En un nuevo estudio, el sector transporte mundial aparece como el responsable del 11 % de los 3,4 millones de muertes prematuras que se le atribuyen cada año a la polución.
Los vehículos con motor diesel son los culpables de la mitad de las muertes por contaminación del aire registradas en el mundo en 2015. Así lo acaba de afirmar un estudio del Consejo Internacional sobre Transporte Limpio (ICCT, por sus siglas en inglés) publicado en la página de esta organización norteamericana no gubernamental. Según ellos, unas 385.000 personas fallecieron a causa de los gases que se escapan de los sistemas de transporte de este tipo.
Para llegar a esa conclusión, los autores analizaron las emisiones de automóviles, camiones, autobuses, la industria del transporte marítimo y no diesel, y la maquinaria agrícola y de construcción. A partir de esa información revisaron datos sobre impactos a la salud para después determinar que el estos motores fueron los responsables del 47 % de las muertes en Estados Unidos.
En Europa, sostuvieron los científicos, las cifras cambiaron con respecto al panorama pasado. En Francia, Alemania, Itaia e India (donde gran parte de los automóviles funcionan con diesel) el número de víctimas por esta problemática fue de hasta 66 %. "La gran carga de salud pública de los vehículos diésel en Europa subraya la necesidad de que los estándares de emisiones de clase mundial estén acompañados por un cumplimiento y cumplimiento sólidos", explicó el coautor del estudio Joshua Miller en la página del ICCT.
Entre los datos del informe, los científicos determinaron que el sector transporte mundial aparece como el responsable del 11 % de los 3.4 millones de muertes prematuras que se le atribuyen cada año a la polución producida por los sistemas de transporte. Estas serían el material particulado (PM2.5) y la exposición al ozono.
Esa mezcla es lo que más perjudica la salud humana, generando enfermedades pulmonares y cardíacas, accidentes cerebrovasculares y diabetes. Esas afecciones, afirmaron los autores, representó para los gobiernos mundiales un costo de hasta $ 1 billón (880 mil millones de euros) en 2015.