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El día que Vilas tocó el cielo con las manos en Roland Garros
Miércoles, Mayo 24, 2017 - 15:02

El 5 de junio de 1977, el mejor tenista argentino de todos los tiempos, se adjudicaba el abierto francés.

Corría 1977 y Guillermo Vilas, que ya venía haciendo ruido en el circuito, llegaba al abierto de Roland Garros como el gran favorito a ganar el título.

Del primer al último encuentro, “Willy” mostró todo lo que venía insinuando –había sido finalista en 1975- y se quedó con el trofeo de un torneo en el que apenas perdió un set, en la segunda ronda, en un encuentro que después terminó ganando de manera aplastante.

Su primera victoria fue ante el yugoslavo Zeljko Franulovic, a quien derrotó por 6-1, 6-2 y 6-4, y luego llegó un nuevo triunfo, esta vez frente al chileno Belus Prajoux por 2-6, 6-0, 6-3 y 6-0.

Esos fueron sus dos primeros parciales ganados por 6-0 de los seis que conseguiría en el torneo, en una clara demostración del nivel que tuvo el mejor tenista argentino de todos los tiempos.

El sudafricano Bernie Mitton fue el derrotado en la tercera ronda por 6-1, 6-4 y 6-1, y en los octavos de final apareció el primer rival de gran riesgo, el estadounidense Stan Smith, décimo favorito, pero “Willy” desplegó su mejor tenis para apabullarlo por 6-1, 6-2 y 6-1.

Cada cotejo era estratégicamente preparado por Vilas junto a su entrenador, el rumano Ion Tiriac, porque ambos sabían que estaban ante la oportunidad histórica de ganar por primera vez Roland Garros, especialmente por la ausencia del gran rival de esa época en polvo de ladrillo, el sueco Bjorn Borg.

En los cuartos de final fue el turno del polaco Wojtek Fibak, noveno preclasificado, y otra vez el argentino, que arrancó el torneo como tercer preclasificado, jugó en su mejor nivel para imponerse por 6-4, 6-0 y 6-4.

Su rival en la semifinal fue el mexicano Raúl Ramírez, quien venía de dar el golpe en la ronda anterior al eliminar al italiano Adriano Panatta, segundo favorito del certamen y campeón en la edición 1976, pero Vilas volvió a estar implacable y lo superó por un contundente 6-2, 6-0 y 6-3.

Vilas llegó a la final y llevaba 18 sets ganados, cuatro de ellos por 6-0 y apenas uno perdido. Parecía invencible. Fue invencible. Porque en el encuentro decisivo hizo lo que quiso y se quedó con la victoria más holgada en una final de Grand Slam al vencer al estadounidense Brian Gottfried, quinto favorito, por 6-0, 6-3 y 6-0.

Gottfried había eliminado en cuartos de final al rumano Illie Nastase, primer preclasificado, pero no tuvo ninguna chance frente al marplatense.

Vilas tardó una hora y cincuenta y tres minutos en ganar el primero de los cuatro Grand Slam que conseguiría en su carrera, donde también sumó un US Open y dos abierto de Australia.

En Roland Garros, además de la final de 1975 y 1977, disputó otras dos más: 1978 y 1980.

El argentino había saltado a la consideración cuando ganó el torneo de Maestros en 1974, frente a Nastase, y en 1977 se convirtió en uno de los mejores tenistas de su época.

En esa temporada, Vilas obtuvo 16 torneos, un record que se mantiene hasta la actualidad, con 130 victorias y apenas 14 derrotas.

También estableció el récord de mayor cantidad de victorias consecutivas con 46 cayendo en la final de Aix En-Provence ante Illie Năstase, quien utilizó una raqueta de doble encordado, prohibida luego por la ATP.

Sobre canchas lentas se mantuvo invicto en 53 partidos, ganó siete títulos consecutivos -Kitzbuhel, Washington, Luisville, South Orange, Columbus, Roland Garros y el abierto de los Estados Unidos-.

Pese a este dominio absoluto del circuito, Vilas nunca alcanzó el primer lugar del ranking mundial -terminó 2 detrás de Jimmy Connors- porque en esa época se promediaba los puntos y torneos jugados.

Para contextualizar lo que fue ese año para Willy vale la pena recordar una frase suya: “Nunca estuve más solo en mi vida que en 1977. Era un cardo. Solo, solo”.

Autores

Patricio Klimezuk/ Gustavo Lenti/ Télam