Los municipios tolimenses, unidos por este personaje, atesoran aguas termales, plazas cargadas de historia y miradores naturales
Las voces veteranas del Tolima cuentan que un hombre con cabello largo, uñas largas y ojos brillantes se pasea a orillas del río fumando tabaco. El Mohán vive, tal vez, en una caverna profunda donde esconde a las mujeres que sorprende mientras lavan en las riberas.
La leyenda, que permanece indeleble al paso del tiempo, recorre los pueblos tolimenses y los une alrededor de aquel brujo del agua que también es capaz de regular las crecientes, enredar las atarrayas de los pescadores, voltear canoas y sumergir a los navegantes.
Siguiéndole los pasos al Mohán, los visitantes pueden iniciar un recorrido legendario en el corazón del departamento del Tolima, Ibagué. Además de su atractivo musical, la ciudad del bambuco atesora lugares naturales como el parque La Martinica, ubicado en los cerros. Desde ahí se obtiene una de las mejores panorámicas de la urbe y su nevado.
Más adelante, en el cerro Pan de Azúcar, se encuentra uno de los miradores religiosos más visitados. Es el punto de clausura de las peregrinaciones que se llevan a cabo en Semana Santa y que culminan al pie de la estatua de la Virgen María. Y para terminar de apreciar las tierras ibaguereñas desde las alturas, la próxima parada es el cañón del Combeima, donde se pueden observar venados, armadillos, dantas y osos de anteojos.
A 26 kilómetros de Ibagué, Alvarado recibe a los foráneos con arroz, el principal cultivo de las fincas agroturísticas que ofrecen travesías por los campos a bordo de jeeps. La hacienda La Guaira, una de las más conocidas y declarada Parque Nacional del Arroz, alberga los museos del arado y el molino y organiza paseos a caballo por la zona.
Luego de conocer este proceso se llega a los municipios Venadillo, Lérida y Mariquita, que prenden la fiesta todos los años en el mes de junio con motivo del Festival de San Juan y San Pedro. Además comparten la naturalidad de sus aguas termales ricas en oxígeno y con propiedades medicinales.
El fin de la ruta es Honda, donde se cree que el Mohán vive en las moyas de Caracolí y en las cuevas de los peñorales del Salto. En tierra firme algunos de los atractivos imperdibles son la plaza de mercado, la catedral Alto de Rosario, la estación del ferrocarril y las calles de Las Trampas y El Remolino, que aún conservan los vestigios de la Colonia y hacen honor al título de Pueblo Patrimonio. Lo importante en esta aventura es cargar siempre un tabaco en la mochila, por si llega el Mohán.