La autora japonesa Marie Kondo propone la liberación de objetos guardados en el fondo del placard con una idea simple: "dejar ir".
Desde los cinco años, la japonesa Marie Kondo se dedicó a mirar revistas y a ordenar los cuartos de sus hermanos; prolija, precisa y paciente llegó a convertir esa obsesión en un método de organización de espacios, llamado KonMari, que es furor en internet con el correlato en su primer libro, "La magia del orden", un best seller internacional.
La clave "mágica" de Kondo, de 30 años, es que "poner en orden tu casa o espacio vital afecta positivamente todos los demás aspectos de tu vida" y con ese mantra, desde los 19 años, tiene tantos clientes que para contar con sus servicios de experta, la demora es de medio año.
Ante esto, decidió escribir su primer libro -el primero de cuatro que se publica en la Argentina- que se lanzó en el país asiático en enero de 2011 y años más tarde la catapultó al éxito internacional, con miles de seguidores en las redes que emulan su método.
Siempre contrariando al famoso "efecto rebote" (término muy usado en dietas) y en el que ninguno de sus alumnos o clientes cayó, Kondo inicia su biblia -que ya vendió más de dos millones de ejemplares- donde explica las herramientas más claras de su método: "desechar y organizar por completo y de un tirón". Y tranquiliza: "tras haber dedicado más del 80% de mi vida a este tema, yo sé que la organización también transformará tu vida".
Así, la experta nipona arenga a cambiar el enfoque y ponerse manos a la obra, porque, desordenar es un acto instintivo "reflejo de una mente caótica", en tanto que organizar "es un acto físico".
Pero antes, Kondo cuenta las insólitas respuestas de sus alumnos tras terminar el curso de orden y limpieza: algunos renunciaron a su trabajo y abrieron sus propios negocios, otros se divorciaron, están aquellos que incrementaron sus ventas, los que se llevan mejor con sus parejas, e incluso, quienes lograron bajar de peso.
Con su sistema con el que pretende romper el "círculo vicioso del desorden" no sólo enseña cómo almacenar de forma que los objetos sean más fáciles de localizar, sino también que desordenar sea más complicado e "identificar aquello que realmente nos emociona se vuelve más fácil".
El método empieza con arrancar de raíz el desorden: "si organizas un poco cada día, nunca acabarás" y sigue con "decidir si tirar algo o no y dónde ponerlo, si puedes hacer estas dos cosas alcanzarás la perfección (...) cuando tu habitación está limpia y ordenada no te queda más opción que examinar tu estado interior".
Tras diez años de carrera, cientos de revistas y libros comprados dedicados al orden, visita Occidente para conocer las casas, miles de alumnos y cientos de conferencias sobre el desarrollo de su método. Marie es una pragmática implacable y denuesta con elegancia el arte de almacenar porque "la organización tiene que empezar con la eliminación. Necesitamos ejercer el autocontrol y resistirnos de guardar nuestras cosas hasta que hayamos terminado de identificar lo que en verdad queremos y necesitamos conservar".
Esta oda al orden se rige por un concreto principio: eliminar y decidir dónde guardar el resto. Para ella, el sentido tanto de desechar como de conservar cosas es "ser feliz". Por eso, subraya, hay que "escoger lo que queremos guardar, no lo que queremos tirar".
"Cuando tiro cosas, les doy las gracias antes de deshacerme de ellas, pues no se trata únicamente de desecharlas, sino de reconocer la labor que han desempeñado en la vida de cada uno", reflexiona y aclara que "dar algo que tú no puedes usar a alguien es una excelente idea".
Para esta tokiota tiradora compulsiva, que sostiene que al acondicionar el hogar también se pone en orden otros asuntos y que hay que ordenar por categorías, no por ubicación; visualizar el hogar deseado y empezar primero con la ropa, luego libros, papeles, objetos varios y, por último, los objetos más sentimentales.
Marie propone un "diálogo interno entre el dueño y sus posesiones" y el criterio para conservar algo es que "debemos sentir felicidad cuando lo tocamos", pero ante la duda, aclara: "revalúa el papel que desempeña en tu vida". Ella propone la liberación de objetos guardados en el fondo del placard con una idea simple: "dejar ir".
Algunas de sus recomendaciones sorprenden a lectores que en muchos casos confiesan que su método es "muy japonés", ya que una sociedad como la nipona, en la que las casas tienen un tamaño medio reducido, el apego a lo material no está muy extendido.
Lo cierto es que Kondo es una abanderada de la austeridad. Y en cada página de su libro sostiene -con ejemplos- que menos es más, que es necesario sacar el exceso (regalando, tirando, reciclando o donando) y hay que reducir las posesiones hasta que un "clic" suene en la cabeza, indicador de la cantidad necesaria de cosas para vivir cómodo y feliz. Y de ese lugar nunca se vuelve. No hay rebote.
Con detalles sobre cada ítem, la autora rebate tabúes como desechar objetos en buen estado, enseña formas de guardado y secretos para "vigorizar" el guardarropa, explica cómo organizar la biblioteca -"procura tener 30 libros a la vez, tienen su momento", escribe- aconseja tirar "todos" los papeles del hogar; aboga por conservar las cosas porque "las amas, no sólo porque sí" y por quedarse con aquellas fotografías que inspiren alegría.
"El verdadero problema es que tenemos mucho más de lo que necesitamos y queremos. Cuando aprendes a elegir tus posesiones de modo adecuado, sólo te quedarás con lo que cabe perfectamente en el espacio que cuentas. Esa es la verdadera magia de la organización", escribe en este libro publicado por Aguilar.
Con historias de alumnos y clientes y con un estilo espartano donde brota calidez, el método KonMari sirve para liberarse de esa maldición silenciosa de los objetos inanimados que sea por cierta funcionalidad o sentimentalismo, siguen ahí. Es, en esos casos, donde la japonesa aparece para brindar cierta claridad, ofrecer un envión y sacudir de la quietud a acumuladores, desordenados, caóticos y desesperanzados.