La recuperación de una ancestral técnica que potencia la meditación frente a los problemas de la modernidad, vive hoy intensos momentos. Para muchos, protagoniza un importante cambio en las personas.
Desde hace casi un año que los medios en Estados Unidos hablan de una revolución. No tiene que ver con política. Se relaciona con la vida cotidiana, con la existencia personal. Se trata del regreso a la meditación como una manera de re-entender la vida.
Y como suelen ser las cosas, con sus pros y sus contras, parece que se vive una especie de moda. En especial con el mindfulness, corriente de la meditación que propone abrir los sentidos al presente, en una fluidez de aceptación, sin juicios ni prejuicios, para alcanzar la verdadera felicidad.
Si bien mindfulness es un término inglés que no tiene traducción exacta al castellano, lo cierto es que su dinámica proviene del sati (lengua Pali utilizada por la psicología budista). En español puede utilizarse el concepto "atención plena". Mindfulness ha sido descrito como el mantenimiento de una conciencia viva a la realidad presente.
Se trata de la recuperación de una ancestral técnica que potencia la meditación como herramienta para enfrentar los problemas de la modernidad.
¿Pero qué pasa con los tiempos actuales? La psicóloga chilena Bárbara Porter, con estudios especializados de mindfulness en Estados Unidos, subraya que “nuestra sociedad está muy centrada en el hacer, en el lograr metas, pero se olvida del camino, de vivir la vida misma que, por supuesto, puede apuntar a ciertas metas como una casa propia, la compra de algo importante, pero el punto es que todo lo que forma parte de vivir se convierte en un mero trámite para llegar a esa meta. Con ello lo que se genera es que lo vivido en el ahora nunca es suficiente, siempre falta algo”
Escuchar más que juzgar
La salud mental en América Latina cobra cada día más importancia. Diversas investigaciones científicas revelan que las enfermedades mentales y la depresión adquieren mayor prevalencia en el perfil sanitario de la región, esperándose que al año 2020 estén dentro de las principales causas de problemas.
La psicóloga Porter subraya que en el ritmo de vida actual “se cree que la felicidad o tranquilidad va a llegar cuando se cumpla esa meta dada, aunque en rigor cuando se llega a ese logro la alegría –generalmente- dura unos segundos y se va. Cuando el foco de la tranquilidad se pone en las cosas que faltan, lo cierto es que una dinámica sin fondo. Y ahí está la base desde donde surgen trastornos del ánimo, ansiedad y crisis que son pan de cada día”.
Para Porter en Occidente existe la tentación de quedarse sólo con una parte de la vida, la más agradable y bonita, negando la otra realidad como enfermedades, muertes y pérdidas, por lo que relacionarse con el dolor y el sufrimiento de una forma abierta y sana es algo que se guarda siempre bajo la alfombra. “El fracaso es visto con vergüenza y culpa”, dice la psicóloga.
Su Ananda, relacionadora pública de 43 años y un hijo de 14, comenta que la meditación le permite escuchar más que juzgar. “El silencio es como una llave que abre otras puertas. En el silencio encuentro las respuestas que están en mi interior. Mis pensamientos se callan y puedo escuchar mi alma. Es muy fácil así entender qué quiero y qué no de la vida, es aprender a entender el presente”, explica.
En el contexto mental existen tres tendencias como principales características: una es cerrarse a lo que la persona quiere, ante lo cual se sufre porque las cosas no salen de la forma en que se aspira o se tiene contemplado.
Otra forma es rechazar lo que no se quiere, ya sea una relación de pareja, un jefe en el trabajo o una enfermedad. Y la tercera es evadir.
“En ese sentido nuestra mente es ruidosa y nos puede hacer sentir muy mal, sin que necesariamente sea la realidad. Creamos escenarios y nos obligamos a vivir ahí. La práctica del mindfulness apunta a tocar lo que está dándose en este momento y cuando nos vamos al espacio del cuerpo, la respiración es como el punto desde donde emanan pensamientos. Cuando le damos atención a un lugar donde éstos reposen, como es la respiración -por ejemplo- aparece la claridad, el silencio. El mindfulness es poder ver el cielo, en medio de las nubes”, señala la psicóloga Porter.
"Parar y estar presente"
“El cambio más notorio que siento con la meditación, es que me quiero más. Se desarrolla la humildad, la energía que recibes te da serenidad en medio de la vorágine que es el mundo de hoy, en el que las exigencias de velocidad y poca reflexión te buscan confundir para no centrarte en las cosas que realmente son importantes”, subraya el periodista Andrés León (soltero, 44 años).
"Después de meditar, me siento realmente relajado, bien enfocado y con una sensación muy clara de ubicuidad. Es como volver de vacaciones por lo agradable que se siente en el cuerpo y la intensa tranquilidad que vive el espíritu", precisa.
Porter, por su parte, aclara con cierta vehemencia que no se trata de consecuencias "mágicas", que es algo que se alcanza con práctica. “La mente tiene hábitos que le hemos enseñado toda la vida. Practicar diariamente es lo mismo que ir al gimnasio”, explica.
Con sus consecuencias positivas y negativas, actualmente se vive un redescubrimiento de la meditación, en la que el mindfulness se ubica a la cabeza del fenómeno. Incluso las empresas están desarrollando en varias partes de Estados Unidos y Europa técnicas de meditación en los trabajadores, hasta en horarios laborales.
La propuesta central de esta técnica budista es asumir el presente con atención plena, con total conciencia, pero sin juzgarlo. El doctor Jon Kabat-Zinn, uno de los padres del concepto en Occidente, señala que “mindfulness es simplemente parar y estar presente, eso es todo”.
Breve e intenso espacio
La evidencia científica demuestra que la actividad mental propia de la meditación modifica significativamente la estructura cerebral, activando diversas regiones (especialmente la corteza prefrontal), encargadas de la memoria y concentración, provocando cambios duraderos en los hábitos existenciales.
Varios estudios dan cuenta de cómo las intervenciones basadas en la meditación producen efectos beneficiosos en una gran variedad de condiciones médicas y psicológicas. Las patologías más estudiadas han sido ansiedad, depresión, dolor crónico, fibromialgia, trastornos alimentarios, cáncer, enfermedades cardiovasculares y abuso de sustancias.
“Siento que vivo un proceso que se expande día a día”, explica Su Ananda, quien reconoce vivir un proceso en el que el mindfulness le ha cambiado la vida.
Antes de meditar, Andrés León dice que estaba inmerso "en una situación que me consumía la salud y la vida, sólo preocupándome de producir". Con el mindfulness reconoce sentirse “con una intensa paz interior”. Dice, además, que se agudiza la capacidad para reconocer flujos energéticos positivos y negativos en personas y lugares, "además de entender que uno debe intentar vivir en armonía”.
El delicado sonido del instante no juzga ni evalúa. A juicio de los expertos, la mente no es plenamente consciente de las múltiples posibilidades que encierra el momento presente y de su belleza única. La revolución del mindfulness ha vuelto para recuperar ese breve e intenso espacio.