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Una nueva era coloca bajo la lupa a los paraísos fiscales
Miércoles, Diciembre 19, 2012 - 17:04

Las multinacionales y los ricos sacan provecho desde hace mucho tiempo de los paraísos fiscales, de las Islas Caimán a Singapur,territorios que retienen poco o ningún impuesto sobre las operaciones internacionales.

Universia Knowledge Wharton. Cuando Google elaboró su sistema internacional de impuestos, siguió un camino muy conocido por otras compañías multinacionales. La empresa registraba sus ventas fuera de EE.UU. en su sede internacional en Irlanda. La mayor parte del beneficio se enviaba entonces a Holanda, donde casi no hay que pagar impuestos. De allí, el dinero seguía hacia un paraíso fiscal muy conocido: las soleadas islas Bermudas.

En el momento en que la empresa de tecnología depositaba allí su dinero, ella había reducido su carga tributaria en el exterior hasta el orden de un dígito. El sistema, conocido en los círculos de evasión fiscal como "Doble irlandés" seguido de un "Bocadillo holandés", ayudó a Google a ahorrar miles de millones en impuestos. El año pasado, por ejemplo, la empresa registró US$4.000 millones en ventas en Reino Unido, pero pagó sólo US$10 millones en impuestos en el país europeo.

Las multinacionales y los ricos sacan provecho desde hace mucho tiempo de los paraísos fiscales, de las Islas Caimán a Singapur —territorios que retienen poco o ningún impuesto sobre las operaciones internacionales—, hasta donde llevan su dinero evitando así el pago de impuestos elevados. Apple, Facebook y Pfizer emplearon a propósito una versión del sistema "Doble irlandés". Un estudio conducido por la Red de Justicia Tributaria, en julio, constató que personas ricas ocultaron entre US$21 billones y US$32 billones en cuentas en el exterior. El valor más bajo corresponde a la suma de las economías americana y japonesa. Además de eso, los analistas prevén el crecimiento de la industria de fondos hedge, lo que significa más negocios para los paraísos fiscales.

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Pero esa industria también está bajo riguroso escrutinio actualmente. Los gobiernos, cansados de ver a las empresas evadir los impuestos (aunque de manera legal), están presionando a los bancos extranjeros exigiendo que sean más transparentes en sus procedimientos. Los paraísos fiscales también tienen un problema: ingresos fiscales escasos. Después de años sin cobrar impuestos a las empresas y, en muchos casos, sobre las ventas efectuadas y sobre la renta, los paraísos fiscales han acumulado deudas enormes. Por primera vez, muchos de los lugares consagrados para el depósito oculto de dinero están comenzando a cobrar nuevos impuestos o tarifas sobre el dinero extranjero.

"Diversos paraísos fiscales pasan por un periodo de extrema presión presupuestaria. El Gobierno británico, por ejemplo, dio instrucciones a las Islas Caimán, como responsable de las deudas de la isla, de cobrar nuevos tributos", dice John Christensen, director de la Red de Justicia Tributaria.

Al considerar el cobro de nuevos impuestos y tarifas, los paraísos fiscales entran en un juego peliagudo en que deben equilibrar la fuente de la vitalidad de sus economías —basadas en servicios financieros— y la necesidad de lidiar con déficits estructurales. "Esos países han creado una reputación y [...] los inversores se sienten bien allí porque las políticas adoptadas no cambian", observa Michael Knoll, director adjunto del Centro de Derecho y de Política Tributaria [Center of Tax Law and Policy] de la Facultad de Derecho de la Universidad de Pensilvania. "Basta con amenazar con cambiar de dirección para que la situación adquiera tintes peligrosos".

Una espada de doble filo. La cantidad impresionante de empresas registradas en las Islas Caimán podría llevar a alguien a pensar que el lugar está nadando en dinero. Hay empresas muy conocidas como Procter & Gamble, Intel, partes de Bain Capital, de Mitt Romney, y más de 90.000 otras empresas, fondos hedge y vehículos de inversión. Hasta los dueños del célebre club de fútbol inglés Manchester United escogieron el territorio británico para depositar los US$233 millones recaudados en la OPV del equipo este año.

Para las empresas, la fascinación es obvia: las Islas Caimán, un conjunto de tres pequeñas islas en el Mar Caribe, no cobra impuesto alguno, ni sobre ganancias de capital u otros tributos. En realidad, después de pagar algunos miles de dólares para registrarse, y algunos miles más por el registro anual y tarifas de franqueo, el Gobierno saca muy poco de los US$1,6 billones que empresas e individuos depositan en el paraíso fiscal. Aunque autoridades gubernamentales y activistas cuestionen la moralidad de esa práctica, la utilización de paraísos fiscales es un procedimiento perfectamente legal. Las empresas también tienen la obligación con los accionistas de minimizar la carga tributaria como parte de una estrategia más amplia de maximización de beneficios.

