Por Gonzalo Kirberg, CEO de Cumplo.
En la última década hemos sido testigos de la evolución de los emprendimientos y cómo la tecnología ha revolucionado la manera en que la ciudadanía comenzó a consumir distintos productos y servicios financieros, abriendo la puerta a varias plataformas y modelos que ayudan a la sociedad.
Un ejemplo claro son las empresas Fintech, entidades que se apalancan en la tecnología para proveer servicios y productos financieros. Probablemente, uno de los actores más importantes de este sector es el crowdfunding o el financiamiento colaborativo, que ha aportado a nuestro país US$150 millones en 2017, según el "The 3rd Americas Alternative Finance Industry Report" de la Universidad de Cambridge.
Este modelo ha tenido un profundo y positivo impacto en democratizar el acceso al capital, en beneficio de miles de emprendedores en Chile, que son motor clave para el desarrollo del país y que desaparecerían al no ser considerados por el sistema financiero tradicional.
El beneficio del crowdfunding se traduce en menores costos de financiamiento y al mismo tiempo, permite a nuevos inversionistas apostar por emprendimientos con tasas de retorno atractivas. Paralelamente, al acceder a créditos con tasas más bajas, las pymes pueden destinar capital a mejoras en sus negocios o bien generar ahorros que les permitan explorar nuevos proyectos. Es decir, se genera un círculo virtuoso.
Además, en plataformas como Cumplo existe un historial de cumplimiento de pago -una especie de LinkedIn de las empresas- que permite destacar y premiar el buen comportamiento de pago de los emprendedores, y así les abre oportunidades de optar a nuevos financiamientos.
Por todo lo anterior, el aporte de las Fintech al ecosistema financiero digital aún tiene mucho potencial. El desafío ahora para apoyar el desarrollo de esta industria radica en contar con una regulación en Chile acorde a los nuevos tiempos y pensando siempre en el beneficio de las personas.