El mea culpa de la madre antivacunas tras grave enfermedad de sus hijas
Martes, Septiembre 27, 2016 - 09:56
Rotavirus les causó a las niñas intensos cuadros de dolor y diarrea que se extendieron por semanas. El colegio tampoco las aceptó, por tratarse de un riesgo para los demás niños.
Hasta hace algún tiempo Kristen O’Meara, quien vive en las cercanías de Chicago, Illinois, era una de las miles de personas que se oponía al uso de las vacunas.
Según contó ella misma en una columna en el periódico norteamericano New York Post, después de investigar por su cuenta sobre el tema, llegó a la conclusión de que las vacunas estaban relacionadas con el autismo, alergias y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad.
Bajo esta postura, logró dar con un pediatra que le permitió omitir las vacunas con sus niñas, hecho que no obstante traería severas consecuencias en el futuro.
“Mis tres hijas se enfermaron con rotavirus, una forma de diarrea potencialmente peligrosa que pudo haber sido prevenida fácilmente si es que las hubiese vacunado”, señaló.
“Fui absorbida en la cultura antivacuna y secretamente me veía a mí misma como un ser superior ante los demás. Los padres que vacunaban a sus hijos no tenían mis habilidades especiales para investigar. En lo que a mí respecta, ellos no se lo cuestionaron y sólo eran ovejas siguiendo al rebaño”, agregó.
“Hablando de rebaño, sabía que la gran reducción en las enfermedades tenían mucho que ver con las vacunas clínicas. Sólo pensé: dejemos que alguien más tome el riesgo de la vacuna”, sostuvo.
“Era un pensamiento bastante egoísta porque tenía lo mejor de ambos mundos. Sabía que mis hijas tenían un bajo riesgo de contraer una enfermedad prevenible por vacunación, precisamente porque las vacunas son efectivas. Tenía fe en la inmunidad de grupo mientras cuestionaba su propia existencia. Aunque no lo admitiría, especialmente a mi mejor amiga, con quien compartía mi postura de anti-vacunas, tenía sentimientos encontrados”, precisó.
Fue en marzo de 2015 cuando las niñas contrajeron el rotavirus. “Jamás olvidaré la mirada de miedo en los rostros de mis hijas mientras sufrían intensos cuadros de dolor y diarrea que se extendieron por tres semanas”, indicó Kristen, asegurando que esto le sirvió para darse cuenta de que incluso viviendo en una población con altos índices de vacunas, eran vulnerables. “Afortunadamente, lo superaron con una combinación de descanso y rehidratación”, añadió.
Luego de que las niñas se enfermaran con el peligroso virus, y posteriormente se les rechazara la solicitud de ingreso a un colegio debido a que no estaban vacunadas, Kristen comenzó a cuestionarse si valía la pena luchar por algo de lo que “ni siquiera estaba completamente segura”.
Fue así como comenzó a leer e interiorizarse sobre el tema, dejando de lado sus ideas pre-concebidas. Cambió de pediatras y accedió a vacunar a las niñas. “Tristemente, perdí a mi mejor amiga. Cuando le conté que había cambiado de opinión, hubo un sentimiento de tensión. Nuestra relación no terminó de inmediato, pero a partir de ahí comenzó a decaer. Quizás ella sintió que la estaba juzgando”, puntualizó.
Junto con asegurar que hoy en día está muy orgullosa por la decisión que tomó, comentó que siente mucha frustración por la cantidad de desinformación que encontró al respecto.
“Pero al final me siento agradecida, por el bien de Natasha, Áine y Lena, porque fui capaz de volver a evaluar mi posición y aceptar la información que se basa en evidencia científica bien establecida”, contó.
“Si puedo lograr que un antivacunas lo piense dos veces, habrá valido la pena”, reflexionó.