La tasa de desempleo de las mujeres jóvenes es de 17%, mientras que la de los hombres es de 11%. Un dato revelador y que preocupa a la OIT es que 20% de los jóvenes no estudia ni trabaja, y de ese grupo la mayoría son mujeres (67%).
La crisis económica ha tenido un impacto dramático en los desafíos que enfrentan los jóvenes al buscar trabajo. A finales de 2009 se calculaba que había 81 millones de jóvenes desempleados en el mundo; es decir, 7,8 millones más que en 2007, revela el informe sobre el empleo juvenil en América Latina presentado por la Organización Internacional del Trabajo.
En Latinoamérica viven 104,2 millones de jóvenes en edad de trabajar; de éstos, cerca de 50 millones están trabajando o están buscando activamente un empleo.
La tasa de desempleo juvenil de la región es de 13% (6,7 millones), cifra 2,5% veces mayor a la tasa de los adultos, señaló el especialista regional en Trabajo Infantil y Empleo Juvenil de la Oficina Internacional del Trabajo de la OIT, Guillermo Dema Rey. En 2007 esa tasa se ubicó en 11%.
La tasa de desempleo de las mujeres jóvenes es de 17%, mientras que la de los hombres de 11%. Un dato revelador y que preocupa a la OIT es que 20% de los jóvenes no estudia ni trabaja y de ese grupo la mayoría son mujeres (67%).
El otro elemento clave es que en América Latina 16 millones de jóvenes tienen ocupaciones precarias, 5,1 millones son emprendedores y 7 millones trabajan como independientes. Sólo 37% de los ocupados cuenta con seguro de salud y un mismo porcentaje tiene un seguro de pensiones.
El promedio de ingresos de los jóvenes es de US$424 frente a US$788 de los adultos.
Crisis. Durante la crisis el desempleo juvenil aumentó a un ritmo más rápido que el desempleo global. Actualmente, ese grupo tiene entre dos o tres veces más probabilidades de estar desempleados que los adultos.
El nivel de desempleo aumentó en casi toda las regiones.
Informal. En América Latina, el porcentaje de trabajadores jóvenes que participan en la economía informal en la zonas urbanas creció 5,4% entre mediados de 2007 y mediados de 2009, para llegar a 51,4%; mientras que una cuarta parte adicional de los trabajadores jóvenes estaba empleada de manera informal por empresas que operan en la economía formal.
El aumento del número de trabajadores pobres previsto es probable que afecte a los más jóvenes, dice el informe sobre empleo juvenil 2010.
El problema es grave porque incluso en épocas buenas los jóvenes tienen dificultad en ingresar al mercado de trabajo, señaló Guillermo Dema Rey.
La crisis mundial del empleo ha agravado las dificultades de los jóvenes a tener acceso a los mercados laborales y trabajo decente, este último punto un aspecto clave de la estrategia de la organización para la década.
La crisis también ha aumentado el riesgo de exclusión social de jóvenes desfavorecidos. "Esto requiere la combinación de políticas específicas para superar las desventajas que enfrentan", detalla el informe.
Empresas privadas. Dema Rey dijo que vincular la experiencia laboral y la participación del sector privado aumenta las oportunidades de empleo, especialmente si los programas colocan a los participantes en empresas privadas.
Los paquetes integrales de servicios que combinan varios componentes relacionados con la demanda de trabajo, por ejemplo, incentivos fiscales, la iniciativa empresarial y la oferta de formación profesional y asistencia, pueden ser más eficientes que las medidas individuales.
La OIT exhorta a la aplicación de programas y políticas nacionales que ofrezcan incentivos a las empresas para que contraten a jóvenes y se promueva la iniciativa empresarial juvenil facilitando el acceso al financiamiento.
Género. En lo que respecta a la población joven que ni estudia ni trabaja, se observa que el porcentaje es muy superior entre las mujeres (28%) que entre los hombres (11%).
Esta diferencia es mayor en América Central, especialmente en Guatemala (42% versus 10%) y en Honduras (40% contra 5%) " y se reduce notablemente en países como Uruguay (23% versus 14%) o Venezuela (22%-12%).
En América Latina, los ingresos que sólo se dedican a estudiar se ubican en 34% (mujeres 36% y hombres 32%), y los que estudian y trabajan se colocan en 12% y 15%, respectivamente.
En el caso de los jóvenes que no estudian ni trabajan, que se ubica en 20%, el mayor componente lo tiene la mujer (con 28%) y los hombres, 11%.
El porcentaje de jóvenes que se dedica a estudiar es muy superior en el área urbana (36%) que en el área rural (22%), y los que solamente trabajan es superior en el área rural, 40%, mientras que en la urbana este número es de 32%.
De los jóvenes que no estudian ni trabajan, el mayor porcentaje de éstos se ubica en el área rural, con 26%, y en la urbana es de 19%.
Hay más jóvenes que no trabajan ni estudian en hogares de menores ingresos.
El 30% pertenecen a hogares ubicados en el primer quintil de ingreso y sólo 11% a hogares del último quintil.
La XVII Reunión Regional Americana, celebrada en Chile, en diciembre, se enmarcó en la "década del trabajo decente en las Américas", y se identificaron las buenas prácticas y experiencias exitosas para la prevención y erradicación del trabajo juvenil en "peores condiciones".