Tras analizar 430 instituciones en 19 países subdesarrollados, investigadores concluyeron que el 34 % no tienen garantizado el acceso a este servicio.
El Espectador. El departamento de Colombia Chocó ha presentado problemas en su servicio de salud. Después de que la Corte Constitucional le exigiera al Gobierno del país tomar medidas inmediatas para poner fin a una crisis que debió enfrentar hace casi una década, ese departamento conoció algunas acciones concretas. La más notable, quizá, fue la liquidación del Hospital San Francisco de Asís de Quibdó, un centro médico en condiciones precarias. Malos manejos, desabastecimiento de medicinas e insumos quirúrgicos, escasez de ambulancias, desaseo, ausencia de aire acondicionado y deficientes condiciones de infraestructura, como humedad, eran algunos de los inconvenientes que había reportado la Defensoría del Pueblo en varios informes.
Pero además de esa maraña de dificultades, en que debió ser atendida la población chocoana por años, ese hospital también alcanzó a presentar barreras para el acceso a agua potable, un bien básico para la práctica médica. La planta de tratamiento, manifestó en alguna ocasión la Defensoría, está en mal estado y no se le hace mantenimiento, “razón por la cual al agua no es apta para el consumo humano”.
Ese hospital, hoy intervenido y en franca recuperación gracias a US$ 5.100 millones que le había asignado el Gobierno, según dijo el superintendente Norman Muñoz, es uno de los tantos que en algún momento no tuvo acceso a agua potable, un problema que se repite en varios centros médicos de países en desarrollo.
Así, por lo menos, lo muestra un estudio que acaba de ser publicado en la revista Journal of Surgical Research, que analizó la situación de 430 hospitales en 19 naciones. ¿Su conclusión? Es posible que el 34% de esas instituciones no tengan un acceso confiable a agua potable, lo que genera serios inconvenientes a la hora de hacer intervenciones quirúrgicas y tratar a los pacientes.
En el caso de Colombia, que entró en el análisis, como buena parte de países latinoamericanos, la estimación más optimista indica que el 15% de los centros pueden no tener una fuente confiable de agua potable. En el caso de Brasil y México, esa cifra ronda el 10%, y en el de Perú y Ecuador, se aproxima al 20%. Los mayores retos los tienen las islas de Granada y Santa Lucía, en el Caribe, donde el 70% de los hospitales tienen dificultades a la hora de acceder a agua limpia. Sin embargo, los casos más alarmantes están en África subsahariana. Allí, los hospitales de Sierra Leona, Liberia y Togo sólo disponen del 50% del agua.
“Muchos de estos hospitales transportan el agua en camiones o la recolectan en barriles cuando llueve, sin poder garantizar su calidad”, la dijo -al portal SciDev- Adam Kushner, uno de los autores del estudio e investigador de la Escuela Bloomberg de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins, en Estados Unidos. “Sin agua limpia es imposible tener manos o instrumentos limpios, lavar ropas, sábanas o curar heridas para prevenir o reducir infecciones”.
Para sacar esas conclusiones, los investigadores analizaron datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y estudios publicados en PubMed, uno de los más importantes motores de búsqueda de artículos médicos. Y aunque reconocen que puede tener algunas limitaciones, en parte por la ausencia de datos y de investigación en torno a estos temas en la mayoría de países, recalcan que esas cifras plantean un debate de salud pública mayor que debería estar en la agenda de cualquier gobierno. Garantizar el agua potable en un hospital, aseguran, también tiene un rol en la prevención de enfermedades y podría ahorrar importantes recursos para cualquier entidad.
“El primer paso para hacerle frente al reto de la disponibilidad de agua en los hospitales es establecer políticas nacionales con financiación y apoyo adecuados. Un buen ejemplo de ello son Laos y Bangladesh”, se lee en un aparte del artículo.
En Colombia, como lo explica Olga Lucía Zuluaga, directora de la Asociación Colombiana de Empresas Sociales del Estado y Hospitales Público (Acesi), la norma es muy clara al exigir que todos los hospitales aseguren el acceso a agua potable, porque, dice, es básico para garantizar la asepsia y esencial para tratar hasta una simple herida.
Sin embargo, a sus ojos es muy difícil saber si en el país hay lugares específicos que no cumplen con esa normatividad porque se trata de un terreno tan amplio, tan heterogéneo y con varias zonas apartadas, que a la hora de hablar sobre ese tema se requieren datos concretos y análisis de casos detallados. En caso de que existieran, recalca, es posible que se usen otros insumos que reemplacen la potabilidad del agua.
Pero más allá de esas incertidumbres y de los problemas hospitalarios, lo cierto es que en Colombia hay ciertas regiones que desde hace décadas han reclamado el acceso a agua potable, una dificultad que aumenta los riesgos de salud. La Guajira es una de ellas. Otra que siempre ha estado en la lista, como lo recordó la Corte hace una semana, es Chocó.