Las clínicas de fertilidad en el Perú ofrecen múltiples alternativas para quienes tienen dificultades para ser padres. El costo de una fecundación in vitro parte de US$ 3.500.
Por Antonio Ojeda, Lima. “Esta tarde voy a operar a una paciente de 45 años a la que le he realizado un procedimiento de fertilidad in vitro”, comenta sin ocultar su satisfacción el doctor Jaime Seminario, ginecoobstetra especializado en medicina reproductiva, director del Instituto de Medicina Reproductiva de la Clínica Ricardo Palma. “Ella y su esposo son la pareja más feliz. Es su primer hijo”, añade.
Ex-presidente de la Sociedad de Fertilidad del Perú, Seminario se inició en esta área tres décadas atrás. Entonces, entre 1985 y 1990, las mujeres acudían más jóvenes a consulta. No trabajaban ni hacían maestrías, más bien trataban de salir embarazadas más temprano, recuerda. “Hoy las que trabajan y se dedican a triunfar, cuando buscan el embarazo tienen 35, 38, 40 años, y para entonces la calidad de sus óvulos es inferior”. La situación empeora si además presentan enfermedades como endometriosis (mal que daña las trompas y el ambiente de la pelvis), las cuales progresan a medida que pasan los años y, en consecuencia, disminuye aún más la fertilidad.
Antes, a una paciente de 37 años con problemas de fertilidad, la operaban, le arreglaban las trompas. Hoy le hacen este planteamiento: “Si te opero e iniciamos el procedimiento para buscar tu embarazo, pueden pasar dos años, y para entonces la calidad de tus óvulos habrá disminuido. En cambio, con una fertilización in vitro, en un mes vas a tener una posibilidad de éxito entre el 40% y 50%”.
Ello tiene un costo que oscila entre US$ 3.500 y US$ 4.400, según el director del Instituto de Medicina Reproductiva de la Clínica Ricardo Palma. En el proceso se une el óvulo con el espermatozoide en el laboratorio para conseguir un embrión de buena calidad que será luego colocado en el útero.
“Antes transferíamos tres o cuatro embriones. La tendencia actual es uno debidamente estudiado, un embrión cromosómicamente sano, para que la pareja tenga un hijo, no mellizos; esto último traía graves complicaciones, pues se trata de pacientes con problemas de fertilidad, ya mayores, a las que los embarazos se les pueden complicar”, dice.
Mamás solteras
La demanda de congelación de óvulos, por otro lado, ha aumentado, y quien lo solicita es la mujer que trabaja, con capacidad para sufragar su costo: de US$ 3.800 a US$ 4.100. En lo que respecta al perfil de esta mujer en general no tiene pareja, y opta por asegurar su fertilidad. Además comienza a congelar sus óvulos a partir de los 34 años.
Otra solución a los problemas de fertilidad es la donación de óvulos. En el Instituto de Medicina Reproductiva de la Clínica Ricardo Palma, el 30% de los procedimientos de fertilización in vitro son a través de las donaciones.
“Muchas pacientes dicen: ‘Yo no quiero donante, quiero los míos’. Pero a los 40 años ya no me sirven. Si los hubiesen guardado cuando tenían 30, todo sería diferente. Este mensaje ha comenzado a calar”, comenta el Dr. Luis Ernesto Escudero, ginecoobstetra que se especializó en fertilidad en el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI).
El IVI –precisa Escudero– solo en su sede en Valencia, España, realiza unos 5.000 tratamientos al año. En el Perú, sumando todos los centros especializados, 3.000.
Negocio fértil
Especialista que ve a pacientes de médicos que no obtuvieron el resultado esperado, el Dr. Escudero reconoce que los casos más complicados son los de mujeres que se embarazan y abortan.
“Son clientes que debes tratar desde diferentes ángulos. Se trata de personas que tienen que confiar en tu tratamiento después de haber pasado por médicos que no hicieron las cosas como debían, y en quienes confiaron”, explica.
Esta realidad lo ha llevado a apostar por una alternativa propia. Con una inversión de unos US$ 3 millones, Escudero, junto con tres colegas, prevé inaugurar en breve Inmater. Tiene un proyecto similar en Tacna, donde llevan meses generando un mercado. Escudero y sus colegas apuntan a un púbico exclusivo.
El doctor Javier Noriega estaba naciendo mientras su padre, Dr. Luis Noriega Hoces, daba a luz al hoy Grupo Pranor, dueño de la cadena de centros de fertilidad asistida Concebir, hace treinta años.
Se trata de una compañía hoy con 11 sedes en Lima y 4 en provincias, que ha comenzado a establecer alianzas estratégicas con sus propios médicos. Aquellos que cuentan con un grupo interesante de pacientes y aspiran a crecer, abren sus propios centros de atención como sedes de Concebir. Una especie de franquicia, a decir del gerente general adjunto del Grupo Pranor, la cual se rige por un protocolo. De esta manera han abierto sus recientes locales de San Juan de Miraflores y Santa Anita.
Está claro: se trata de un negocio muy fértil.