Entre las tareas indelegables del CEO se cuentan mirar hacia el frente, dibujar el futuro, aprender de los errores y aprovechar las oportunidades.
Como es sabido, la palabra estrategia deriva del latín strategĭa, que a su vez procede de dos términos griegos: stratos (“ejército”) y agein (“guía”). En mi trabajo diario como headhunter de alta direccion he llegado a la conclusión de que el mejor líder es aquel que consigue alinear a toda la organización hacia un objetivo compartido.
Ese reto marca una de las tareas indelegables del CEO: mirar hacia el frente, dibujar el futuro, aprender de los errores y aprovechar las oportunidades. Muy bien lo decía Unamuno, “tienes que ser padre de tu futuro, no hijo de tu pasado”. Y, una vez alcanzados los objetivos, evaluarlos para comprobar si lo proyectado coincide con las expectativas.
Un CEO prudente
Sin duda la gran crisis que ha azotado nuestras economías desde el año 2007 ha puesto de manifiesto, tardía y dramáticamente, los excesos que se cometen en los ciclos de bonanza. “Las lecciones que podemos aprender de la crisis son valiosas pero limitadas: al final del día, las piedras que deberemos evitar en el futuro serán otras distintas de las que tropezamos en el pasado. Recuerdo haber leído de un rey persa que para ponderar justamente prudencia y atrevimiento en las empresas que acometía, consideraba la decisión con sus consejeros dos veces, una sobrios y otra ebrios.”, señala Enrique Díaz-Rato, consejero delegado de CINTRA.
A partir de ese momento, tomar decisiones sin valorar adecuadamente los riesgos ha quedado superado y como resultado se erige un nuevo líder más prudente. Una prudencia estratégica, en la que quede equilibrado el riesgo, por un lado, y el emprendimiento, por otro. El sentimiento de seguridad no debe ser sinónimo de perder la ilusión por emprender nuevos retos porque “donde hay una empresa de éxito alguien tomó alguna vez una decisión valiente” aseveraba Peter Drucker.
Un CEO visionario
Una de las características que define a un líder es su capacidad de establecer el rumbo a seguir. Dicho de otra manera, tener una visión de futuro clara, que permita diseñar la “hoja de ruta” que guíe a la organización. Como destaca el consejero delegado del Grupo Vips, Enrique Francia, “la ambición y el riesgo de intentar nuevos retos son, entre otros, elementos esenciales en un CEO”.
La crisis habrá modificado las rutas marcadas, aunque nunca los horizontes. Este hecho es importante porque los retos de un líder tras la crisis tienen ahora un énfasis diferente. Hay una mayor preocupación por generar confianza según Federico González Tejera, CEO de Rezidor, quien hace hincapié en lo peligroso de una visión errada: “en muchos casos, la visión era más una alucinación que una visión”.
Implementador
Winston Churchill nos recordaba que "aún la más bella estrategia de vez en cuando debe mirar los resultados". En este sentido, Marta Martínez, presidenta de IBM, opina que “la visión de futuro significa pensar constantemente en lo que soy, en lo que quiero ser y en cómo conseguirlo. Es un trabajo de reinvención constante pensando en el corto y largo plazo”.
Dado que muchas decisiones determinan el uso que se le da a las capacidades de nuestra empresa en un largo plazo resulta imprescindible un análisis que parta de la situación actual de la empresa, de su entorno y de las tendencias para llevarla hacia las metas propuestas. Antonio Urcelay, que lideró mundialmente el gigante juguetero Toys R Us, incide en que para tener una visión de futuro deben observarse los cambios internos de la organización y determinar hacia dónde se va en este momento.
Un CEO garante de la misión y la cultura corporativa
Si se piensa en el largo plazo, los objetivos de la empresa deben converger en su misión, la razón de ser que sirve de guía para las decisiones que la dirección debe adoptar.
Tomás Pascual, presidente de Calidad Pascual, admite que “una empresa sin misión carece de sentido, ya que la dirección no tendría una meta que mantener ni un rumbo que seguir”. Estratégicamente, la misión de una empresa no es sólo una forma de mantener la dirección, sino que es un elemento cultural que conforma y da vida diaria a la entidad. Como decía un conocido padre del management: “la cultura de una empresa es aquello que hacen los trabajadores cuando no está el jefe”.
Un CEO comunicador y curioso
Pero no basta con visionar la estrategia. María Carceller, CEO de Rodilla lo tiene muy claro: “para mí, el liderazgo significa crear futuro y comunicarlo en la empresa. Para ello las cualidades necesarias son tener una buena visión y capacidad estratégica, ser un buen comunicador y saber escuchar para ganar el compromiso de la organización”.
Por último es necesario estar siempre atento a las nuevas oportunidades con una curiosidad apasionada. Estos retos no entienden de áreas de negocio, sino que surgen de necesidades sin respuesta. En este escenario optimista, no debemos olvidar a Churchill cuando nos recordaba con su flema británica que "los pesimistas ven las dificultades ante cada oportunidad. Los optimistas ven las oportunidades ante cada dificultad".
*Texto escrito por Antonio Núñez Martin es Consejero Delegado de Parangon Partners y Presidente de la Asociación de Alumni de la Harvard Kennedy School*