Por Maribel Ramírez Coronel, Periodista en temas de economía y salud para El Economista.
Una gran preocupación que alcanzó niveles de angustia se generó en los últimos días en torno al posible futuro de la Cofepris en México. El próximo equipo va perfilando algunas decisiones que quizá sean con buenas intenciones, pero si no se hacen con sumo cuidado y con profundo conocimiento de causa pueden poner en riesgo lo avanzado en materia de regulación sanitaria en México.
Primero está el hecho de que como nuevo titular de Cofepris se va perfilando una persona sin la mínima experiencia sobre el sector; luego, que atrás de él está un excomisionado que apenas hace unos meses fue despedido de Cofepris tras ser descubierto en flagrantes actos de corrupción y, tercero, que el próximo secretario de Salud Jorge Alcocer planea el desmembramiento de la agencia reguladora para deshojarla como una alcachofa.
Todo esto hace pensar que el equipo entrante encabezado por Alcocer quizá no alcanza a percibir el rol estratégico y la destacada relevancia del óptimo funcionamiento de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).
La posición de esta agencia reguladora es fundamental no sólo en materia de vigilancia y supervisión de una enorme gama de productos y servicios relacionados con la salud de la población; su responsabilidad va mucho más allá al estar directamente vinculada al desarrollo científico y a la actividad económica de sectores que en conjunto representan 9.8% del Producto Interno Bruto. Sería importante tener claro que el peso de la Cofepris no sólo está en el ámbito de la salud sino también en el de la producción industrial de sectores donde México viene acrecentando su liderazgo exportador.
Las industrias que regula Cofepris son asunto delicado pues producen todo aquello que ingerimos, tomamos, nos untamos, nos aplicamos, inhalamos, es decir todo lo que entra de una u otra manera a nuestro organismo, y también lo que directa e indirectamente puede dañar nuestra salud. Hablamos de la producción y venta de medicamentos, dispositivos médicos, alimentos y bebidas, cosméticos, suplementos, remedios, plaguicidas, cigarros, etcétera.
La regulación adecuada de todas esas ramas industriales es directamente proporcional a su capacidad de operar equilibradamente, de ser competitivas e incluso de ser sano impulso al comercio exterior. De lo contrario, si ello no se tiene nítidamente claro, se tirará por la borda el camino andado que ha dado prestigio internacional a Cofepris, hoy reconocida como agencia de referencia por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y con liderazgo más allá de América Latina al ser miembro pleno del Esquema de Cooperación de Inspección Farmacéutica PIC/S que agrupa a las agencias reguladoras más importantes del mundo.
En los últimos días se develó que la responsabilidad de encabezar este importante organismo recaerá en José Alonso Novelo Baeza, un médico pediatra de Mérida, Yucatán, quien tiene cero conocimiento y experiencia en prevención de riesgos sanitarios y menos en política regulatoria. Desde hace semanas Novelo se presentó en Cofepris como enlace del equipo de transición y en los últimos días él mismo se hace ver como próximo titular.
Novelo Baeza se incorporó al movimiento político del PRD y Morena desde sus inicios, fue candidato a senador por la alianza PRD-PT y Movimiento Ciudadano en el 2012, pero no se ve su mérito técnico para que el doctor Alcocer lo designe como titular de Cofepris.
Más grave aún es la señal de que junto con Novelo Baeza regresaría Juan Carlos Gallaga, un militante panista retirado de tajo hace unos meses por Julio Sánchez y Tépoz de la comisión de Autorización Sanitaria, porque escondió 1600 expedientes de medicamentos para negociar con ellos por fuera pidiendo beneficios a cambio de aceptar darles registro sanitario.
El doctor Alcocer seguramente tiene positivas intenciones de mejorar a Cofepris. Sería importante que primero tome bien las riendas del sector, y ya bien ubicado dentro del terreno de juego, tome las decisiones que considere para darle mejor rumbo al sector salud que realmente sí tiene enormes necesidades. Pero también es importante que en esa búsqueda por cambiar las cosas, no comprometa la solidez de una institución como Cofepris cuyo fortalecimiento le ha costado muchos años al país.
Y otro punto vital sería aplicar los filtros adecuados de transparencia y corrupción para garantizar que su equipo de colaboradores sea de liderazgos claros y trayectoria probadamente limpia; de lo contrario los cambios pueden ir en sentido contrario de lo que se desea.