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El encanto de Colombia que atrae a los neobancos
Jueves, Marzo 24, 2022 - 15:04

El ingreso de jugadores regionales, la reacción de los bancos tradicionales para incursionar en la banca digital y una regulación flexible son solo algunos de los factores que han convertido a este país sudamericano en uno de los más atractivos para la inversión fintech y la creación de una banca 100% digital.

Desde un smartphone, un ‘nequipana’ puede acceder a servicios financieros que le permiten administrar su dinero, ahorrar o guardar parte de sus ingresos para imprevistos. Nequipana es como el neobanco colombiano Nequi denomina a un segmento de sus clientes que tienen entre 18 y 35 años, en su mayoría estudiantes de las principales ciudades colombianas y que son sus clientes más frecuentes. Los nequipanas son una parte importante de la cartera de clientes de este banco digital, ya que representan el 35% del total.

“No solo [pueden] comprar, pagar y enviar plata. Además, dentro de Nequi existe el Armario, una función o marketplace, donde los usuarios encuentran servicios financieros y no financieros como recargar un celular, pagar una factura, comprar un seguro o pedir la tarjeta Nequi o un préstamo. Nuestro objetivo es seguir creciendo en esa dirección. Ofrecer soluciones para hacer más fácil la vida de nuestros usuarios”, dice a AméricaEconomía Cipriano López, CEO de Nequi.

Nacido en 2016, este neobanco surgió como una iniciativa del Grupo Bancolombia y se ha consolidado como un actor relevante en la industria financiera digital colombiana. Actualmente, cuenta con más de 11 millones de usuarios. Este año planea cerrar con 15 millones y está poniendo especial foco en el servicio de préstamos.

Pero Nequi no está solo en el cada vez más competido mercado de neobancos en Colombia. Jugadores regionales de la talla de Nubank y Ualá y otros neobancos como Daviplata (del Grupo Davivienda) y Lulo Bank, propiedad de Gilex Holdings, de la familia Galinski, se han sumado al mundo de servicios tecnológicos financieros en la tierra del café.

Y es que si bien Brasil es el mercado por excelencia de la industria fintech y la banca digital en la región, Colombia hoy se está ganando un destacado lugar. “[En] América Latina empezamos a ver tres países que muestran un comportamiento diferente: Brasil, Colombia y República Dominicana. Los dos primeros con una irrupción bastante importante de neobancos. Un 25% de los clientes financieros [en los países antes mencionados] los considera su entidad principal”, dijo Alberto Alves, responsable de nuevos negocios en Minsait Payments, tras la presentación del XI Informe de Tendencias de Medios de Pago a inicios de esta semana en Madrid.

De hecho, del top 10 de neobancos de América Latina, ocho empresas son brasileñas y dos colombianas: Daviplata -que según su CEO, Margarita Henao es el segundo neobanco más grande de la región con más de 14 millones de usuarios, después de Nubank- y Nequi.

¿Pero qué es lo que ha encaminado a Colombia a seguir de cerca los pasos del gigante brasileño? Según los expertos consultados para este informe, ya desde antes de la pandemia la industria fintech a nivel global venía creciendo a pasos acelerados, siendo el COVID-19 un boost inesperado que cambió la forma de hacer banca.

“La competencia y la innovación hicieron que un sector que tradicionalmente es conservador apostara por una dinámica de creación y despliegue de productos orientados a los clientes. Tanto los bancos tradicionales como las fintechs aceleraron su desarrollo con el único fin de ofrecer mejores productos y servicios. Esto ha generado una dinámica realmente significativa. El crecimiento de la industria fintech en el último año fue de un 36% comparado con 2020 (por creación de empresas). Lejos de cualquier sector económico tradicional”, dice Erick Rincón, presidente de la asociación Colombia Fintech.

Ante ello, los bancos tradicionales se han dado cuenta de que deben tener propuestas de valor específicas 100% digitales para satisfacer estos cambios de consumo. El caso de Colombia, donde los grandes bancos y grupos financieros han creado sus propios bancos digitales es una clara muestra de ello.

