Por Laura Tabares, directora ejecutiva de Intuic.
El Día Internacional de la Mujer está más relacionado con la militancia que con el marketing rosa. Conmemora la manifestación por el derecho al voto de las mujeres rusas de la antigua Petrogrado en 1917. Y otra marcha, la de 1908 en Nueva York, en la que un grupo numeroso de mujeres se alzó para pedir mejores condiciones laborales y un salario igual al de sus colegas hombres. Por eso celebramos felices cada 8 de marzo, porque es un día para homenajear la fuerza ejemplar de las conquistas femeninas.
Pero el de este año fue especial, porque su influjo no termina el día ocho de marzo sino que se prolonga durante el mes y todos los meses que quedan del 2021. Durante la pandemia, las mujeres perdieron sus puestos de trabajo más que los hombres. Las que lo conservaron tuvieron que enfrentar el desafío doble de repartirse entre su profesión y las tareas del hogar y la familia, que todavía recaen más sobre ellas que sobre los hombres de la casa. Y sin embargo, paradójicamente, el año pasado consagró nuestra manera de hacer las cosas; la capacidad que las mujeres tienen para atender las necesidades de otros además de las propias, su conciencia comunitaria, un estilo humanista que pone el foco en las habilidades, en la comunicación y en la empatía. Todo esto que constituye un liderazgo nuevo y efectivo, el que necesitamos para reconstruirnos.
El tema del 2021 es el papel decisivo del liderazgo femenino en la construcción de un mundo más equitativo post-Covid. Será un homenaje al fabuloso desempeño de los gobiernos femeninos en el manejo de la crisis, pero también a la gestión femenina en las empresas, en su comunidad, en su casa, en su familia. Es un homenaje y la celebración del triunfo de esas mujeres que siguen superando el reto de la pandemia, que ha sido la oportunidad para hacer visible lo invisible; donde aún seguimos teniendo una falta de equidad en la repartición de responsabilidades familiares y domésticas y al mismo tiempo seguimos trabajando y cambiando el concepto del verdadero liderazgo femenino, ese que todavía es incómodo para algunos. Este 2021 es el año donde las mujeres y la brecha de género se hacen más visibles, lo cual me emociona porque no se puede dar solución a un problema que no se reconoce.
Un estudio de McKinsey advierte que no podemos correr el riesgo de quedarnos sin mujeres en los equipos de trabajo del futuro. Entre los motivos que argumenta, dice que las mujeres:
- Son más lucrativas: una empresa que tiene mujeres en su junta directiva puede llegar a ganar hasta 50% más.
- Impactan positivamente en la cultura de la empresa: las mujeres fomentan la diversidad de equipos, tanto de género como interracial. La diversidad también impacta a favor del desempeño de equipo: las organizaciones que tienen perspectivas variadas son más innovadoras, resuelven los problemas más creativamente, se recuperan mejor de los fracasos y pueden transformar un desafío en una oportunidad.
- Las mujeres son las mejores aliadas de las mujeres: un estudio de Harvard Business Review subraya que las mujeres que cuentan con un círculo estrecho de contactos femeninos encuentran mejores trabajos, en puestos más altos y mejor pagos. Porque las mujeres nos apoyamos entre nosotras para enfrentar los obstáculos.
Eleanor Roosevelt dijo: “Las mujeres somos como saquitos de té. Desconocemos nuestra fuerza hasta que estamos en agua caliente”. El 2020 fue un año muy exigente para las mujeres, pero 2021 va a consagrar nuestra fuerza. Porque simplemente hicimos lo que tocaba hacer y entregamos los resultados que requería la situación. Porque nos reinventamos. Y porque, final y felizmente, nunca es demasiado tarde para reconocer las virtudes de un liderazgo centrado en las personas como lo hacemos naturalmente las mujeres.