El boom del producto se debe en parte a que el sector frutícola chileno que está invirtiendo con mayor fuerza en innovación es el de la cereza, motivado por la retribución importante que existe entre la inversión en innovación y los resultados comerciales del producto.
Cobre. Es lo primero que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en las exportaciones chilenas. El mineral, denominado el “sueldo de Chile” por los locales, ha vestido por décadas la imagen de un país que ha focalizado sus esfuerzos productivos en los llamados commodities. Aunque ahora, en silencio, una pequeña fruta gana terreno y se expande productivamente por su larga y angosta geografía: la cereza.
Con 103.000 toneladas exportadas (avaluadas en torno a US$500 millones), durante el periodo 2014-2015, la cereza ostenta una clara solidez en su crecimiento, partidas que han convertido a la producción chilena, por sobre la de Estados Unidos, en el principal surtidor de este carozo en el hemisferio norte.
En cuanto a superficie de plantación, las cerezas se expanden y demuestran también su nuevo brío: 25.000 hectáreas que se traducen en una media de producción de 130.000 toneladas anuales.
Pero el boom de las cerezas chilenas tiene su principal justificativo en el precio alcanzado en el mercado chino. Marlene Ayala, profesora de la facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal de la Universidad Católica de Chile, explicó que “el 80 % de toda la cereza que se produce en Chile tiene como destino China. Es un mercado donde un kilo de cereza puede tener un precio de venta al público de algo más de 6 euros (alrededor de CL$4.400 o US$6,5), ya que los que consumen las cerezas son habitantes chinos con alto poder adquisitivo”. No es casual, entonces, que la principal época del año en que se abastece de cereza a China es durante la previa de la celebración de su Año Nuevo Lunar.
Avances, innovación y ciencia
El alza productiva de la cereza se genera cerca del año 2000, en la región central de Chile, y debido a la aceptación generalizada de la fruta en el mercado mundial, lo que produjo una inmediata seguidilla de plantaciones que comenzaron a avanzar hacia el sur del país.
Este cambio de latitud, hacia climas más fríos, obligó a los productores chilenos a blindar parte de su proceso con nuevas tecnologías y la ciencia.
En el caso del componente científico, tomaron relevancia los diferentes departamentos de investigación genética ligados a las empresas exportadoras, donde los científicos tenían como misión principal reforzar los atributos de la cereza chilena, con el fin de que sus propiedades se mantuvieran intactas, al menos, un mes y medio tras ser recolectadas. “Los investigadores chilenos han impulsado sistemas tecnológicos novedosos para el proceso de manufactura de la cereza”, refuerza el profesor de fisiología y tecnología de pos cosecha de la Universidad Católica de Chile, Juan Pablo Zoffoli.
“Básicamente, las temáticas de innovación en todas las industrias parten por necesidades; en este caso, el sector frutícola chileno ha tratado de solucionar sus problemas a través de tecnologías que son de fácil acceso a nivel internacional, basando todo su proyecto de desarrollo a corto, mediano e incluso largo plazo en ello. No obstante, dado que Chile se ha posicionado como un gran proveedor de frutas a nivel mundial, obliga a preparar una estrategia que no se sustenta con innovación traída desde el exterior”, detalló Zoffoli
El profesional indicó que un ejemplo de ello es el “Programa de Mejoramiento Genético de Carozos”, donde duraznos, nectarines y ciruelas tienen una amplia gama de aspectos que mejorar en el área de su conservación, aspectos que serían muy difíciles de abordar con una sola herramienta tecnológica. “Esto es lo especial de estos programas de mejoramiento, pues por un lado nos permiten identificar cuál es el problema de pos cosecha, para así finalmente identificar en los genes, a través de la combinación de mejoramiento tradicional de padres, que no tiene el producto que estamos buscando”, puntualizó.
Actualmente, el sector que está invirtiendo con mayor fuerza en innovación es el de la cereza chilena, pues hay una retribución importante entre la inversión en innovación y los resultados comerciales del producto. “Se está trabajando en una estrategia de diez a 15 años que sin duda, marcará de manera positiva a esta industria”, concluyó.
Números positivos
El volumen de exportaciones, durante el primer trimestre de 2017, alcanzó cerca de un millón de toneladas de cerezas, del que el 88% corresponde a fruta fresca y el resto a procesada, 13,3% más que el primer trimestre de 2016 y 5% más que el volumen exportado en el mismo período de 2015. La fruta fresca aumentó 14,6% en volumen.
El valor exportado este primer trimestre alcanzó US$1.686.587. El adelanto en las cosechas parece ser el principal factor que provocó el aumento en el volumen en los mercados, afectando a la vez, los precios de estos.
Desde el punto de vista anual, las cerezas registran disminución de los volúmenes exportados este primer trimestre, de 23 mil toneladas. Sin embargo, el análisis por temporada informa un aumento en el volumen exportado de 9%. La disminución registrada en el primer trimestre de 2017 sucede por un adelanto de la exportación hacia diciembre de 2016.
Dinamismo tecnológico
"Ningún consumidor se imagina el desarrollo tecnológico y la agregación de valor que hay detrás de un simple grano de cereza que, luego de ser cosechado, viaja tres semanas en barco y llega en perfectas condiciones a su mercado de destino en Asia, principalmente a China. Hay inversión, apuesta de futuro, desarrollo tecnológico y es un ejemplo de lo dinámico que es el sector agrícola chileno, además de que ahora pasa un buen momento y genera empleo, como la empresa Agrícola Garcés, que tiene más de 700 trabajadores", destacó el ministro chileno de Agricultura, Carlos Furche.
“La cosecha de la cereza chilena coincide con el Año Nuevo Lunar de China, lo cual es una feliz coincidencia para productores y vendedores. En los diez últimos meses, nuestras exportaciones de alimentos a China crecieron 16%", destacó Furche.