Aunque en el país norteamericano se mezclan infinidad de orígenes, la realidad es más compleja de lo que aparenta a simple vista.
A Santiago Ventura Morales, un indígena oaxaqueño que vive en Oregon, lo habían encontrado culpable de homicidio, pero el veredicto se basó en que durante todo el juicio el mixteco guardó silencio y mantuvo la vista al piso en la corte, sin que su traductor legal, de español a inglés, lograra explicar nada al tribunal.
Casi cinco años después, una abogada inmigrante de Guatemala, Claudia Smith, encontró quien tradujera del mixteco al inglés, pero no sólo en idioma, sino también con una interpretación cultural.
“Santiago no habló y no le vio a usted a los ojos, señor juez, porque ésa es una muestra de respeto en su cultura, no porque acepte culpabilidad”, explicó la joven traductora.
El caso fue reabierto y con la interpretación correcta las autoridades resolvieron el homicidio y exoneraron a Santiago Ventura, quien décadas después todavía vive en Oregon.
Su caso, sin embargo, sentó un precedente para que en los estados de Oregon y California, donde viven decenas de miles de inmigrantes indígenas oaxaqueños, las cortes concedan y busquen interpretación entre el español, inglés, mixteco, zapoteco, triqui y amuzco.
Al hablar sobre el caso para Excélsior, un dirigente mixteco en San Diego, José González, opinó que las expresiones racistas que exigen que en Estados Unidos se hable un sólo idioma se basan en ignorancia.
“La Constitución del Estado de California, la original, fue redactada e impresa en español”, platicó González, quien a menudo trabaja como intérprete en las cortes y como coordinador entre comunidades.
Algunas personas se refieren a la diversidad cultural estadunidense como “el tazón de la ensalada”, donde se mezclan infinidad de orígenes. Pero, de acuerdo con González, la realidad es más diversa de lo que aparenta a simple vista.
En California, por ejemplo, hay generaciones de estadunidenses hijos de inmigrantes oaxaqueños que conservan las culturas de sus padres, hablan inglés y mixteco o zapoteco, sin hablar español; otros solamente inglés o español, y otros, incluso nacidos en Estados Unidos todavía pequeños, hablan la lengua materna de los pueblos indígenas de sus padres.
Las circunstancias culturales de cualquier otra comunidad inmigrante tienen algunas variantes, pero no son distintas a las de las comunidades indígenas oaxaqueñas o de Jalisco o Nayarit.
El español es más notable porque actualmente en Estados Unidos hablan ese idioma por lo menos 48 millones 600 mil personas, y según la Oficina del Censo, para el año 2060 los latinos van a ser el grupo demográfico más grande en el país y mantendrán el uso cotidiano del español.
En parte, desde la fundación del país ha sido así. En las trece colonias que se independizaron del imperio inglés en la región noreste de lo que hoy es Estados Unidos, los colonos, por ser sometidos de los británicos, hablaban inglés, pero con igual proporción hablaban holandés, alemán o francés.
Luego redactaron la Constitución en inglés porque era el idioma que más comúnmente hablaban, pero el documento reconoció la diversidad cultural al no establecer como oficial en ninguna de sus cláusulas al inglés.
José González, quien vive en Oceanside, casi en el condado de Orange, opinó que pareciera que desde que el presidente Donald Trump ocupa el cargo hay más muestras de racismo y discriminación con base en diferencias de idiomas, pero “no es que haya más racismo, es que hay más teléfonos inteligentes dispuestos a filmarlos y a presentar esos incidentes en redes sociales”.
Más bien, porque la administración Trump insiste en imponer medidas antiinmigrantes y respalda el argumento supremacista de que en el país debe prevalecer una “cultura blanca”, hay más personas que reaccionan a incidentes de racismo o discriminación por el lenguaje.
En un caso reciente, un abogado de Nueva York, Aaron Scholssberg, exigió que los empleados de una cafetería dejaran de hablar entre sí en español, que sólo hablaran inglés y amenazó al gerente del lugar con llamar a la oficina de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) para que realizara una redada.
El incidente se conoció porque las jóvenes empleadas discriminadas subieron el video a redes sociales y la respuesta fue inmensa.
Al abogado lo corrieron de la firma donde trabajaba –y donde por cierto se anunciaba como fluido en español–, lo corrieron del departamento donde vivía, después de que cientos de personas de múltiples descendencias le llevaron mariachis; quienes más protestaban eran blancos o anglosajones, y hasta un restaurante chino mandó bandejas con tacos a los manifestantes.
“Esto es porque hay más celulares a la mano y la accesibilidad instantánea en redes sociales”, explicó González. “Las muestras de racismo por nuestro idioma siempre han estado; aquí en California eran muy comunes en los años noventa, con la gubernatura de Pete Wilson, y eso es respecto a gobiernos, a la parte oficial, pero cuando nos reunimos en grupos indígenas para platicar sobre estos temas, nos damos cuenta de que, a nivel personal, es muy común que la gente piense que, si hablamos y no entienden, hablamos de ellos”, explicó.
Finalmente, opinó que habría que tener actitudes más amistosas, aunque con las políticas del presidente Donald Trump es un poco más difícil, porque separan y confrontan a la gente.