Por Guillermo Bilancio, académico de la Escuela de Negocios UAI.
Desde fines de los años 50 y comienzo de los 60, el Planeamiento Estratégico ha sido el tema más sofisticado del management. Mintzberg, Ansoff, Drucker, Ackoff, Porter, entre otros académicos y “gurúes”, han buscado delinear los conceptos de la planificación estratégica, en tanto que otros autores trabajaron intensamente en una instancia superadora del proceso de planeamiento, considerando un contexto de turbulencia manejable que dio la denominación de “estratégico”.
¿Por qué? Tal vez porque era una manera de acercarse al concepto de estrategia. Tal vez porque era la fantasía de controlar el futuro. En realidad, hablar de planeamiento estratégico implica un término atractivo pero conceptualmente vacío.
Veamos:
La estrategia tiene que ver con el descubrimiento, con la exploración, con las ideas.
Esa estrategia está directamente relacionada con la resolución del conflicto, que tiene directamente que ver con los valores de quien decide y que tiene como salida la Misión.
El Planeamiento, en cambio, tiene su punto de partida una vez resuelto el conflicto, es decir, debe partir necesariamente de una Misión, ya que el planeamiento no se apoya en valores, sino en método. Es decir, sin Misión el planeamiento no tiene sentido.
Si la estrategia explora y lidera las ideas, el Planeamiento relaciona, conecta y coordina el proceso de “ligar” las ideas con la acción. En definitiva, el planeamiento debe convertir la Misión en procedimientos que presciban comportamientos coordinados.
En consecuencia, la estrategia explora, el planeamiento relaciona y la operación aplica, por lo que no podemos hablar de planeamiento estratégico, gestión estratégica u operaciones estratégicas. Sería una falacia grave.
El planeamiento estratégico se presentó como una herramienta para pensar el futuro, pero debemos coincidir que el planeamiento rara vez hace algo más que proyectar el presente al futuro, ya que se da en un espacio de ajuste de recursos y capacidades para conectar una idea de futuro con la ejecución concreta.
Esa idea que se da en el ámbito de la estrategia se maneja en un estadío de valores, de lenguaje nominal, flojo y desestructurado. Ese casualmente es el estadío que permite traer el futuro al presente.
La estrategia es existencial, es el input del planeamiento. La estrategia lidera las ideas y el planeamiento las conecta con la acción. Por eso el planeamiento no es estratégico, aunque suene con cierto glamour “old fashioned”.
Hablemos de Estrategia y Planeamiento, reconociendo que son dos dimensiones de pensamiento diferentes, con lenguajes diferentes, con estructuras diferentes. Eso nos ayudará a darnos cuenta y mejorar el arte de dirigir.