La política económica de Trump parece ser con frecuencia vaga o irresoluta.
La política económica de Trump está en la mira. La agencia de calificación de riesgos Moody´s calcula que sus propuestas, si se implementaran, podrían costar un total de 3,5 millones de puestos de trabajo. Las repercusiones podrían generar una “ prolongada recesión” en el país. El Congreso, por su parte, considera que las propuestas electorales muy rara vez se aplican legislativamente. La esperanza de Trump de llegar a la presidencia dependerá, en gran medida, de cómo aborde los temas económicos. Estas son las propuestas que ha realizado hasta ahora.
Comercio exterior. Trump ha pedido repetidamente el aumento del proteccionismo. Ha arremetido contra el Tratado de Libre Comercio de Estados Unidos por destruir los puestos de trabajo en el país. También ha tachado al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica de ser “un acuerdo terrible” para Estados Unidos. Dice que revocaría ambos. Al mismo tiempo, se espera que ponga fin a las dificultosas negociaciones de acuerdo comercial de la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (ATCI o TTIP) entre Estados Unidos y la Unión Europea.
En Alemania, el sector comercial también está inevitablemente preocupado, porque además de la influencia general que posee la mayor economía del mundo sobre su propio bienestar, Estados Unidos es el mayor comprador de lo “Made in Germany”. En Alemania, muchos temen la victoria de Trump en las próximas elecciones de noviembre sería el segundo shock económico del año tras el “brexit”.
Deudas e impuestos. Las posturas sobre impuestos han sido siempre temas decisivos entre los candidatos a la presidencia del país. De nuevo, Trump no ha articulado todavía una política clara. En principio anunció la intención de recortar impuestos a todos los estadounidenses, en una propuesta que desveló en septiembre de 2015. Más tarde expresó estar abierto a aumentar los impuestos a los ricos. Esto supondría una ruptura con décadas de oposición republicana al aumento de impuestos de cualquier tipo. Sin embargo, siguió apoyando la idea de bajar impuestos a la clase media y los negocios. También estuvo en un principio a favor de aumentar el salario mínimo, pero ahora prefiere dejar que “los Estados decidan”.
Trump caviló renegociar con los prestamistas la reestructuración de la enorme deuda en caso de que la economía sufriera por ello, una posibilidad que afectaría a la credibilidad del Gobierno. Cambió de opinión tras chocar contra el rechazo de muchos, como por ejemplo, la candidata presidencial demócrata Hillary Clinton.
Inmigración. Las propuestas de Trump más preocupantes, en muchos sentidos, han sido la construcción de un muro en la frontera entre Estados Unidos y México, y la deportación de más de 11 millones de personas que habitan en el país ilegalmente. Tales medidas, particularmente la última, tendrían graves consecuencias económicas, sin mencionar los costes sociales.
Estas medidas privarían a los Estados Unidos de una amplia legión de contribuyentes, consumidores y trabajadores. Se dice que alrededor de siete millones de inmigrantes forman parte de la mano de obra del país. Hacen trabajos que el resto de la población no desea. Muchos economistas pronostican la contracción de la economía estadounidense si se materializaran las propuestas migratorias.
Energía. Finalmente, Trump se ha decidido a promover las fuentes tradicionales de energías no renovables. Para ello, se rodeó de escépticos con respecto al cambio climático. Se ha comentado que está considerando nombrar Secretario de Energía al magnate petrolero de Oklahoma Harold Hamm .Hamm acumuló, en la pasada década, muchas riquezas a través del cuestionado “fracking”.
El ascenso político de Trump está indudablemente relacionado con su atractivo populista. Las élites económicas no pueden simplemente esperar que él vaya a dejar de emplear el lenguaje que, hasta ahora, ha demostrado ser exitoso para su campaña.