El país pasó de ocupar la posición 75 en el ranking de competitividad global que elabora el Foro Económico Mundial, al lugar 63.
En los últimos cinco años, la economía uruguaya se encareció fuertemente, aunque registró mejoras en el entorno macroeconómico que permitieron corregir parcialmente la posición competitiva.
Al medir la competitividad a través del Tipo de Cambio Real Efectivo Global (TCR), que calcula el Banco Central (BCU) en base a los precios internos medidos en dólares en Uruguay respecto a los precios internos medidos la misma moneda en países relevantes, se observa una caída de 28,6% entre 2006 y 2011.
El indicador exhibió deterioros respecto a los principales socios comerciales del país en los últimos cinco años, en especial con naciones desarrolladas como Reino Unido (-47,9%), Alemania (-39,2%) y Estados Unidos (-37,3%), así como en la región. Respecto a Argentina, la caída fue de 39,1% y de 14,9% frente a Brasil, principal destino de las exportaciones uruguayas. Con relación a China, el segundo mercado externo para los productos locales, el tipo de cambio real disminuyó 17,3%.
Sin embargo, al considerar otros factores de carácter estructural y microeconómico que también hacen a la competitividad de la economía, como la estabilidad institucional, clima de negocios, relaciones laborales, velocidad en que se ajustan los mercados, e infraestructura, entre otros, el país exhibe mejores resultados que hace cinco años. En ese período, Uruguay pasó de ocupar la posición 75 en el ranking de competitividad global que elabora el Foro Económico Mundial, al lugar 63. En igual período, Brasil pasó del puesto 72 al 53, y Argentina se mantuvo en el lugar 85.
Los aspectos de Uruguay mejor valorados por el Índice de Competitividad Global están asociados al impacto de la política hacia la inversión extranjera y los efectos en los negocios de la situación sanitaria del país, y los peor considerados refieren a las relaciones laborales. Los mayores avances se registraron en el ambiente macroeconómico.
“Suecia y Noruega son los países más caros del mundo y sin embargo son altamente competitivos”, dijo a El Observador el analista de CPA/Ferrere, Alfonso Capurro, al explicar que un país puede encarecerse y al mismo tiempo ganar competitividad.
El analista de Deloitte, Pablo Rosselli, dijo que “es notorio que la moneda local se apreció fuertemente en los últimos años, lo que es capturado por el TCR”, pero que “no es el único factor que está detrás de la competitividad, sino que hay muchos factores más”.
Más allá de los indicadores, “al final del día, la competitividad se relaciona a la rentabilidad de las empresas (...) y el intensivo proceso de inversión que muestra el país es señal de que los negocios alcanzan buenos resultados”, afirmó el experto.
De todas formas, Rosselli llamó la atención sobre la fortaleza que exhibe la demanda interna y sus efectos nocivos sobre la inflación, lo que impacta negativamente en la competitividad.
Por su parte, el economista Javier de Haedo, en declaraciones a radio Sarandí, afirmó que el gobierno debe poner el foco en la competitividad además de la inflación, al manejar datos de la evolución del TCR registrado en los últimos años. Respecto a la relación cambiaria con Brasil, De Haedo consideró que “seguimos bien y no hay que esperar grandes cambios en el corto plazo”. Subrayó que la evolución de la divisa estadounidense en Uruguay va a acompañar lo que ocurra en el país norteño pero mostró preocupación respecto al resto de los mercados.
Por su parte, el presidente de la Unión de Exportadores (UEU), Alejandro Bzurovski, expresó que “la situación se está agravando desde hace varios años –en referencia al tipo de cambio– , porque se sigue perdiendo competitividad, pero en otro contexto”, aludiendo a una perspectiva de caída de los precios de los commodities. Agregó que Uruguay perdió “el estribo”, con Brasil, en referencia a los reiterados dichos del presidente de la República, José Mujica.
Para la economista de la UEU, María Laura Rodríguez, la mejora de la competitividad debe incluir además del dólar y la inflación, aportes a través de otras variables macroeconómicas como los impuestos, las tarifas y los salarios.