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Educación 2.0: tecnología dentro y fuera de las aulas
Lunes, Julio 19, 2010 - 17:39

Según los expertos, la implantación de las nuevas tecnologías en las salas de clases no sólo permite desarrollar las capacidades de los alumnos, sino también incentivar el desarrollo económico del país.

Con el paso de los años, las necesidades educacionales, tanto de alumnos como de profesores, se han ido adaptando al entorno, a la evolución de la sociedad y, por ende, al crecimiento económico. Teniendo en cuenta la globalización en red, la compresión del tiempo y el uso de las tecnologías para mediatizar las relaciones humanas, las salas de clases han incorporado nuevas herramientas de trabajo, cada vez más esenciales para el aprendizaje.

En este contexto, surge la llamada educación 2.0, emanada de las transformaciones estructurales asociadas a la sociedad de la información y el conocimiento. En ella, los computadores portátiles, teléfonos inteligentes, libros electrónicos y otros aparatos, forman parte de las aulas de colegios, universidades y escuelas de negocios, acercando la tecnología a los estudiantes y transformando, de paso, la tradicional forma de enseñar de los académicos.

Hoy en día, para contactar a un profesor ya no es necesario acudir al centro de estudios. Desde cualquier lugar, mediante dispositivos móviles de última generación, es posible intercambiar correos electrónicos, acceder a los sitios web de las universidades, interactuar en las plataformas e-learning, e incluso asistir a clases mediante videoconferencias. Calificaciones, resultados de pruebas, documentación, bibliografías o tutorías virtuales, son algunas de las gestiones que es posible realizar desde donde se encuentre.

Para lograr este objetivo, distintas empresas han ideado programas computacionales que permiten a alumnos, profesores y a la comunidad académica en general, interactuar de manera instantánea. Un ejemplo de ello es SunGard Higher Education, orientada a crear soluciones tecnológicas para para hacer más eficiente el trabajo de las universidades del mundo. Con más de 1.600 clientes, la compañía se ha posicionado como líder en consultoría estratégica y administración de tecnología en instituciones de educación superior. "Cuanto más uso se hace de la tecnología, más crece el interés por seguir aprendiendo y descubriendo. Por ello, hoy en día la educación sin tecnología es imposible", dice Hugo Reyes, directivo de la empresa.

Además de instalar los servicios tecnológicos requeridos por las casas de estudio, la empresa capacita al personal docente y administrativo en el uso de las nuevas herramientas, y promueve prácticas de trabajo en red que supongan una gestión de recursos compartidos. "Implantar tecnologías para la innovación en la educación superior y hacer campus digitales más flexibles, ágiles, escalables, seguros y convenientes en cuanto a costos, incrementa el potencial en demanda informática de todo el ciclo de la vida del aprendizaje”, afirma Reyes.

A juicio del experto "si conseguimos que todas las instituciones educativas de América Latina tengan acceso a la tecnología, se dará un salto muy grande en el sistema educativo de los países y, por ende, en la economía, ya que es una cadena de evolución enfocada al futuro de los profesionales".

No todos por igual. El desarrollo económico, las inversiones del sector público en I+D y la centralización, son factores que indican que no en todos los países puede darse el mismo nivel de desarrollo tecnológico, ya que existen limitaciones económicas que dificultan el acceso globalizado a este tipo de herramientas.

John E. Puckett, director de The Boston Consulting Group, explica que -sin duda- existen necesidades comunes para todos los gobiernos latinoamericanos, como son “el acceso a una educación de calidad, la apuesta por la innovación y tecnología, y el capital humano”. En ese sentido, Hugo Reyes, de Sungard, especifica que el proceso de desarrollo tecnológico debiera partir desde las empresas privadas. “Las compañías deben tener la capacidad de convencer de las utilidades de los productos, llevarlos al mercado, darlos a conocer, que formen parte de la realidad de los consumidores y que los gobiernos sean partícipes de esas utilidades y hagan posible su aplicación a los sistemas educativos”, dice.

Luis Ramírez, académico de la Universidad de Chile, señala que el uso de tecnología, en el contexto de la educación superior, podría tener relación con el desarrollo económico en la medida que sirva como catalizador de usos posteriores. “Si un estudiante experimenta con diversas tecnologías durante su educación, es más probable que más adelante se anime a explorar usos comerciales o productivos potenciados por tecnologías. Pero obviamente hay que entender el tema dentro de una cultura que favorezca emprendimientos de este tipo. Más aún, hay que entenderlo como parte de una estrategia país en que las tecnologías aparezcan asociadas a un modelo de desarrollo”, dice.

Sin embargo, el académico, quien desde 1996 hace uso de diferentes herramientas tecnológicas en el desarrollo de sus clases, insiste en que es un error hablar de incorporar tecnologías en general, ya que lo ideal es precisar cuáles de ellas se requieren y cuál será la utilidad de cada una. “Poner computadores e Internet dentro de las salas de clase en las universidades no tiene ningún sentido si no se inserta en un proyecto educativo y más aún si no hay una comprensión de la comunidad universitaria sobre lo que se quiere conseguir. Me parece que en ocasiones se adopta la tecnología sólo para representar status o como símbolo de modernidad. Eso es un derroche de recursos”, afirma.

No cabe duda de que las condiciones están dadas para que las instituciones educativas de América Latina alcancen niveles razonables de acceso a las TIC. Lo importante, según los expertos, es encontrar un uso relevante a esas tecnologías y promover el desarrollo de éstas, de acuerdo a las necesidades de cada país.

Autores

Cristina Vílchez