Aunque la depreciación acumulada del 6% del peso en la semana se explica en parte por el contexto internacional de alza de tasas de interés y un fortalecimiento del dólar, la moneda también bajó porque inversores apostaron al billete verde ante dudas sobre un resistido plan para bajar el déficit fiscal.
Buenos Aires. La agitación financiera que sufrió Argentina esta semana promete avivar la pertinaz inflación, y el remedio del Banco Central para frenar el desplome de la moneda acabaría golpeando la incipiente expansión económica que el Gobierno busca mantener.
Aunque la depreciación acumulada del 6% del peso en la semana se explica en parte por el contexto internacional de alza de tasas de interés y un fortalecimiento del dólar, la moneda también bajó porque inversores apostaron al billete verde ante dudas sobre un resistido plan para bajar el déficit fiscal.
La tercera economía latinoamericana emergió de una recesión apenas el año pasado, luego de que el Gobierno de centroderecha desmantelara políticas estatistas de más de una década, hiciera las paces con acreedores y abriera su política comercial. Pero muchos argentinos sufren por la eliminación de subsidios y la fuerte alza de tarifas de servicios públicos y de impuestos.
La caída semanal del peso -que alcanzó un 11% antes del rebote del viernes y fue acompañada por una baja de la bolsa y de los bonos- está lejos de ser una crisis, pero llevaría la inflación por encima de la meta del Banco Central del 15% anual, según cálculos de analistas.
"Entendemos que una suba del dólar tiende a pegar en algunos costos locales como el transporte, la energía, y eso se traslada de alguna forma a la inflación", dijo Fausto Spotorno, economista de la consultora Orlando Ferreres y Asociados, que pronostica una inflación mayor al 23% para este año.
La caprichosa inflación es uno de los grandes dolores de cabeza para el Gobierno de Argentina, un país que ha sufrido muchas crisis económicas y donde, por ende, los precios al consumidor siguen más cerca de lo habitual al tipo de cambio.
"Los cuatro actores principales (Banco Central, los ministerios de Hacienda y de Finanzas y la Presidencia) están alineados en lo que hay que hacer frente a esta situación", dijo una fuente del gobierno, que pidió no ser identificada.
Para evitar una depreciación mayor de la moneda local, el banco central vendió más de US$7.700 millones desde el inicio de marzo. Pero no tuvo demasiado éxito y dejó a las reservas totales en US$56.144 millones.
Solo después de subir las tasas referenciales por tercera vez en una semana hasta un 40% el Banco Central logró controlar este viernes al peso, que rebotaba tras tocar el jueves un mínimo histórico de 23 unidades por dólar.
"El shock con la tasa de interés del banco central es ciertamente costoso, pero la alternativa de la inacción sería, en nuestra visión, aún más costosa", señaló en un reporte Alberto Ramos, analista de Goldman Sachs en Nueva York.
Obstáculo para el crecimiento. Pero el expresidente del banco central Roque Fernández cree que la suba de tasas para frenar la caída del peso avivará el déficit por el aumento del costo de la deuda pública.
"Me parece mucho mejor vender dólares que tratar de parar la corrida con una suba de tasas de interés", dijo Fernández a Reuters, y opinó que la autoridad monetaria aún tiene un margen de entre US$10.000 y US$15.000 millones de dólares en reservas para intervenir en el mercado.
Según algunos cálculos privados, el Banco Central cuenta con reservas líquidas por unos US$34.000 millones.
Aunque el alza de tasas podría inclinar a inversores a optar la semana que viene por las letras del Tesoro locales y aligerar la presión sobre el dólar, también podría afectar el crecimiento económico del 2018, previsto en el 3% por la gestión del presidente Mauricio Macri.
"No sería serio si dijera que la suba de tasas no afecta el nivel de actividad. Esperemos que esta suba de tasas sea lo más transitoria posible", explicó el viernes en una conferencia de prensa el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne.
Pero las altas tasas de interés podrían mantenerse un largo rato debido a la persistente inflación, según el economista Santiago López Alfaro, de Delphos Investment, quien señaló que el crecimiento en 2018 será de entre el 2 y el 2,5%.
El encarecimiento del crédito para Argentina será la principal causa de la desaceleración de la economía, coincidió Pablo Castagna, director de la firma Portfolio Personal.
"Ya nadie habla de un crecimiento cercano al 3%, sino cada vez más cercano al 2%, afectado por la sequía (que perjudicó a la cosecha de soja y maíz) pero también por lo sucedido en la última semana", agregó.