene que ver con una ley que incentiva también a que el sector de las artes escénicas se fortalezca”, agrega el coordinador del Grupo de Emprendimiento Cultural.
Sin embargo, los desafíos en materia de innovación y desarrollo aún son grandes y pasan por la visión, los recursos e incluso una apuesta decidida hacia la creatividad. Así lo sostiene el senador Iván Duque, al advertir que aunque el mundo ha experimentado una transición del concepto de la materia prima al concepto de valor intelectual –dicho en otras palabras, la transición social de las manufacturas a las ‘mentefacturas’– Colombia aún no ha explotado este sector.
“El gran desafió que tiene Colombia está en superar, por un lado, un déficit comercial en materia de creatividad, que es lo que nosotros importamos versus lo que el mundo compra de nuestros bienes y servicios creativos. Y también la balanza de pagos creativo, que es lo que nosotros le pagamos al mundo por licencias y regalías y lo que el mundo le paga a Colombia por ellas. Hoy tenemos un déficit muy cercano a los US$2.000 millones”, indica.
Para superar estas barreras, el congresista de la bancada del Centro Democrático radicará el próximo miércoles un proyecto denominado Ley de la Economía Naranja, orientado a fortalecer los siete pilares del sector: información, instituciones, infraestructura, industria, integración, inclusión e inspiración.