En California, un juez ordenó a las empresas advertir en sus etiquetas que el producto puede producir cáncer.
La polémica está servida. Bastó que un juez de California ordenara a las empresas que venden café seguir el mismo camino de las tabacaleras y advertir a sus consumidores que el consumo de su producto conlleva un cierto riesgo de provocar cáncer para que comenzara la batalla de datos sobre el verdadero riego asociado al consumo de café y, por supuesto, los beneficios asociados.
Mientras la Asociación Nacional del Café de Estados Unidos, cuyos miembros incluyen a Starbucks y Dunkin 'Donuts, advirtió en un comunicado el pasado jueves que está estudiando una amplia gama de acciones “incluidas posibles apelaciones y otras acciones legales", desde otra esquina la decisión del juez californiano Elihu M. Berle es cuestionada por su débil soporte en la ciencia.
El centro del problema es una sustancia que se llama acrilamida, catalogada por varias agencias de salud en el mundo como un cancerígeno. La acrilamida, un subproducto de procesos de cocción prolongados y de alta temperatura, particularmente asociado a carbohidratos, se encuentra en el café tostado pero también en papas fritas, pan, cereales e incluso en aceitunas negras. Hasta ahí no hay discusión. El problema comienza al querer igualar los riesgos de tomar café al de, por ejemplo, el tabaco y obligar a sus distribuidores a poner una etiqueta que puede intimidar a los consumidores.
Mientras en el caso del café la polémica se centra en una sola sustancia, en el caso del humo del tabaco se han identificado 250 sustancias dañinas. De ellas, al menos 69 pueden causar cáncer. En el caso del consumo del café no se ha demostrado un vínculo directo con el cáncer mientras la relación entre el consumo de cigarrillos y el cáncer ha sido plenamente demostrada por decenas de estudios.
¿Hay suficiente acrilamida en el café para causar cáncer en los humanos? Len Lichtenfeld, subdirector médico de la American Cancer Society en Atlanta, explicó al portal de noticias Science News, “que algunos estudios han encontrado un mayor riesgo de cáncer en ratones y ratas que fueron alimentados con acrilamida, pero esos estudios usaron dosis entre 1,000 y 10,000 veces más altas que los niveles a los que las personas estarían expuestas en los alimentos. No se han realizado estudios sólidos en humanos para demostrar la carcinogenicidad de la acrilamida”.
En este sentido, luego de revisar más de 1,000 estudios para la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer los científicos no encontraron una relación consistente entre beber café y más de 20 tipos de cáncer, recordó Lichtenfeld en la entrevista.
Lo que para Lichtenfeld si representa una preocupación médica real es la cafeína, principalmente en pacientes con alto consumo: “puede tener un impacto sobre la función cardíaca, por ejemplo, y la función del sistema nervioso… pero en general es una bebida que, cuando se consume en cantidades razonables, se considera segura para la mayoría de la gente".
En febrero de 2015, un comité de expertos independientes del gobierno estadounidense señaló en su informe que no se habían detectado efectos nocivos del café con un consumo moderado de tres a cinco tazas al día, o un máximo de 500 miligramos de cafeína. "De hecho, hemos constatado una disminución del riesgo de enfermedades cardiovasculares, de Parkinson, diabetes y algunos canceres. Los resultados son sólidos y es una buena noticia para las personas que beben café", comentó en aquella ocasión a la Agencia AFP, Miriam Nelson profesora de nutrición de la Universidad Tufts de Boston y miembro de este comité.
Otro estudio realizado entre 25.000 hombres y mujeres en Corea del Sur, indicó que aquellas personas que bebían entre tres y cinco tazas al día tenían arterias más limpias, con menos placas de colesterol responsables de enfermedades cardiovasculares.
Otros trabajos han insinuado un efecto protectivo del café frente a la enfermedad de Alzheimer, la esclerosis múltiple, depresión en las mujeres, menor riesgo diabético.