La caza furtiva, el turismo o la deforestación han llevado al límite a las áreas naturales inscritas en la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco.
Más de 5.000 delegados procedentes de 160 países se reunieron desde este jueve en Sidney (Australia) para marcar el futuro de las zonas protegidas, amenazadas por la falta de recursos económicos y de interés político. Las áreas blindadas para conservar la biodiversidad del planeta cubren alrededor del 15% de la superficie terrestre y un 3% de los océanos, pero se calcula que apenas una cuarta parte de ellas están bien gestionadas.
El Congreso Mundial de Parques, un evento que se celebra una vez cada década, arranca recordando que “algunos de los espacios protegidos más emblemáticos, como el Parque Nacional Galápagos, en Ecuador, están experimentando una degradación significativa, en parte debido a la incapacidad para gestionarlos con eficacia”, en palabras de Marc Hockings, profesor de la Universidad de Queensland y miembro de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), organizadora del congreso.
La UICN, una red de 1.200 organizaciones tanto gubernamentales como ONG, denuncia varios ejemplos de pasos hacia atrás en la conservación del planeta. Canadá ha recortado 15% su presupuesto para áreas protegidas.
El Parque Nacional de las Cataratas Murchison —un paraíso natural en Uganda lleno de hipopótamos, elefantes, jirafas y cocodrilos del Nilo, en el que se filmó la película La reina de África— está abierto ahora a la búsqueda de petróleo. En Indonesia, el gobierno ha autorizado la minería en casi medio millón de hectáreas de zonas protegidas. Lo mismo ha ocurrido en Rusia, donde el gobierno ha recortado el blindaje de los Bosques vírgenes de Komi —más de tres millones de hectáreas de tundra en los Montes Urales— para dejar paso a las empresas mineras.
A estos ejemplos habría que añadir el de España, donde el PP ha propuesto prorrogar las cacerías privadas en los parques nacionales. En total, en los últimos años se han detectado 543 casos de degradación o de eliminación de áreas protegidas.
En el congreso, que se celebra hasta el 19 de noviembre, presidentes y primeros ministros (solo cinco, procedentes de Gabón, Madagascar, Kiribati, Fiyi y Palaos), una quincena de ministros de Medio Ambiente, líderes de ONG ecologistas y otros expertos intentarán mostrar que “las áreas protegidas ofrecen innumerables beneficios, que van mucho más allá de la conservación de la naturaleza”, según ha resumido la húngara Julia Marton-Lefèvre, directora general de la UICN.
Un tercio de las 100 mayores ciudades del mundo depende de bosques y humedales protegidos para su suministro de agua potable, según los cálculos de la organización. En Australia, el presupuesto para la autoridad que gestiona la Gran Barrera de Coral apenas supone una centésima parte de los 5.200 millones de dólares australianos (3.626 millones de euros) ganados gracias a los turistas que la visitan.
Un estudio publicado en la revista científica Nature el 5 de noviembre, firmado por expertos de la UICN, calculaba que con un presupuesto anual de entre 36.000 y 60.000 millones de euros se podría gestionar adecuadamente las áreas protegidas. La cifra, recordaban, supone apenas el 2,5% del gasto militar mundial cada año.
Los delegados en Sidney también elaborarán una hoja de ruta para alcanzar el objetivo de proteger al menos el 17% de la superficie terrestre y el 10% de los océanos para 2020, una meta fijada en el anterior congreso, organizado en 2003 en Durban (Sudáfrica) con Nelson Mandela como anfitrión.
Desde aquella cita, el número de áreas protegidas en el mundo se ha duplicado, según ha recordado en la ceremonia de inauguración el chino Zhang Xinsheng, presidente de la UICN. “Necesitamos trabajar juntos y aunar cantidad con calidad: más parques, pero también mejores parques”, ha matizado.
En el congreso también se presentarán nuevas áreas protegidas. El primero en hacerlo ha sido el presidente de Gabón, Ali Bongo Ondimba, que en un discurso inaugural ha proclamado la creación de una red de parques marinos que cubrirá alrededor del 23% de las aguas territoriales de su país.
El ecólogo español, Enric Sala, explorador de la National Geographic Society, y el conservacionista estadounidense Michael Fay, de la Wildlife Conservation Society, han dirigido el equipo científico que ha estudiado las aguas de Gabón para optimizar su protección.
Los nuevos parques blindarán a 20 especies de ballenas y delfines, además de a cuatro especies de tortugas marinas, incluyendo la mayor población del mundo de tortugas laúd.