Monti enfrenta especial presión por las reformas laborales que son fuertemente resistidas por los sindicatos y por el partido democrático de centro izquierda, que respalda su Gobierno en el Parlamento en una coalición con la centro derecha.
El primer ministro italiano, Mario Monti, instó a China el sábado a que aumente sus inversiones en Italia y trató de garantizar a Pekín de que la crisis de deuda de la zona euro estaba cercana al punto de resolución y que las duras reformas económicas aprobadas por su Gobierno estaban funcionando.
En declaraciones después de reunirse con autoridades, incluyendo al primer ministro chino, Wen Jiabao, y el presidente de la Corporación China de Inversiones, Lou Jiwei, Monti dijo que había existido claro interés en mayor cooperación, pero no tenía medidas concretas que anunciar.
"No quiero ser demasiado ambicioso, pero mi esperanza es generar un poco de nuevo entusiasmo por Italia", dijo a periodistas.
En la última etapa de una gira que también ha incluido a Kazajistán, Corea del Sur y Japón, Monti reiteró las observaciones que había hecho en Tokio: que lo peor de la crisis parece haber sido resuelto.
"Nadie puede decir que la crisis de la zona euro está completamente superada, y creo que además sería una actitud peligrosa para la política italiana si es que cayéramos en un estado de complacencia", dijo a periodistas.
El Gobierno de Monti ha aprobado una serie de dolorosos recortes en el gasto, alzas de impuesto y reformas de pensiones para ayudar a rebajar la inmensa deuda pública de Italia, pero ha encontrado dificultades tras un inicial periodo de luna de miel en el cual la confianza del mercado mejoró notablemente.
Monti enfrenta a un delicado acto de equilibrio, ya que trata de persuadir a inversionistas internacionales de que su impulso para reparar las finanzas públicas está en marcha y al mismo tiempo calma el creciente descontento por las medidas de austeridad que han empezado a golpear duramente a los ciudadanos italianos.
El sábado, varios miles de personas tomaron parte en una marcha de protesta en la capital financiera de Italia, Milán, donde una oficina de Unicredit, uno de los principales bancos del país, fue dañada por bengalas lanzadas por los manifestantes.
Monti enfrenta especial presión por las reformas laborales que son fuertemente resistidas por los sindicatos y por el partido democrático de centro izquierda, que respalda su Gobierno en el Parlamento en una coalición con la centro derecha.
Monti dijo que las medidas, que debilitarían la fuerte protección laboral de la que disfrutan algunos trabajadores italianos, son necesarias para atraer la inversión extranjera y ayudar a hacer el mercado laboral más justo para los trabajadores más jóvenes.
El dijo que Lou Jiwei, de la Corporación China de Inversiones, había considerado invertir en Italia el año pasado pero que se había arrepentido, en parte por preocupaciones por la rigidez de las regulaciones al mercado laboral.