Según el reporte del banco suizo Julius Baer, el ciclo económico actual no anticipa extremos, respaldado por tasas de interés sólidas y una perspectiva estable. Y se prevén condiciones financieras restrictivas en el primer semestre de 2024, con expectativas de un nuevo ciclo económico a partir de 2025.
"No esperamos ni un auge ni una caída del crecimiento económico. Las tasas de interés están respaldadas por un sólido crecimiento de la inversión. Se ha avanzado poco para evitar los obstáculos para el crecimiento en China y las elecciones estadounidenses son, en el mejor de los casos, un acontecimiento secundario o una distracción".
Así lo afirma el reporte 'Comienza un nuevo ciclo', del banco suizo Julius Baer, donde se indica que, mientras termina el ajuste de la política monetaria que se produjo como consecuencia de la pandemia por el COVID-19, se prevé que las condiciones financieras restrictivas limiten el crecimiento económico en el primer semestre de 2024.
"Sin embargo, la inflación debería seguir cayendo hacia la zona de bienestar de los bancos centrales, ya sea por desgaste natural o después de una crisis. Probablemente, los primeros recortes de tasas en el segundo semestre del año sentarán las bases de un nuevo ciclo económico a partir de 2025", advierte el estudio, redactado por nada menos que cinco analistas de la entidad suiza: Mathieu Racheter, Head of Equity Strategy Research, David Alexander Meier, Economic Research,Carsten Menke, Head Next Generation, Norbert Rücker, Head of Economics & Next Generation Research, y Christian Gattiker, Head of Research.
Y es que más allá de la normalización de la demanda tras una crisis, la causa está relacionada sobre todo con la oferta, ya que el reacondicionamiento de las cadenas de suministro mundial a raíz de las tensiones geopolíticas, sumado a la presión demográfica sobre la población activa en Occidente y en China, podría limitar la mano de obra disponible en el futuro y presionar al alza los salarios.
Por ello se considera que los Gobiernos y los bancos centrales occidentales optarán por aceptar una inflación algo más alta (alrededor del 3%) para no descarrilar la recuperación económica con políticas demasiado restrictivas. En ese sentido, en 2024 se espera una tasa promedio de inflación del 2,7% en Estados Unidos, una desaceleración al 2,3% en la zona euro y al 3,2% en el Reino Unido. Para China, la presión deflacionista se mantiene en el 1,4% previsto.
Asimismo, su postura con respecto a la inversión es que, tras un posible inicio agitado de 2024, podría volver la confianza, pues las perspectivas para 2025 en adelante deberían descontarse en el segundo semestre del año.
Por otro lado, en razón a sus proyecciones por clase de activo, se considera que el efectivo debe adquirir una posición táctica y transitoria, ya que las tasas a corto plazo podrían ser más bajas en 12 meses.
Además, la renta fija debería asegurar rendimientos reales atractivos con bonos de calidad, puesto que actualmente se sobrepondera el mercado de bonos en divisa fuerte de mercados emergentes.
Los bonos en francos suizos (CHF) deberían seguir beneficiándose de su condición de refugio.
Por otro lado, la renta variable debe enfocarse en sectores de crecimiento de calidad y en determinados sectores defensivos. “En Asia, nos decantamos por Japón, India, Corea del Sur y Taiwán. Las acciones brasileñas son una buena oportunidad de compra en América Latina”, considera JBaer.
También se reporta que el dólar estadounidense debería mantenerse dentro de su rango en 2024, esto al mismo tiempo que la apreciación del yen (JPY) se moderará, pero sin desbaratar el carry trade —estrategia de divisas que consiste en financiarse en monedas con bajas tasas de interés, convertir esos fondos monedas con mayores tasas de interés e invertirlos en instrumentos financieros en dichas monedas— mundial.
Finalmente, de acuerdo con el análisis técnico, los rendimientos de los bonos se estabilizan y queda atrás la pesadilla de diez años de rentabilidad cero.
La renta variable estadounidense debería volver a ofrecer un rendimiento superior y los títulos de crecimiento fuera de Estados Unidos deberían estabilizarse.
En divisas de mercados emergentes, el peso mexicano (MXN) y el real brasileño (BRL) deberían conservar su fortaleza.