Las personas pueden presentar un aumento de una proteína en el ojo que traería trastornos visuales.
Un nuevo estudio, publicado este mes en Movement Disorders, revela un biomarcador en la retina que podría ayudar en la detección de la enfermedad de Parkinson. El trabajo, llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Alicante (UA) y de varias instituciones estadounidenses, se enmarca en un proyecto financiado por la Fundación Michael J. Fox.
La investigación se ha realizado con retinas de pacientes de párkinson fallecidos, donadas al Instituto de Investigación de Salud Sun Banner, de Arizona (EE.UU.), un centro dedicado a esta patología y a la enfermedad de Alzheimer, y enviadas a la UA para ser estudiadas por Nicolás Cuenca e Isabel Ortuño Lizarán.
Cuenca y Ortuño Lizarán explican que han estudiado en concreto la proteína alfa-sinucleína porque es una de las principales marcas patológicas que se analizan para determinar si se padece párkinson, un trastorno neurodegenerativo que afecta a entre siete y diez millones de personas en el mundo.
Los pacientes presentan en el cerebro como signo característico una acumulación de la citada proteína que forma una estructura llamada cuerpos de Lewy, cuyo número va aumentando conforme la enfermedad avanza.
La retina supone un modelo ideal para estudiar párkinson, alzhéimer y esclerosis múltiple al ser una prolongación del cerebro y formar parte del sistema nervioso central
Cuenca y Ortuño Lizarán destacan que la trascendencia científica del trabajo estriba en que, por primera vez, han identificado cuerpos de Lewy en retinas de personas con párkinson. Ese resultado es fruto del estudio de las retinas remitidas por el Banner Sun de pacientes postmortem enfermos, cuyos datos clínicos y de anatomía patológica del cerebro están recopilados en ese instituto estadounidense.
Además, los investigadores han encontrado una correlación: cuanto mayor cantidad de alfa-sinucleína hay en la retina, más alteraciones del tipo motor y clínico del párkinson se producen, lo que significa que la enfermedad está en un estadio mayor de gravedad.
Ambos científicos resaltan que la retina supone un modelo ideal para estudiar párkinson, alzhéimer y esclerosis múltiple al ser una prolongación de este complejo órgano y formar parte del sistema nervioso central.
Biomarcador temprano
La acumulación de esta proteína en la retina formando cuerpos de Lewy es similar a la que se encuentra en el cerebro en la enfermedad, resume Cuenca. "Por eso creemos que la alfa-sinucleína es un buen biomarcador, ya que puede evidenciar el grado de severidad y refleja de alguna manera lo que está pasando en el cerebro", señala.
Ortuño Lizarán precisa que en la actualidad no existe una técnica aplicada en medicina que permita detectar la alfa-sinucleína en la retina de una persona viva. Un segundo hallazgo es que esta proteína no solo aparece en los pacientes diagnosticados con párkinson, sino también en algunos que no presentaban sus síntomas motores habituales (temblores y lentitud del movimiento) pero sí que tenían ya el cerebro afectado por esta enfermedad.
"Esto indica que la alfa-sinucleína puede ser también un biomarcador temprano", por lo que podría ayudar en su detección antes de aparezcan los síntomas clínicos de la enfermedad, apunta la investigadora de la UA.
Una vertiente de esta investigación no recogida en la revista Movement Disorders es que han comprobado que, además de la acumulación de la proteína alfa-sinucleína, en la retina se observa otro proceso relevante que ocurre en el cerebro de los pacientes: la muerte de células dopaminérgicas (se hallan en ambos órganos).
El párkinson se caracteriza por la degeneración de las neuronas doparminégicas, las cuales liberan dopamina, un neurotransmisor clave para la función motora, y las personas que sufren esta enfermedad a menudo experimentan trastornos visuales.