La intensa deforestación ha acabado con el 17% de su vegetación. Científicos advierten que de alcanzar el 20%, la selva puede quedar convertida en una extensa sabana.
Carlos Nobre es brasilero y es una autoridad mundial en meteorología. Sus estudios, como lo registra la Unesco, también lo han posicionado como uno de los científicos que más sabe de la Amazonía. Fue quien estuvo al frente de una gran iniciativa mundial para crear nuevos conocimientos que ayudaran a comprender el funcionamiento hidrológico, climatológico y ecológico de esa región. “Experimento a gran escala de la biósfera-atmósfera de la Amazonía”, fue el nombre técnico con el que lo bautizaron a finales de los noventa.
Junto al biólogo Thomas Lovejoy, otro de los científicos más respetados a la hora de hablar del Amazonas (el “padrino de la biodiversidad” lo llaman algunos), Nobre publicó hace unos días un artículo en la revista Science Advances en el que lanza una alerta inquietante: la Amazonía está acercándose a su punto de no retorno.
Los cálculos de estos expertos sugieren que en los últimos 50 años la deforestación ha acabado con el 17% de la vegetación de esa selva. En el caso de llegar el 20%, lo más probable es que ese gran bosque deje de ser sostenible, aseguran.
“Si el clima cambia -por la deforestación o el calentamiento global- existe el riesgo de que más del 50% de la selva amazónica derive a un paisaje degradado de baja biodiversidad, tipo sabana”, le dijo Nobre al portal Euronews.
A lo que se refieren Lovejoy y Nobre es que en caso de que siga permitiéndose la tala o quemas como las que en estas semanas se han presentado en La Serranía de La Macarena o en el Guaviare, será muy difícil que el Amazonas siga cumpliendo su rol esencial en el ciclo hidrológico. Como escriben en Science Advances, uno de los modelos que trazaron muestra que en las regiones central, oriental y meridional de la Amazonía habrá una gran disminución de lluvias debido a la deforestación.
Esto, además de la incidencia directa en términos biológicos, afectará buena parte de Sur América. El sur de Paraguay, el sur de Brasil, Uruguay y el centro-oriente de Argentina serán algunas de las zonas afectadas. “La humedad del Amazonas contribuye en que haya precipitaciones invernales en esas áreas”, escriben.
Los autores creen que uno de los primeros indicios de ese punto de inflexión son las fuertes sequías que ha afrontado Brasil en la última década (2005, 2010 y 2015). A los ojos de estos científicos, estos eventos, junto con las graves inundaciones que se presentaron en 2009 y 2012, muestran que el sistema está cambiando por completo.
"Creemos que el curso sensato no es solo restringir estrictamente la deforestación, sino también construir un margen de seguridad contra el punto de inflexión del Amazonas, reduciendo el área deforestada a menos del 20%", escribieron Lovejoy y Nobre.
Para ellos, como le dijeron a Euronews, esta continua deforestación es un buen ejemplo de los problemas de la democracia representativa en Sur América. “La voluntad de la mayoría de preservar la Amazonía no se refleja en las acciones políticas”.
En Colombia, la situación parece no ser mejor. Este 26 de febrero el ministro de Ambiente, Luis Gilberto Murillo, confesó que cumplir la meta de “cero” deforestación en el Amazonas para 2020 será imposible, pues allí se concentra el 70% de la tala del país. Propuso extender el plazo dos o cinco años más. Al menos por ahora.