No es una sorpresa, por tanto, que el número de empresas y de fondos hedge que recurren a los paraísos fiscales esté aumentando. Un informe de la consultoría jurídica offshore Appleby Group constató un aumento, desde 2010, del 13% en el número de registros de las Islas Caimán, así como un crecimiento del 10% en las Islas Vírgenes Británicas en el primer semestre de 2012, además de un aumento del 20% en el número de registros en las Islas Seychelles, localizada en la costa oriental de África.

"En el caso de los fondos hedge, observamos una expansión en la industria que no habíamos visto en años", dice Andrew Schneider, presidente y consejero delegado del Global Hedge Fund Advisors. Schneider calcula que la industria esté creciendo en torno a un 20% y un 30%, lo que él define como "espada de doble filo. Eso significa un volumen mayor de crecimiento en el sector, pero el riesgo también de que un número mayor de gente no cualificada quiera gestionar los fondos". Son excelentes noticias para territorios como las Islas Caimán, donde crece el volumen de negocios en el sector financiero, un área que se ha vuelto fundamental para su economía. Pero el Gobierno de la isla y de otros paraísos fiscales muy solicitados tiene actualmente deudas cada vez mayores, como consecuencia de la poca tributación impuesta por ellos.

Las Islas Caimán tuvieron una década de rápido crecimiento de la deuda, de cerca de US$ 143 millones hasta cerca de US$600 millones. Irlanda, de donde las empresas retiran los beneficios obtenidos en Europa, tiene un índice deuda/PIB de cerca de un 105%. Singapur no se queda muy atrás con cerca de un 101%. En las Islas Seychelles, la deuda corresponde a un 83% del PIB.

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Los índices elevados de deuda/PIB no son exclusividad de los paraísos fiscales. Ni EEUU se escapa a una deuda que es mayor que su economía. Es bien conocida la dificultad que atraviesan países europeos como Grecia y Portugal a causa de sus deudas. Pero convivir con una deuda así no ayuda al crecimiento económico. Un estudio de la Universidad de Harvard constató que, históricamente, países con deudas superiores a un 90% del PIB crecieron más del 1% más despacio que países con deudas menores.

Por lo tanto, los gobiernos de los paraísos fiscales están meditando elevar los impuestos y las tarifas sobre inversiones extranjeras. El ministro de finanzas de las Islas Vírgenes Británicas propuso la introducción de licencias de comercio más elevadas, un requisito necesario para empresas extranjeras, además de una tarifa de permiso de trabajo escalonada cuyo valor sería más elevado para los trabajadores mejor remunerados. En las Islas Caimán, el primer ministro propuso una tarifa de registro más elevada para los fondos hedge, lo que traería cerca de US$ 3 millones más a los cofres del Gobierno. Bahamas, cuyo índice de deuda/PIB es de sólo un 50%, medita por primera vez cobrar impuesto sobre ventas e impuesto corporativo.

Nuevos tributos y tarifas podrían acabar expulsando a las empresas a otros lugares. "La lógica política de la competición tributaria indica que quien evita el pago de impuestos podrá perfectamente buscar otros paraísos fiscales que cobran tarifas más bajas y/o no planean introducir el cobro de impuestos sobre los beneficios corporativos", dice Christensen.

Escrutinio más riguroso. En algunas circunstancias, el Gobierno británico exige que sus territorios extranjeros cobren impuestos porque, a fin de cuentas, él es el responsable de la deuda de esos territorios. Además de eso, Reino Unido tiene dificultades propias con sus deudas. Esa demanda encuentra respaldo en un movimiento más amplio por parte de gobiernos extranjeros en el sentido de tomar medidas rigurosas en relación a los paraísos fiscales y a las empresas que recurren a ellos, aunque algunos de esos países sean ellos mismos paraísos fiscales bien conocidos.

Knoll dice que aunque la reducción de la deuda pueda ser uno de los motivos detrás de los tributos y tarifas propuestos, gobiernos como el de Reino Unido y de EEUU están, probablemente, más interesados en recuperar los impuestos perdidos. "Si mira hacia el presupuesto de esos paraísos fiscales y lo compara con los ingresos fiscales que un país como EE.UU. no está recaudando, verá que los presupuestos son [comparativamente] mínimos", dice.

De hecho, un estudio realizado en 2011 por California Public Interest Research Group mostró que la evasión fiscal le cuesta a EE.UU. en torno a US$100.000 millones al año, un montante muy superior a la deuda acumulada por los paraísos fiscales.

