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El conflicto por el Esequibo entre Venezuela y Guyana: ¿por qué este territorio es tan reclamado y qué tan cerca estamos de una guerra abierta?
Martes, Diciembre 12, 2023 - 14:30
Fuente: Reuters

Un reclamo territorial que se remonta al siglo XIX ha evolucionado hasta nuestros días en una lucha por el control de grandes yacimientos de minerales e hidrocarburos. El desenlace es difícil de predecir y podría implicar una victoria o derrota total tanto para Venezuela como Guyana. 

Una cita clásica asegura que “el patriotismo es el último refugio de los canallas”.  Se trata de una frase que volvió a cobrar vigencia en la Venezuela chavista el pasado 3 de diciembre. Aquella jornada, el gobierno de Nicolás Maduro ganó el referéndum por la soberanía del Esequibo, región en disputa con Guyana, con el 95% de los votos. Si bien el Consejo Nacional Electoral (CNE) aseguró una amplia participación de 10 millones de votos, lo cierto es que se reportaron locales de votación desiertos en Caracas y otras ciudades.

Pese a esta nueva crisis de legitimidad, el pasado 8 de diciembre, Maduro firmó seis decretos ejecutivos que implican la anexión formal de la “Guayana Esequiba” al territorio venezolano, la elaboración de un nuevo mapa oficial del país y la concesión de la ciudadanía venezolana a los habitantes del Esequibo, entre otras medidas arbitrarias. 

El reclamo venezolano por este territoio se da en un contexto en que la popularidad de la liberal María Corina Machado viene crecied tras su victoria en las elecciones primarias de la oposición que han abierto la posibilidad de una derrota chavista. El gobierno de Maduro ha jugado sus cartas al inhabilitar a Machado, pese a las críticas y amenazas de Estados Unidos y la Unión Europea. Ahora, el conflicto del Esequibo podría tratarse de una nueva estrategia para distraer la atención en torno al debate sobre la transparencia de las elecciones presidenciales de 2024. Pero, ¿por qué es tan importante este territorio en disputa?

En líneas generales, el Esequibo es un territorio de 160.000 kilómetros cuadrados, administrado de facto por Guyana, una pequeña ex colonia británica habitada en su mayoría por descendientes de africanos e indoasiáticos. A su vez, el Esequibo limita con el río homónimo al este, Brasil al suroeste y Venezuela al noroeste. Se compone en su mayoría de selvas espesas y por ende, se encuentra escasamente poblado, a tal punto que si bien ocupa dos tercios del territorio de Guyana, en la práctica solo posee un tercio de sus 800.000 habitantes.

Pero más allá de su biodiversidad, el Esequibo es famoso por su riqueza en recursos naturales. Se pueden encontrar minerales como oro, diamantes, bauxita, cobre, hierro y uranio, así como yacimientos de petróleo y gas natural. Cabe resaltar que Guyana no ha sido ajena a esta riqueza y gracias a la explotación de los pozos petrolíferos consiguió que su PBI se expandiera en 57,8% para 2022. No extraña entonces que ante un estancamiento en su producción petrolera, el gobierno venezolano observe a este territorio como una herramienta fácil para recuperar poder económico y por ende, político, en su hora más oscura. 

UN VIEJO RECLAMO

Sin embargo, tras la codicia del chavismo se encuentra una larga historia de reclamos y arbitrariedades. Para empezar, durante la etapa colonial, España reconocía al Esequibo como parte de la entonces Capitanía General de Venezuela. Posteriormente, el territorio fue incluido en los mapas de la primera República de Venezuela (1811) y la Gran Colombia (1820).

Finalmente, la actual Venezuela (1830) definió al río Esequibo como su frontera oriental, aunque ya para entonces, la suerte estaba echada. Años antes, en 1814, el Reino Unido adquirió unos territorios de los Países Bajos al este de Venezuela. Sin embargo, como la frontera occidental nunca se definió de forma clara, las autoridades británicas aprovecharon para avanzar hacia el oeste, en territorio venezolano. De esta forma, el Esequibo quedó en manos del Reino Unido y por ende, de la futura Guyana. 

