Mario Draghi y otros banqueros piden ampliar la presencia de títulos ABS en el mercado, conocidos por haber acelerado la burbuja inmobiliaria en EE.UU., que dio lugar a la crisis económica mundial de 2008.
La tarea del director del Banco Central Europeo, Mario Draghi, no es fácil: el presidente del Banco Central Europeo (BCE) redujo los intereses a un nivel récord, e inyectó a los bancos miles de millones en crédito a condiciones muy favorables, pero, a pesar de eso, la economía de la euro zona no parece repuntar. Y, como si eso fuera poco, se cierne sobre ella la amenaza de la deflación.
¿Qué hacer entonces? El Consejo del BCE debate acerca de un “relajamiento cuantitativo” según el ejemplo del Fed estadounidense, lo cual bombearía aún más dinero en los mercados. “Una medida podría ser que los bancos centrales compraran activos en grandes cantidades para reducir los intereses del mercado a largo plazo”, explica Keith Kuester profesor de Economía de la Universidad de Bonn.
Pero si el mismo Banco Central se convirtiera en un gran comprador, la cuestión estriba en qué es lo que compraría. Sólo estaría dispuesto a comprar títulos de deuda de países en crisis de la zona euro en caso de emergencia, pero entonces lo haría de manera ilimitada. Solo le quedaría entonces comprar deuda privada. Pero, por lo general, las empresas y los consumidores europeos piden crédito a los bancos. Mario Draghi preferiría, sin embargo, que todo eso circulara a través del mercado de capitales, como en EE.UU. “No es fácil desarrollar un programa de compra de deuda privada que sea amplio y, al mismo tiempo, no conlleve un riesgo para la estabilidad financiera”, dijo Draghi a comienzos de abril. “Por ese motivo, el BCE planea ampliar el mercado de acciones ABS”.
Mala reputación. ABS es la sigla de “Asset Backed Securities”, es decir, de títulos respaldados por activos, que son bonos o pagarés respaldados por activos financieros -con la excepción de las hipotecas residenciales o comerciales- es decir, por cobros pendientes de tarjetas de crédito y préstamos al consumidor.
Uno de los grandes emisores de esos valores bursatilizados es la filial financiera de la automotriz Volkswagen, la Volkswagen Financial Services, a través de la cual se financia o arrenda uno de cada dos automóviles Volkswagen en Alemania. Stefan Wolf dirige el área ABS de la firma y es responsable de transformar préstamos individuales en títulos de valores. “La expectativa de cobro de las futuras cuotas se vende a los inversores, que obtienen, por supuesto, intereses. Así, los inversores reciben la cuota mensual de nuestros clientes”, explica Wolf.
Pero no sólo Volkswagen, sino varias fábricas europeas de automóviles utilizan este sistema. La filial financiera transforma los créditos individuales creando paquetes de préstamos y convirtiéndolos en títulos de interés, y así los emite. Lo mismo se hizo con los créditos hipotecarios de la burbuja inmobiliaria en EE. UU., por lo cual se considera que fueron "aceleradores" de la crisis financiera mundial de 2008, y su reputación es muy negativa. A pesar de eso, Wolf subraya que “no hay una sola transacción ABS en el rubro automotriz que haya tenido fallas”.
Sin embargo, su credibilidad es muy baja, y eso tuvo consecuencias en el mercado europeo. “El mercado europeo se contrajo en cerca de un 80 por ciento desde la crisis financiera mundial, y no muestras signos de recuperación”, dice Richard Hopkin, director del departamento de Títulos en la Unión de Mercados Financieros de Europa (AFME), una organización formada por grandes bancos e inversores, con sede en Londres.
Hopkin subraya que los títulos europeos respaldados por activos no son comparables a las hipotecas “basura” de EE. UU., y que su margen de error siempre fue mínimo. “La bursatilización es solo un instrumento con el que los bancos se refinancian a sí mismos y manejan su nivel de riesgo”. Y como cualquier otro instrumento, se pueden hacer con él cosas buenas y cosas no tan buenas”, dijo Hopkin a Deutsche Welle. “Es como con los automóviles. No son ellos los responsables de los accidentes, sino quienes los conducen”.
En comparación con EE. UU., en Europa el mercado de los títulos bursatilizados es relativamente pequeño. Según datos de la AFME, en 2013 registró un volumen de 181.000 millones de euros en comparación con los cerca de 1.553 billones de euros en EE. UU.
Una cuestión de regulación. Para el BCE, el problema reside en la oferta limitada de títulos que podría comprar en el marco de una relajación cuantitativa. Por eso, Mario Draghi pide que se amplíe la presencia de los valores ABS en el mercado. Durante la conferencia del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial en Washington, el BCE y el Bank of England llamaron a no debilitar el mercado de los ABS imponiendo regulaciones exageradas. “Si el BCE promueve el mercado de los ABS, esa es una señal de que ese mercado es seguro y de que funciona”, sostiene Hopkin. Pero eso no garantizaría una vuelta al mercado de los inversores reales. Desde la crisis financiera, los títulos respaldados por activos fueron sometidos a regulaciones “muy severas”, dice el experto, con lo cual se espantó a los inversionistas.
El Comité de Supervisión Bancaria de Basilea y la Comisión Europea están verificando las exigencias de capital para los bancos y las aseguradoras, que también incluyen préstamos bursatilizados. Esas normas son claves para los inversores, ya que de ellas depende si el mercado vuelve a crecer o sigue deslizándose a niveles bajos, explica Hopkins. Las posiciones del sector financiero y del BCE son, en ese sentido, similares. Otro aspecto interesante en este desarrollo es el nuevo rol que asumirá el BCE a partir de octubre de 2014, es decir, el de organismo de supervisión de las grandes instituciones bancarias de la euro zona.