Montevideo. Antes de que los aviones de Alas Uruguay empezaran a volar, el editorial del primer número de su revista de abordo resaltaba que la atención que recibirían los pasajeros tendría "una característica muy especial: Alas Uruguay estará a cargo de sus propios dueños". Esa particularidad tiene los días contados si se concreta su venta a una joven aerolínea chilena, como se anunció el jueves.
La compañía surgió como una alternativa de un grupo de extrabajadores de la desaparecida Pluna que, luego de que el Poder Ejecutivo decidiera liquidar la empresa en julio de 2012, resolvió empezar a armar un proyecto autogestionado para conservar sus empleos.
La cooperativa dio pelea para lograr que su emprendimiento tomara forma, proceso en el cual su único sustento fue la concesión por parte del Fondo para el Desarrollo (Fondes) de una línea de crédito por
US$ 15 millones durante el gobierno de José Mujica, un entusiasta de la autogestión obrera. En julio de 2014, el entonces presidente puso su firma en la resolución que posibilitaba que Alas Uruguay accediera a ese dinero.
Más allá de ese oxígeno financiero, el arranque de operaciones se dilató hasta enero de este año, cuando finalmente el primer avión de la aerolínea que se estrenaba despegó del aeropuerto de Carrasco rumbo a Asunción.
Pero las turbulencias en Alas Uruguay no acabaron una vez que empezó a volar. En los meses siguientes, hubo reiterados inconvenientes para comprar pasajes, pedidos al gobierno de más dinero y la búsqueda de un socio que la sacara del apuro financiero en el que se encontraba.
Eso se volvió más urgente cuando, el 24 de octubre, la aerolínea comunicó a la Dirección Nacional de Aviación Civil e Infraestructura Aeronáutica que suspendería sus vuelos por 60 días. La medida se debió a "razones operativas", sostuvo.
Luego de explorar varias fórmulas que no llegaron a buen puerto a lo largo de los últimos meses –se barajaron alianzas con las bolivianas Amaszonas y la estatal Boliviana de Aviación, entre otras– el jueves pasado se supo que las negociaciones con la chilena Latin American Wings (LAW) habían avanzado al punto que ambas empresas alcanzaron un "acuerdo marco" como "primer paso para su integración", según se informó en un comunicado.
La trasandina –que empezó a volar este año– comprará todas las acciones de Alas Uruguay, convirtiéndose así en responsable de su pasivo: además de los US$ 15 millones otorgados por el Fondes –que de concretarse la venta, en última instancia habrán sido destinados a una empresa que terminó en manos extranjeras–, se adeuda a proveedores (alrededor de US$ 5 millones), así como sueldos impagos (unos US$ 200 mil). En un "inicio", indicó el comunicado", se garantizará un "mínimo" de 75 puestos de trabajo. Es la mitad de la dotación que hoy compone Alas Uruguay.
"En el caso de que la auditoría legal y financiera de Alas Uruguay avance correctamente, se espera que la aerolínea vuelva a operar a la brevedad", dice el comunicado.
Ahora, la pelota está en la cancha del Poder Ejecutivo, que tiene que decidir si le da luz verde a esta venta o no. En caso afirmativo, la chilena gozará de más de un año (hasta enero de 2018) para comenzar a pagar el préstamo del Fondes, que tiene 24 meses de gracia desde el inicio de operaciones de Alas Uruguay. Si, en cambio, decide no aceptar la propuesta que llega del otro lado de los Andes, por el momento no hay otra alternativa firme para que la aerolínea vuelva a volar, según pudo saber El Observador.
LAW indicó que no hablará hasta que el gobierno uruguayo se expida. En tanto, la presidenta del directorio de Alas Uruguay, Sabrina Acevedo, transmitió a El Observador que "no hay noticias para dar" más allá del comunicado del jueves.