“La expectativa para personas jóvenes es que su día a día bancario se parezca más a una app tipo TikTok o Facebook. Conforme este segmento de población joven es más relevante, sus hábitos de consumo son distintos, sus expectativas y lo que van a exigir a su proveedor de servicios financieros es muy diferente a lo que ellos vienen haciendo durante los últimos 100 años”, dice Andrés Fontao, co founder y managing partner de Finnovista, organización de impacto que potencia los ecosistemas fintech en América Latina y España.

Fontao agrega: “Los incumbentes se han dado cuenta de esto y los veo capacitados para competir. Tienen el capital para hacerlo y este es un negocio que requiere mucho de ello. No tienen las capacidades, pero las están adquiriendo invirtiendo en las propias fintechs, en startups, comprándolas o atrayendo talento de Google, Facebook o Mercado Libre”.

Otro punto en el que coinciden los entrevistados ha sido el manejo regulatorio local para el despegue de la banca digital. Así, tras la aprobación de la Ley de Emprendimiento a finales de 2020 y la reglamentación de la adopción de mecanismos sandbox (espacios de flexibilización de la normativa existente para crear ambientes experimentales para el desarrollo de modelos de negocios innovadores, sin incurrir inmediatamente en consecuencias regulatorias normales), se abrieron las puertas para la exploración de modelos de negocio en industrias altamente reguladas, como la financiera.

“Colombia actualmente cuenta con un sandbox destinado al sector financiero, liderado por la Superintendencia Financiera y enfocado en el desarrollo tecnológico de las fintechs. El objetivo es que las entidades vigiladas y otras empresas que cuenten con desarrollos tecnológicos innovadores con finalidades relacionadas a aquellas regulaciones financieras, podrán poner a prueba por un plazo de dos años, productos, servicios, procesos o modelos innovadores de negocio de manera temporal y bajo la supervisión del ente regulador”, dice iNNpulsa Colombia, agencia gubernamental de innovación y emprendimiento. “Este tipo de ejercicios de flexibilización envían una señal muy importante al ecosistema y fortalece aún más la posición de Colombia como un país receptivo del desarrollo de este sector”.

Andrés Fontao explica que en 2013 no había ninguna regulación fintech en Colombia ni en ningún otro país de América Latina y los reguladores no querían oír hablar de este tema. Cuando Finnovista organizó la mayor conferencia fintech en la región ese año, incluso invitaron al supervisor colombiano y al regulador mexicano para que compartieran su visión, pero aseguraron que no tenían ninguna posición o que no querían meterse en líos. “Nueve años después, México fue pionero en esto, pero Colombia lo está siendo también con la introducción de sus sandbox regulatorios”, dice el ejecutivo.

Para Fontao, la regulación también trae confianza para el consumidor al ver que un fintech o neobanco está supervisado y se siente más cómodo para transaccionar. “También trae más confianza y certeza al inversor, a los fondos de venture capital de Silicon Valley, Europa, Asia, México o Colombia”, dice.

Por lo pronto, las empresas asociadas a Fintech Colombia vienen trabajando en una Política Nacional de Fintech que, según la entidad, va más allá de la Ley Fintech aprobada en México y que permitiría al país andino ser el tercer hub de empresas fintech más importante de América Latina.

“No es una Ley Fintech. Vamos más allá. Es una coordinación interinstitucional para que el gobierno, el sistema financiero y el ecosistema puedan alinearse en torno a cuatro objetivos: cómo desarrollar nuevos mecanismos de financiamiento alternativo cómo digitalizar 100% el sistema de pagos en gobierno, comercio y personas; cómo modernizar la infraestructura y la conectividad de las entidades financieras; y la creación de un marco de flexibilidad jurídica y experimentación en el sistema financiero”, dice Colombia Fintech en su página web.

Autores

Natalia Vera Ramírez