Las elecciones de octubre de este año parecen presentar un menor riesgo para los inversionistas que en cualquier transición previa en, al menos, 25 años.
Reuters. Brasil realizará elecciones este 3 de octubre para elegir al sucesor del presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Los candidatos con mayor respaldo son la ex jefa de Gabinete de Lula, Dilma Rousseff, del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), y el ex gobernador del estado de Sao Paulo José Serra, del opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).
Rousseff lidera en la mayoría de los últimos sondeos de opinión.
Las elecciones de octubre de este año parecen presentar un menor riesgo para los inversionistas que en cualquier transición previa en al menos 25 años, ya que los dos candidatos con mayor preferencia en los sondeos son de partidos importantes y no hay disidentes con una posibilidad real de ganar.
Aún así, existen importantes diferencias entre Serra y Rousseff. A continuación, algunas de sus posturas sobre temas clave:
Estabilidad económica. Serra, al igual que Rousseff, no se alejaría de las políticas de mercado que han asegurado estabilidad económica en la última década: un tipo de cambio flotante, control de la inflación y disciplina fiscal.
Disciplina fiscal. Serra es percibido por algunos como el más duro de los dos candidatos en lo que se refiere a disciplina fiscal, aunque no ha anunciado metas presupuestarias detalladas.
Rousseff mantendría una meta de superávit presupuestario primario del 3,3% del Producto Interno Bruto (PIB) hasta que la deuda neta caiga a 30% del PIB a fines de 2014, desde un 41,4% en junio.
Rol estatal en la economía. Rousseff favorece un estado fuerte en áreas estratégicas, como petróleo, banca y energía, aunque insiste en que las empresas privadas en esos sectores no serán perjudicadas.
También promete promover la eficiencia del Gobierno y la "meritocracia", y reducir la burocracia. Pero mantendrá los actuales beneficios a los funcionarios públicos.
Serra favorece un Gobierno fuerte y activo y aplaudió las medidas de estímulo fiscal de Lula durante la crisis global de 2008/2009.
Pero Serra, que autorizó la venta del banco estatal de Sao Paulo cuando fue gobernador de ese estado, es visto como más abierto a la privatización selectiva y afirma que no usará fondos estatales para promover fusiones y adquisiciones en el sector privado.
El candidato opositor propone fuertes políticas para desarrollar la industria nacional.
Banco Central. Rousseff ha dicho que mantendría la autonomía operacional del Banco Central y el estatus de su presidente como ministro del Gabinete.
Serra ha afirmado que el Banco Central debe estar en línea con la política económica del Gobierno y que el presidente de la entidad y el ministro de Hacienda deben pensar de manera similar.
Reformas estructurales. Rousseff y Serra coinciden en la necesidad de reformar el complicado sistema tributario de Brasil para alentar las inversiones, pero no han entregado mayores detalles.
Serra quiere reformar el sistema previsional mediante el recorte de los beneficios para algunos funcionarios públicos, mientras que Rousseff favorece una reforma que recaude más dinero para financiar el creciente déficit previsional y alteraría algunas reglas de jubilación.
Política monetaria. Rousseff ha dicho que mientras la carga de deuda de Brasil no disminuya considerablemente, el Banco Central tendrá que concentrarse exclusivamente en la inflación en vez de centrarse en la economía más amplia, incluyendo el aumento del empleo.
Serra ha sido más crítico de la política monetaria, afirmando que "la tasa de interés tiene que bajar, es sorprendente".
Tipo de cambio. Rousseff ha descartado buscar un tipo de cambio específico para la moneda de Brasil. Serra ha dicho que el real está "mega sobrevaluado" y que afecta a los exportadores, aumentando la preocupación entre algunos inversionistas de que podría favorecer políticas de mano dura.
Política exterior. Serra ha criticado los estrechos vínculos de Lula con aliados de izquierda en Latinoamérica y con Irán. La flexibilización de esos lazos podría afectar inversiones de energía en Bolivia y Venezuela, donde la petrolera estatal Petrobras tiene grandes inversiones.
También llamó a una reforma del grupo de comercio sudamericano Mercosur y a firmar más acuerdos bilaterales de libre comercio.
Rousseff favorece la continuación de los objetivos de la política exterior de Lula, incluyendo la integración regional y una mayor voz de los países en desarrollo en entidades internacionales.