La regla de oro es elaborar un presupuesto en el que no gastemos más de lo que nos ingresa y en el que el ahorro sea una prioridad.
Todos, alguna vez, hemos sentido un vacío en el estómago cuando nos damos cuenta de que el dinero que tenemos en el bolsillo no nos alcanzará para cubrir todos nuestros gastos. Y la situación se vuelve preocupante si esa angustia nos asalta con frecuencia, todos los meses o varias veces al año. Es un síntoma de que no manejamos bien nuestras cuentas y de que tenemos problemas de planeación y educación financiera. Una de las fórmulas más eficaces para que esto no ocurra y para organizar nuestras finanzas consiste en determinar qué porcentaje de nuestros ingresos debemos destinar a cada una de nuestras necesidades.
La primera regla de oro es saber con exactitud cuánto ganamos y cuánto gastamos, con el fin de hacer los ajustes necesarios en el presupuesto y, así, no desembolsar más de lo que nos ingresa. La segunda, difícil para la mayoría, es ahorrar. De acuerdo con Clara Inés Guzmán, líder del programa de educación financiera de la firma de servicios de planeación Old Mutual, lo ideal es ahorrar, antes de cualquier gasto, por lo menos el 10% de los ingresos. Y si uno no tiene hijos, ni muchas responsabilidades, ese porcentaje debería ser mayor.
Según Guzmán, es preferible que el ahorro sea automático; es decir, que no pase por nuestras manos, para evitar tentaciones. El ideal es programar un descuento mensual por nómina o un débito automático desde nuestra cuenta bancaria. Ese dinero debe ir directamente al mecanismo de ahorro que hayamos escogido según el uso que le daremos a la plata que guardamos. “Si el objetivo es pagar mi educación, debería buscar un mecanismo para retirar el dinero de forma rápida y fácil, y que no me cobren sanciones, como una fiducia, por ejemplo”, explica Guzmán.
Una de las inversiones que hay que tener en el radar es la de vivienda. Si estamos pagando una casa propia, lo ideal, según la experta de Old Mutual, es destinar entre 30 y 40% a esa deuda y contemplar gastos como el de los impuestos. Guzmán hace una aclaración importante: ese porcentaje no puede ser tan alto si hablamos del pago de un arriendo. La vivienda propia amerita un mayor esfuerzo debido a que se valoriza con el tiempo, pero con el arriendo echamos el dinero en saco roto.
Otro 30% debería irse a las responsabilidades fijas: el pago de seguros, deudas, aportes a salud y cuotas de educación, propia o de los hijos, entre otros. Adicionalmente, deberíamos tener en las cuentas un presupuesto para gastos variables, como los servicios públicos, el mercado y el entretenimiento. Aunque planear cuánto guardaremos para divertirnos parece contradictorio, es importante hacerlo. Y debemos alejarnos de la tarjeta de crédito, ya que, al final, con los intereses todo saldrá más costoso. Apelar a la recursividad siempre será una opción para tener tiempo de ocio que sea lo más barato posible.
Guzmán, finalmente, señala la conveniencia de reservar entre 5 y 8% para contingencias. Una especie de fondo de emergencias, en caso de que ocurra un accidente, haya que hacer una reparación en el hogar o correr con una cuenta imprevista de servicios médicos, entre otros.
Ahora bien, ¿qué hacer cuando nos llegan ingresos adicionales, como las primas? De acuerdo con el programa de educación financiera de Asobancaria, la asociación que representa al sector financiero en Colombia, no deberíamos contar con la prima en nuestros gastos cotidianos ni comprometerla con anticipación. Usarla para aliviar deudas, ahorrar, invertir o cubrir gastos grandes, como el de la matrícula de la universidad, será el ideal. En otras palabras, que la prima no se le vaya como agua entre los dedos por satisfacer caprichos improductivos.
Es probable que aquellos que ahorran con juicio hayan adquirido ese buen hábito en casa desde pequeños. Inculcar la educación financiera es una tarea en la que deberíamos embarcarnos desde muy temprano con nuestros niños no solo para que aprendan a manejar su dinero, sino para que sean conscientes de la importancia de pagar impuestos, por ejemplo.
El Gobierno, de hecho, hace más de dos años lanzó una estrategia para que los colegios sepan cómo instruir a los estudiantes en esta materia. Para ello, puso a disposición un documento titulado Orientaciones pedagógicas para la educación económica y financiera, que sienta algunas bases. Según la Primera Encuesta de Capacidades Financieras para Colombia, que hizo el Banco Mundial en conjunto con el Banco de la República en 2013, 69% de los colombianos nunca recibió orientación de cómo manejar el dinero.