Y si bien, en las próximas décadas, Venezuela denunció esta apropiación territorial en distintos foros y acuerdos, las negociaciones nunca avanzaron a un punto favorable a Caracas. Quizás lo más cercano a una compensación fue el Acuerdo de Ginebra (1966) entre Venezuela y Reino Unido: allí, ambos países reconocieron al Esequibo como un territorio en disputa. Sin embargo, meses después, Guyana ganaría su independencia y el diálogo volvió a suspenderse.

Tras la asunción al poder de Hugo Chávez en 1999, las relaciones bilaterales entre Venezuela y Guyana dieron un giro de 180 grados. La ex colonia británica, gobernada por el socialista Partido Progresista Popular, estrechó lazos con Caracas por afinidad ideológica. Aunque también había un trasfondo pragmático: Guyana necesitaba energía a bajo precio y afiliarse al programa Petrocaribe de Chávez fue la solución.

En 2004, el presidente venezolano congeló el reclamo histórico sobre el Esequibo y en los años siguientes, Guyana recibiría crudo a precio subsidiado. Irónicamente, esta política complaciente hacia Georgetown fue avalada por el propio Nicolás Maduro, canciller de Venezuela por aquel entonces.

Finalmente, los problemas se reanudaron en 2015, cuando la petrolera estadounidense Exxon Mobil descubrió un yacimiento petrolífero en la costa atlántica del Esequibo. Solo bastó con jalar el hilo de la madeja para descubrir que aquella región inhóspita era rica en minerales e hidrocarburos.

GUYANA ANTE LA RIQUEZA PETROLERA

Pese a la retórica nacionalista del chavismo, Guyana aún controla el Esequibo y sus recursos naturales. Más importante, ha sacado provecho al conceder licencias de explotación a petroleras extranjeras y el masivo crecimiento económico de los últimos años. Aunque se mantiene en duda cómo un país de escasa población e infraestructura puede asimilar tal flujo de capitales.

“Un crecimiento de 57% no es normal. De hecho, Guyana ha entablado conversaciones con el Fondo Monetario Internacional para impulsar reformas en su política monetaria y fiscal. Es necesario, porque un crecimiento de esas cifras dispara la demanda y los precios”, advierte Juan Carlos Ladines, economista, analista internacional y docente del Departamento Académico de Marketing y Negocios Internacionales de la Universidad del Pacífico. 

Por su parte, el destino de los ingresos también es otro punto a discutir. “Ante este boom petrolero en Guyana, cabe preguntarse si va a generar una redistribución real de recursos. Además, una parte debería destinarse a la protección, al gasto militar. No me refiero a un sentido bélico, sino a proteger los recursos naturales en disputa con Venezuela”, afirma Ladines.

En cuanto a la posibilidad de una invasión militar de Venezuela, Ladines no la descarta, debido a la existencia de un contexto internacional donde las guerras regionales han vuelto al tablero. Sin embargo, Maduro podría triunfar solo si la ocupación del Esequibo es rápida y efectiva. Si se transforma en una guerra de desgaste como la librada entre Rusia y Ucrania, las posibilidades de fracaso militar y político serán mayores.

A su vez, el analista considera que en una eventual derrota, los militares venezolanos podrían incendiar los campos petrolíferos del Esequibo durante su retirada, tal como hiciera Irak en Kuwait tras su derrota en la guerra del Golfo (1991). Y a pesar que la diferencia numérica entre los ejércitos de Venezuela y Guyana es abismal (123.000 contra 4.500 efectivos), la geografía agreste del Esequibo podría dificultar el avance venezolano.