En noviembre, en audiencias celebradas por el parlamento británico, los miembros de aquella casa interrogaron a ejecutivos de Amazon, Google y Starbucks acusados de evasión fiscal. En Francia, la agencia de recaudación fiscal envió a Amazon el cobro de impuestos atrasados impagados por valor de US$ 252 millones. El Gobierno australiano envió a Apple un cobro por valor de US$ 29,5 millones de impuestos atrasados. Las empresas alegaron que operan según los sistemas establecidos por los políticos y que pagan el impuesto que les es solicitado que paguen en los países en que operan.

La investigación más rigurosa puede llevar a las empresas a buscar refugio en lugares de baja carga fiscal, como Irlanda, que cobra un impuesto de renta corporativo del 12,5%, en vez de no cobrar impuesto alguno como en los paraísos fiscales. Un miembro del ministerio de Finanzas de Bahamas que no quiso que apareciera su nombre porque no tenía permiso para identificarse, dijo que aunque el país creara su primer impuesto corporativo, el efecto sería mínimo. "Si las empresas tuvieran que pagar un impuesto corporativo aquí, ellas pueden perfectamente dirigirse a otras jurisdicciones y decir 'Miren, estamos pagando aquí. Estamos pagando impuestos", dice.

Además, las tasas que los paraísos fiscales piensan cobrar son tan insignificantes comparadas con el montante de activos colocados allí, que es poco probable que haya un éxodo de empresas. "Habría sólo una tasa muy pequeña añadida a sus operaciones", dice Schneider. "No veo cómo eso podría perjudicar los negocios".

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Un golpe más doloroso. Las nuevas reglas contables pueden ser un golpe aún más doloroso para los paraísos fiscales. El año que viene, una de las exigencias más duras de EEUU para los paraísos fiscales entrará en vigor. La Foreign Account Tax Compliance Act (FATCA), aprobada en 2012 como parte de un proyecto de ley mayor, obliga a los bancos extranjeros y las instituciones financieras a compartir informaciones con el Servicio de Impuestos Internos de EEUU (IRS).

Por ley, las instituciones financieras extranjeras deberán divulgar el nombre, dirección, número de identificación del contribuyente, saldo de la cuenta y otras informaciones del titular al IRS. Las instituciones tienen hasta el 30 de junio de 2013 para llegar a un acuerdo con el IRS. Rechazar totalmente la consecución de un acuerdo puede salirle caro a los accionistas de los bancos, que estarían sujetos a una cuota del 30% sobre los rendimientos generados por las cuentas.

Los analistas dicen que la ley ayuda a hacer el sistema más transparente, pero tiene limitaciones. "La FATCA es un paso enorme que permitirá transformar el cambio automático de informaciones fiscales en patrón global, pero tiene la limitación de ser una medida unilateral introducida por EEUU, aunque permita la reciprocidad de intercambio entre los signatarios del tratado", dice Christensen. "Se admite hoy que el intercambio automático de informaciones sea el patrón global más eficaz para evitar la fuga de divisas. El próximo paso consiste en hacer ese patrón genuinamente multilateral comprendiendo varios países".

El Gobierno británico parece inclinado a introducir una versión propia de la FATCA que sería extendida a sus territorios y países anejos, como la Isla de Man y Jersey. Un borrador de la ley se filtró a la revista International Tax Review. El documento muestra que el Gobierno de Reino Unido exigirá los mismos niveles de transparencia que EEUU exige bajo la FATCA. "La decisión representa un golpe prácticamente fatal a la evasión fiscal a través de los paraísos fiscales de Reino Unido", concluyó la revista.

El Gobierno de Caimán, en una declaración a Knowledge@Wharton, dice que trabajó en asociación con la industria de servicios financieros en torno a nuevas tarifas e impuestos. El Gobierno distribuyó por correo electrónico borradores de las nuevas reglas para la industria antes de hacerlas públicas. "Para el año fiscal de 2012/2013, el Gobierno renueva el énfasis sobre las reducciones de gastos, que aliviaron las medidas tomadas respecto a los ingresos y que están en vigor actualmente", dice la declaración. El Gobierno ya dio marcha atrás respecto a un plan controvertido de imponer un impuesto del 10% sobre los trabajadores que trabajan en el exterior después de recibir críticas dentro y fuera del país.

El acto desafiador impuesto a las Islas Caimán muestra que hay un esfuerzo mayor en los paraísos fiscales para obtener nuevos ingresos sin amenazar a la comunidad empresarial que acogen. Según dijo Bruce Zagaris, abogado tributario de Berliner, Corcoran y Rowe, bufete de abogados de Chicago: "Toda jurisdicción tiene que considerar dos lados: aumento de ingresos de un lado y, de otro, la necesidad de continuar atrayendo inversiones que gestionan más empleos y más ingresos".

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