En América Latina, con el crecimiento económico millones han entrado a la clase media y tienen acceso a créditos de consumo. Sepa de los riesgos del endeudamiento y por qué se hace necesario garantizar la socialización de la educación financiera.
Hace años, en una entrevista concedida a AméricaEconomía, el profesor de Estrategia Global de IESE Business School y más recientemente también de NYU Stern Pankaj Ghemawat advertía que el volumen de individuos con instrucción en management estaba en correlación directa con las potencialidades de desarrollo económico y social. Lo mismo se puede decir acerca de la cantidad de ciudadanos que en cada país demuestran poseer conocimientos sobre finanzas. Es por eso que a lo largo del continente, autoridades públicas y actores privados debaten sobre cómo impulsar la alfabetización financiera de la población.
Por ejemplo, en EE.UU., hasta junio de 2014, 28 estados además de Puerto Rico habían introducido propuestas de ley sobre educación financiera a debatir en sus legislaturas. En la Florida, abril se ha decretado como el “mes la alfabetización financiera” y también ha adoptado estándares para incluir la materia en su enseñanza media. En Argentina, como parte de un iniciativa privada, Banco Galicia impulsó el Programa de Educación Financiera, que auspició clases de este tema dictadas en 303 escuelas a más de 9.800 estudiantes.
En efecto, determinados elementos hacen que en América Latina resulte imperativo asegurarse que los consumidores dominen al menos lo básico del manejo de sus finanzas personales. A raíz del crecimiento económico experimentado en la región durante la última década, los niveles de pobreza se redujeron y la clase media se ha engrosado. Muchas más personas tienen ahora acceso a servicios financieros -en especial varios tipos de crédito- que no poseían antes. Como consecuencia, los volúmenes de deuda han aumentado, si bien no a niveles de EE.UU. u otros países europeos, sí lo suficiente como para prestar más atención.
Panorama en los países
Precisamente en Argentina, aún el nivel de endeudamiento de los consumidores “no es un tema de preocupación, como podría serlo en otros países de América Latina, como por ejemplo Chile o Brasil, es así porque para que haya una crisis atada al endeudamiento es necesario que existan mercados desarrollados de crédito a largo plazo, como el de préstamos hipotecarios y para educación”, dice Gabriel Basaluzzo, director de la Maestría en Finanzas de la Escuela de Administración y Negocios de la Universidad de San Andrés (Udesa).
Basaluzzo agrega que la propia inestabilidad económica del país “hace que el mercado de crédito no tenga ni la profundidad ni el nivel de riesgo necesarios par constituir un problema relevante”.
Por otro lado, en el gigante sudamericano, el volumen de crédito respecto al PIB ha crecido significativamente durante la última década, alcanzando casi 49% del mismo, según cifras publicadas por el Fondo Monetario Internacional en 2012. El crédito al consumidor brasileño fue el que escaló con más fuerza, llegando a representar 46% del crédito total. “Una transformación estructural ha ayudado a elevar la oferta y demanda de crédito, marcada por la entrada de capitales que han proveído liquidez a los bancos y el desarrollo de un mercado doméstico para el capital. Esto ha impulsado el suministro de créditos, sumado a un entorno donde ha imperado la estabilidad económica, asociada a un mejor ambiente para los negocios, un mercado de trabajo fortalecido y más movilidad social, lo cual también ha ayudado a generar más demanda por crédito tanto de corporaciones como de individuos”.
En tanto, aunque los números macro aún no despiertan alertas, quienes conocen el contexto brasileño sí llaman la atención sobre cómo los brasileños manejan sus finanzas. Mauro Miranda, director de Programación y Educación en la CFA Society Brazil, explica que los brasileños no cuentan con una educación financiera sólida y por eso no pesan los argumentos de la manera más correcta a la hora de decidir sobre sus inversiones y sus deudas. “Los consumidores tienden a preocuparse por ser capaz de pagar cada cuota mensual, miran sólo si esa cantidad se ajusta al salario mensual, prestando poca atención al plan integral de la compra que puede llegar a ser de doce, quince o 18 cuotas de la misma cantidad. Ciertamente es poco probable que de esta forma adquieran un nivel de deuda grande, pero al final terminan pagando mucho más de lo que habrían estado dispuestos a pagar, si realmente comprendieran el efecto de la tasa de interés”.
