En 1992 la Oficina Europea de Patentes rompió un tabú al registrar la primera patente para ratones criados solo para la investigación del cáncer. Hoy hay cientos de ellas.
El 13 de mayo de 1992 fue un día celebrado por el mundo científico: la Oficina Europea de Patentes (OEP), con sede en Múnich, concedió, por primera vez, una patente a investigadores de la Universidad de Harvard para la "creación” de un "oncorratón”, el primer mamífero exclusivamente producido para servir como conejillo de Indias en el estudio del cáncer humano.
Los investigadores adelantaban importantes pasos en el tratamiento de cáncer de mama y dicho ratón era su mejor instrumento, porque desarrollaba tumores prematuros, una ventaja a la hora de comprender el surgimiento y crecimiento de células cancerosas.
Unas 300 organizaciones se aliaron para tratar de impedir el registro de dicha patente, aduciendo cuestiones éticas, religiosas, ambientales, de derechos de los animales y hasta de producción agrícola.
Cientos de patentes
Pero el interés de los investigadores y las empresas de investigación vencieron las preocupaciones. En la investigación médica, no hubo mayor oposición a las patentes de animales u organismos genéticamente modificados.
Hoy, las patentes de organismos vivos, plantas y animales genéticamente modificados es una práctica común. Desde entonces, la OEP ha concedido más de 500 patentes a ratones, ratas, gatos, perros, ganado, cerdos, caballos, ovejas y otros animales. También técnicas para el tratamiento de células y genes han sido patentadas.
En el caso de los "oncorratones", estos son manipulados de tal forma que desarrollan una predisposición al cáncer. En otros casos, se desarrollan o ensayan medicamentos contra la epilepsia o enfermedades del sistema inmunológico
La investigación sobre Alzheimer, por ejemplo, utiliza genes especiales de ratones. A chimpancés les son inyectadas piezas de ADN de insectos en el genoma con el objetivo de conocer su reacción y probar si sirve para desarrollar medicamentos.
Si bien la investigación con "oncorratones” no tuvo el éxito esperado, en Alemania el mercado de los animales para la experimentación se triplicó en solo diez años: solo en 2015, más de un millón de animales modificados genéticamente se utilizaron en pruebas.
Plantas y animales de granja
Si bien la OEP ha demostrado en el campo de la medicina cierta apertura, es reacia a expedir patentes para la producción de animales o plantas con fines comerciales, como ganado, por ejemplo. Y las 200 patentes de semillas aceptadas se limitan a la reproducción convencional. Los críticos de la producción de semillas modificadas genéticamente advierten sobre los riesgos de la formación de monopolios agrícolas e industriales que ya están convirtiendo a los campesinos en dependientes de sus empresas, como en el caso de India, pudiendo además, dictar los precios mundiales de los alimentos.