Por Cristian Briones, director rjecutivo de Human Performance Institute (HPI).

Cuando se conversa con ejecutivos de diversas industrias y tamaños de empresas, es normal que la mayoría de ellos plantean que el foco de su gestión está en la orientación al cliente. Esto no solo es una señal de compromiso social, sino también la certeza que un cliente satisfecho generarentabilidad, repetición de compra y menores costos de captación.

Sin embargo, brindar un servicio de primer nivel o desarrollar un enfoque a los clientes sin considerar a los trabajadores, que son quienes deben generar el valor que se busca, es por decir lo menos, ingenuo. El inicio de todo ambiente de trabajo productivo y saludable, la construcción de propuestas creativas, de identificación con la empresa, inevitablemente empieza por la relación que la empresa genera con sus propios trabajadores.

Para facilitar la toma de medidas proactivas en la identificación de situaciones que se relacionen con el entorno laboral, y que puedan afecten negativamente el bienestar y la salud (física, psíquica y/o social) del trabajador, existe el “Protocolo de Vigilancia de Riesgos Psicosociales”, que desde el año 2015 es obligación en las empresas del país, y que se implementa por medio de una encuesta estandarizada que identifica factores de riesgo en los comportamientos y cultura de la empresa.

Por ejemplo, un factor de riesgo es aquella instancia que puede llegar a provocar un daño, patología o lesión, sea física o sicológica en los trabajadores, y que tenga su origen en el entorno o las prácticas laborales. La exposición prolongada a estos factores de riesgo puede dañar seriamente la salud de los trabajadores, afectando su calidad de vida y tener efectos en la labor productiva por aumento de licencias médicas, desmotivación, aumento en la rotación, sabotajes a las decisiones de la empresa, mala calidad de atención a los clientes y otros que se originan en problemas psicosociales, que normalmente son de solución fácil y barata.

Es muy relevante considerar que, en la implementación del instrumento, se busca medir condiciones globales que afecten a las personas en una determinada organización y no consideraciones particulares que afecten a tal o cual persona.

La aplicación de la evaluación es muy sencilla y puede ser auto gestionada, pero el real valor de la misma está en realizarla de la mano de empresas especialistas que han desarrollado aplicaciones de auto gestión para su implementación, y que además entregan ideas de acciones que puedan aportar a la dirección de la empresa en la introducción de medidas correctivas de bajo costo y alto impacto para apoyar la optimización de las áreas de mejora identificadas.

En resumen, la implementación del “Protocolo de Vigilancia de Riesgos Psicosociales” no es solo una obligación legal de las empresas, sino también un imperativo moral con los trabajadores y una obligación económica con el resultado y rentabilidad de la empresa. Es esta la oportunidad que tienen las empresas para generar un ecosistema con nuestros propios colaboradores que motive un ambiente de trabajo feliz, productivo y rentable.