El comportamiento del consumidor brasileño tiene raíces culturales e históricas, luego de que el país atravesara períodos de volatilidad macroeconómica e inflación alta. Por eso, “los brasileños suelen destinar sus inversiones hacia los bienes inmuebles, y mantener cuentas de ahorro, evitando instrumentos financieros más 'complicados'”, refiere Miranda.
A partir de los cambios más recientes en la economía global, Brasil ha experimentado dos contracciones consecutivas que derivan en una recesión por concepto técnico. En medio de la situación actual, la educación financiera de los consumidores explica la tendencia actual de los brasileños a evitar el crédito. De acuerdo a análisis publicados en Forbes, el crédito de consumo se ha reducido, la cantidad reportada de compradores que usaron crédito bajó de 40% a 32%, “no es que los brasileños hayan dejado de gastar, sino que han sustituido el crédito por el efectivo”.
Mientras tanto, en Chile, resultados estadísticos del Banco Central correspondientes a 2013 reflejan que la deuda bancaria por hogar está bajo control, con una incidencia más alta en los estratos de más alto poder adquisitivo. Mientras tanto, la deuda de consumo más extendida se tiene con las casas comerciales y abunda más entre los estratos de ingresos menores. Según Cristián Echeverría, director del Centro de Estudios de Economía y Negocios de la Universidad del Desarrollo (UDD), “esto puede llevar a que las personas se vean bajo condiciones de pago y crédito más perjudiciales, en el sentido que los intereses suelen ser más altos, pueden llegar recargos y demás”.
En ese sentido, Basaluzzo señala que la oferta de préstamos en Argentina es conservadora, tanto la bancaria como de cadenas de consumo, y concentrada en el corto plazo, sin superar los dos años, “para plazos más largos, de cinco a veinte años, las tasas variables y las elevadas relaciones cuota-ingreso constituyen una barrera de entrada que hace que el riesgo de sobre-endeudamiento sea prácticamente inexistente.”
Por su parte, Echeverría llama la atención a un detalle interesante: “aunque una parte importante de los jóvenes chilenos declaran tener deuda, alrededor de dos tercios admite desconocer conceptos financieros importantes. Esto es relevante porque la mayoría de las personas toman decisiones financieras de peso en su juventud, tales como comprar una casa, un automóvil, asumir deudas por educación universitaria o de postgrado, entre otras, al mismo tiempo es también una etapa de la vida de gran consumo personal”.
En efecto, encuestas del Instituto Nacional de Juventud (INJUV) hallaron que entre los jóvenes chilenos de 18 a 29 años, hasta 37% declara tener deudas; la cifra alcanza 47% en la franja de edad entre 25 y 29. En tanto, “menos de la mitad de quienes han tenido créditos a su nombre declara que antes de tomar la deuda le explicaron el sistema de cobros y conocer bien intereses y gastos asociados a los créditos (46%). Existe un alto desconocimiento del valor CAE, un 30% declara directamente que no sabe, especialmente jóvenes de 25 a 29 años (36%), de Zona sur (39%) y de segmento socioeconómico bajo (34%)”, declara nota oficial del Injuv.
Alberto Muñoz, coordinador del MBA y la Maestría en Finanzas de la colombiana Universidad del Norte en Barranquilla (Uninorte), indica que en Colombia la situación de desconocimiento llega a ser más alarmante. “En términos generales, se puede afirmar que existe analfabetismo en temas relacionados con la educación financiera. La mayoría de personas toma decisiones de inversión y/o endeudamiento sin tener claridad sobre aspectos como tasa interna de retorno, valor presente neto, costo del dinero, interés, flujos de caja, presupuesto”.
Muñoz explica que en su país, donde 30% de las operaciones de tipo financiero se realizan fuera del mercado formal, muchas personas, aun con grado profesional en diferentes áreas de formación, expresan análisis superficiales sobre las condiciones de un negocio financiero, para luego encontrarse que son totalmente diferentes a las que pensaban inicialmente. “Si al desconocimiento de aspectos básicos de las finanzas le agregamos la existencia de una legislación bastante compleja, que en gran medida da el poder dominante al intermediario, la situación se complica más. Surgen situaciones donde el ciudadano normal ve como enemigo al sector financiero y prefiere abstenerse de hacer negociaciones con este, resultando la cultura del colchón como instrumento para manejar excedente de liquidez”.
