Se trata de una actividad que fomenta las cualidades de la no competitividad, de respeto a uno mismo y de aceptación. Por ello, es perfecta para demostrar que se trata de una práctica inclusiva.
Se trata del sistema de desarrollo y evolución más antiguo que existe. Una toma de conciencia realista y positiva de los potenciales y limitaciones que puede ser practicado por cualquier persona sea cual sea su cultura, edad y sus capacidades físicas y mentales.
Sol Abad, componente del grupo musical de la década de 1980 Objetivo Birmania, viajó el pasado año hasta el Himalaya donde convivió con los swamis durante dos meses para continuar instruyéndose en esta disciplina que ya practica desde hace 15 años.
La yogini ha presentado de la mano de Lenovo, empresa de nuevas tecnologías, Yoga Team, una master class en la que han participado niños y niñas, algunos de ellos con discapacidad mental, para demostrar que el yoga es una práctica inclusiva.
Según Sol Abad, los beneficios que provoca el yoga en “las personas con capacidades diferentes” son múltiples: aumenta la flexibilidad, fortalece músculos y huesos, beneficia el sistema cardiovascular, endocrino y digestivo y mejora la respiración, la concentración y el sueño.
Las posturas (asanas) “dan mayor flexibilidad y equilibrio, además de estimular los órganos, también los tonifica y los libera de bloqueos”, explica Abad.
El yoga es un soporte para la práctica de cualquier deporte que ayuda al desarrollo de las habilidades físicas y la capacidad motriz en la postura. “Esto es muy importante, porque los niños que padecen alguna discapacidad tienden a no tener la postura correcta y esto les ayuda corregirlo”, remarca.
Con esta práctica se fomenta la interacción entre alumnos mediante juegos, ayudándoles a mejorar la comunicación entre ellos y su entorno. “Esta metodología les ayuda a comprender cómo se mueven, animándoles a valorar y disfrutar de la actividad”, afirma.