Concluidas las negociaciones que dieron vida al acuerdo, que incluye a México, Chile y Perú, junto a otros 9 países, los textos oficiales ya se encuentran disponibles en internet. Su ratificación dependerá de los congresos de cada nación, una discusión que se dará a partir del próximo año.
Treinta capítulos, cinco años de negociación e innumerables filtraciones. Estos, entre otros factores, marcaron el nacimiento del Acuerdo Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés), cuyas negociaciones concluyeron a principios de octubre pasado. Durante un mes, los textos se mantuvieron en reserva, a la espera de revisiones y precisiones solicitadas por algunos países; sólo cuando los doce miembros dieron el visto bueno, se dieron a conocer.
Ese mes, sumado al largo período de negociaciones entre los gobiernos de Estados Unidos, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Malasia, Brunei, Singapur, Vietnam, Canadá, y los latinoamericanos México, Perú y Chile, dio espacio a especulaciones y filtraciones sobre el contenido del acuerdo. Una de las preocupaciones más notorias tenía que ver con las exigencias en torno a las patentes farmacéuticas: ¿cuánto tiempo se acordaría mantener la exclusividad de un medicamento, evitando la producción de genéricos?
La respuesta final tiene implicancias distintas para cada país, dependiendo de su legislación interna y sus acuerdos con EE.UU. El gobierno de Barack Obama había sido precursor de una propuesta que protegía las patentes farmacéuticas por 12 años, endureciendo los términos que ya había acordado en los Tratados de Libre Comercio (TLC) con Chile y Perú. La filtración de esa información fue una de las razones por las que el TPP generó oposición en redes sociales.
No obstante, el acuerdo final terminó por bajar esa exigencia a cinco años, el mismo período que Chile y Perú tenían acordado en el TLC con EE.UU. El texto dispone que “si un país requiere, como condición para otorgar aprobación de mercado para un nuevo producto farmacéutico, la entrega de pruebas confidenciales u otros datos sobre la seguridad y eficiencia del producto, dicho país no permitirá a terceras personas, sin el consentimiento de la persona que entregó dicha información, vender el mismo producto o uno similar, basado en esa información o en la aprobación de mercado para la persona que entregó tal información, por al menos cinco años desde la fecha en que se otorgó la aprobación de mercado del nuevo producto farmacéutico”.
En el caso de los productos biológicos, las partes acordaron proteger la información por un período de ocho años, o, como alternativa, de cinco años, con otras medidas.
Si en Chile y Perú, ello no representa un cambio de escenario radical, sí podría serlo para México, cuya protección de patentes no tiene hoy un período específico. En cambio, el país maneja el proceso a tavés del llamado Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), al que se deben presentar los documentos para demostrar la autoría de los estudios que dan vida al fármaco. La institución ha sido criticada por extender la vigencia de las patentes sobre medicamentos, lo cual genera un bloqueo a empresas que desarrollen genéricos y los vendan a un menor precio, en beneficio de los consumidores. Muchas de estas extensiones se han conseguido por la vía judicial.
Con todo, el texto del TPP reconoce que “las obligaciones de este capítulo no deben evitar a un país tomar medidas para proteger la salud pública” y que "este capítulo puede y debe ser interpretado e implementado en una manera que refuerce el derecho de cada país a proteger la salud pública (…) Cada país tiene derecho a determinar qué constituye una emergencia nacional o circunstancias de urgencia extrema”, lo cual abre la puerta -seguramente polémica, según como se use- a autorizaciones de genéricos en situaciones de emergencia.