Escrito hace más de cuarenta años, el icónico libro del autor uruguayo no es el que resume la esencia de su literatura. Por eso, él mismo el año pasado tuvo la valentía de advertirlo: "No me arrepiento de haberlo escrito, pero es una etapa que, para mí, está superada".
“No sería capaz de leerlo de nuevo. Caería desmayado”. Así declaró Eduardo Galeano en abril del año 2014, al ser consultado sobre su libro icónico "Las venas abiertas de América Latina".
La publicación, que ganó el premio Casa de los Américas en 1971, sigue ubicándose aún hoy en la cabecera del pensamiento de izquierda en el continente, ya que subraya cómo -a su juicio- las riquezas naturales de la región han sido explotadas por las élites y las potencias extranjeras, en detrimento de las grandes mayorías.
El libro le fue obsequiado al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, el año 2009 por el fallecido mandatario de Venezuela -Hugo Chávez- durante la Quinta Cumbre de las Américas. En esa ocasión, el libro saltó del lugar 60.000 al top ten de publicaciones vendidas en Amazon.com en un solo día.
Sin embargo, más de cuatro décadas después de su publicación y cinco del mediático regalo de Chávez, el propio Galeano dio su punto de vista. "No me arrepiento de haberlo escrito, pero es una etapa que, para mí, está superada".
Fue una opinión valiente, porque fue una frase que facilitó su manipulación. "Galeano se arrepiente de Las venas abiertas", fue la gran noticia por todos lados. Sin embargo, lo que el autor hizo fue algo coherente con su literatura, con el ojo que siempre trató de poner en práctica: la realidad es dinámica, cambiante. La naturaleza tiene verdades eternas, pero el ser humano es una especie que se va adecuando, que no olvida su pasado y que debe aprender de él.
La muerte del escritor, periodista y narrador si bien no sorprendió a quienes conocían el estado de su cáncer al pulmón, sí lo hizo en el público que en las redes sociales ha manifestado su estupor. Más allá de "Las venas abiertas", Galeano fue la voz de la memoria en un continente embelesado por los espejos.
Su verdadera mirada se centró en recuperar la forma de entender el mundo de las culturas aborígenes, que es -a su juicio- hacia donde las sociedades latinoamericanas debieran mirar y aprender. El planteamiento mayor de Galeano no está en el libro que regaló Chávez. Está en toda la literatura que rescató el inconsciente colectivo, un pasado que no se quiere reconocer y cuya sabiduría es más potente que cualquier tarjeta de crédito o política de Estado.
El otro pilar en la que Galeano centró su pasar fue la conciencia en torno a las paradojas de la historia, en un continente pródigo de ellas. En junio de 2008, el grupo de países que conforman el Mercosur lo distinguió con la primera versión del Ciudadano Ilustre de América Latina.
Juntando esas grandes corrientes de su literatura, Galeano compartió el caso de una líder boliviana exiliada por los militares en Europa, que una vez le comentó al escritor con emoción lo agradecida que estaba de los suecos que le brindaron asilo, pero que -por otro lado- le daba tanta pena verlos.
“¡Tan solos que estan! ¡Bebiendo solos, comiendo solos, hablando solos! Me dan ganas de decirles júntense, júntense”. Y Galeano recalcó: “¡Cuánta razón tiene! Porque, digo yo: ¿Existen los dedos si no se juntan en la mano? ¡Juntarnos! Y no sólo para defender el precio de nuestros productos, sino también para defender el valor de nuestros derechos", destacó al recibir el premio.
Subrayando la necesidad del continente por asumirse con una fuerte y sólida historia detrás, Galeano planteaba que "la primera etapa necesaria para que estas tierras recuperen el olvidado orgullo de ser ellas mismas, es acabar con esta práctica que hemos llevado adelante con tanto entusiasmo durante siglos, trabajando tan fervorosamente por nuestra propia perdición, creyendo que todo lo bueno viene desde arriba y viene de afuera. En vez de eso, deberíamos aceptar lo que la realidad nos dice cada día: que lo que de veras vale la pena, viene de adentro y suena desde abajo".
Una tercera parte en los reales pilares de la literatura de Galeano es el fútbol. "Los niños cuando juegan a la pelota no tienen la finalidad de la victoria, quieren apenas divertirse. Por eso, cuando surgen excepciones como Messi y Neymar son para mí unos verdaderos milagros en el deporte de hoy", dijo en una entrevista.
Para el escritor, “este deporte se parece a Dios en la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales”.
Sus textos, su profunda voz, pasan ahora a ser parte del viento que él mismo se esforzó en dar a conocer. Más allá de "Las venas abiertas de América Latina", Galeano realmente resopla en textos como "Memorias del fuego", "El libro de los abrazos", "Las palabras andantes", "Patas arriba: Escuela del mundo al revés" y, por supuesto, "El fútbol a sol y sombra".