En contraste, Ramiro Escobar, analista internacional y docente en la Academia Diplomática de Perú y la Pontificia Universidad Católica de Perú, se muestra escéptico ante las amenazas de Maduro. “Una guerra requeriría una fuerte inversión militar, una movilización de la población. Y creo que muchas de las personas que votaron en el referéndum no se plegarían a una propuesta de este tipo”, sostiene Escobar.

Además, el analista duda que Maduro disponga de la suficiente cohesión interna para lanzar un ataque militar. “Ya está siendo presionado políticamente por Brasil, un país encabezado por Lula da Silva, presidente que algunos ven cercano a Maduro, pero que en realidad es un presidente más autónomo. También está siendo presionado por Estados Unidos y la OEA, así que el chavismo no tiene el marcador a favor para invadir Guyana. Además, no hay una agresión previa que justifique una escalada militar”, aclara.

Pero aunque se mantenga el status quo, Guyana aún está lejos de ser una “potencia petrolera”. Según Escobar, el país caribeño debería aplicar políticas autónomas respecto a la explotación de hidrocarburos. Esto implicaría la fundación de una empresa estatal como PDVSA, a la usanza venezolana, para explotar el crudo. Solo así, Georgetown podría aumentar su peso económico en una región sudamericana donde siempre ha jugado un papel discreto. “Es un país interesante desde el punto de vista ecológico, tiene alta biodiversidad, igual que su vecino Surinam, pero a nivel comercial tampoco significa mucho”, resalta Escobar. 

Sin embargo, a su vez destaca que la intervención de empresas estadounidenses como Chevron y Exxon Mobil en la industria petrolífera, posicionan al país como un punto importante de negociaciones comerciales. Bajo esa premisa, Juan Carlos Ladines opina que las petroleras serán actores importantes en el desarrollo del conflicto internacional. Porque si bien Maduro puede invadir el Esequibo y exigir a las petroleras que extraigan crudo en su beneficio, a largo plazo esto tendrá consecuencias nefastas.

“Puede usar el dinero de este petróleo para programas sociales o incluso, su campaña electoral. Pero va a tener un costo futuro: me recuerda a los casos de Argentina y Bolivia que nacionalizaron sus industrias de hidrocarburos, pero terminaron por desanimar a la inversión extranjera. Y así no han podido abrir muchos más yacimientos”, asegura Ladines.

EL FUTURO DE LAS ELECCIONES DE 2024

Oficialmente, los venezolanos acudirán a las urnas en octubre de 2024 para elegir un nuevo presidente. En un escenario de polarización entre la continuidad del chavismo y la oposición frontal de María Corina Machado, Ladines considera que Maduro podría exacerbar la “unidad nacional” por el conflicto del Esequibo. “Definitivamente va a usar este sentimiento en las elecciones y creo que eso complica un poco a la derecha venezolana. El gobierno va a cuestionar si promueven un discurso bélico o no. Además se sacaría del primer plano la rehabilitación de los candidatos suspendidos como Machado”.

Por otro lado, Escobar no descarta que Maduro utilice el conflicto como excusa para suspender o postergar las elecciones presidenciales. El rechazo de Machado al referéndum territorial también podría convertirse en un problema para la oposición. “En ese caso, Maduro puede acusar a Machado de ser una traidora a la patria y así justificar la inhabilitación de su candidatura”, opina.

A simple vista, parecería el escenario perfecto para que el chavismo retenga el poder por seis años más; no obstante, Escobar considera que el “proyecto bolivariano” se encuentra en una situación de naufragio. “A estas alturas, Maduro ni siquiera respeta la Constitución de Chávez”, reconoce. 

A largo plazo, en el plano internacional, se espera que los países de la región continúen presionando por una solución diplomática para el conflicto. Pero el hecho que Maduro rechace cualquier intervención de la Corte Internacional de Justicia en la disputa abre un panorama de posibilidades que se alejan cada vez más de la paz. No se sabe quién finalmente aprovechará los recursos del Esequibo. Aunque el perdedor afrontaría quizá la peor crisis de su historia. 

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Autores

Sergio Herrera Deza