Necesidad de educación financiera
Aunque el grado de endeudamiento en Argentina es menor que el de sus vecinos, Basaluzzo admite que sería interesante poder educar a los jóvenes con el fin de que sean capaces de una buena administración de sus finanzas, y de evaluar adecuadamente el costo del endeudamiento. “No solamente para que comprendan cuándo conviene acceder a un buen préstamo personal, hoy en día la mayoría de la gente no lo sabe, sino también para que tomen conciencia de por qué hay países que, como el nuestro, recurren en las crisis”.
Muñoz también ve riesgos en la actual situación de desconocimiento en Colombia, “tiene implicaciones graves en dos sentidos; por un lado, al tomar decisiones sin la suficiente formación e información, el usuario de servicios financieros se compromete en muchas ocasiones por encima de sus capacidades; por otro, para el intermediario financiero se incrementa su propia probabilidad de incumplimiento”.
En efecto, la iniciativa del Banco Galicia en Argentina, según voceros oficiales, se sustenta en la intención de que especialmente jóvenes de sectores vulnerables puedan aplicar lo aprendido a su realidad y a su entorno. Además, “se fomenta la incorporación y fortalecimiento de valores ciudadanos como la responsabilidad, la solidaridad, el respeto y la cooperación, se siembra la noción de planificación presupuestaria, la función del Banco y el sistema financiero en la sociedad. (…) Estos objetivos producen beneficios individuales y colectivos. Definir una meta personal y las acciones para alcanzarla implica remitirse a una serie de valores subyacentes, a la significación social del dinero y a sus valores asociados a él”.
En Brasil, donde actualmente los adolescentes y jóvenes no reciben instrucción formal académica sobre temas financieros, Miranda nota dos obstáculos que limitarían la implementación de una iniciativa que buscara introducirlos: “actualmente es probable que no haya disposición de suficientes maestros calificados para enseñar a los estudiantes acerca de tópicos financieros, ya que sería necesario un gran número para cubrir tantas escuelas en un país de las dimensiones de Brasil. En segundo lugar, se encontraría resistencia por parte del sistema de las escuelas, donde predomina un tipo de ideología más de izquierda que entiende los temas financieros más como tabú o poco relevantes, en tanto se les relaciona con una perspectiva más “capitalista”, que a la larga no se quiere promover”.
En Chile, Echeverría admite que aún queda mucho por recorrer, pero se muestra optimista porque el debate acerca de la necesidad de la educación financiera ya comenzó, y ya hay acciones en marcha, “hay iniciativas tanto desde el estado como desde el sector privado. Educación tanto a adultos mayores como a niños. Incluso hay iniciativas de capacitar a los ejecutivos bancarios para que, al asesorar a los clientes, no consideren sólo la ganancia del banco, sino ofrecer a la persona un producto que de verdad lo necesite y no le pese haber adquirido más adelante”.
Incluso, el profesor de UDD identifica algunos bancos específicos, como el BCI, que están siendo muy activos en ofrecer información mediante sus plataformas web, donde colocan video clips, lecciones sobre cómo manejar tarjetas de crédito, cómo abordar una decisión de una contratación de crédito de consumo evaluando si es o no financiable, de una forma que es a la vez educativa y lúdica.
En cuanto a Colombia, Muñoz describe un contexto donde algunas escuelas de manera voluntaria dictan clases relacionadas con contabilidad dentro de su currículo normal, pero sin tocar a profundidad temas financieros. Sin embargo, sí se ha legislado para obligar “a los intermediarios financieros a colocar en su web una sección dirigida a formación financiera, aunque son muy livianas en contenido y en muchas ocasiones sólo generan tablas de amortización de créditos, cálculo de cuotas y demás”. Pero el académico de Uninorte pone énfasis en la necesidad de generar los mecanismos para que los ciudadanos se formen, “se podría decir que es un problema de seguridad nacional inaplazable y de carácter estratégico para la búsqueda de competitividad del país. Los beneficios fundamentales irían dirigidos a resolver problemas de malas decisiones de endeudamiento, disminución del riesgo de crédito de instituciones financieras, la mejora sustancial en las relaciones entre usuarios e intermediarios, y por consiguiente el aumento de la bancarización del país”.
Al valorar la configuración de los currículos escolares en Brasil, Miranda concluye que si bien es importante que los estudiantes conozcan de filosofía, sociología y antropología -materias que hoy por hoy se imparten en las aulas preuniversitarias- deberían incluirse otras que brinden a los jóvenes un tipo de conocimiento que más adelante tendrán un gran impacto en sus vidas, tales como economía, finanzas, leyes, y administración de negocios.