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Emma Stone: “Mi trabajo es arriesgarme a la humillación”
Viernes, Febrero 3, 2017 - 10:24

Protagonista del musical “La La Land” ha mostrados sus dotes en Zombieland, Birdman y la saga The Amazing Spider-Man.

Descrita como una moderna versión de Julia Roberts, con la naturalidad de Sandra Bullock y el carisma de Meg Ryan, Emma Stone parece haber heredado el reinado de las comedias románticas en Hollywood. Y con la compañía de Ryan Gosling lo demuestra en la nueva película La La Land, donde además sorprende cantando y bailando, recuperando un estilo de cine que parecía haberse perdido desde la época de Fred Astaire y Ginger Rogers.
 
- Sandra Bullock alguna vez me dijo que hacía comedias románticas por la falta del romanticismo en su vida personal. ¿Es posible conseguir el completo balance entre el amor por la carrera profesional y el amor a nivel personal?
- Ay, Dios, no, no, la importancia del balance es enorme, pero creo que es algo que siente cualquier persona.
 
- ¿Le parece que es posible conseguir la verdadera felicidad cuando sólo se logra el éxito profesional sin tener a alguien con quien compartirlo?
- Yo creo que el balance es un tema muy importante, en cualquier carrera, entre el trabajo y los hijos y el matrimonio, o la situación que sea en la vida. Creo que es muy importante encontrar un equilibrio. Es interesante porque en el estilo de vida de los creativos hay que tener mucho amor por el trabajo, de verdad tenemos un sentimiento de amor por la profesión. Y esa clase de balance entre el amor por el trabajo y el amor en la vida es bastante interesante. Supongo que es algo muy personal, pero para mí sería muy difícil encontrarle sentido a mi vida sin tener algún elemento de los dos.
 
En la ciudad de Scottsdale, que muchos describen como una “desierta versión del South Beach de Miami”, Emma Jean Stone nació el 6 de noviembre de 1988, en la época en que los cines de Hollywood mostraban a Julia Roberts en Mystic Pizza, a Michael Keaton en Beetlejuice y a Bruce Willis en la primera versión de Die Hard. Ella, en cambio, recién tomó las primeras clases de actuación en el Teatro Juvenil de Phoenix, a los 11 años, debutando arriba del escenario con la producción The Wind in the Willows y con apenas 15 años decidió dedicarle su vida a la actuación. Es más, ella misma preparó una presentación en la computadora, con la música de Madonna y el título “Proyecto Hollywood” para convencer a sus padres de que le permitieran dejar los estudios y mudarse a Hollywood.
 
 
Mucho antes del cine, Emma Stone ya había aparecido con su famoso peinado pelirrojo en el rol de una de las hermanastras de Cenicienta en una obra de teatro. Y al mudarse con la madre a Los Ángeles, tenía ese mismo color cuando apareció cantando en la competencia de VH1 En busca de la familia Partridge (donde consiguió el rol de Laura Partridge). Por eso no es tan cierto el rumor de internet que dice que en la filmación de la película Superbad, Judd Apatow le había sugerido que cambiara por el pelirrojo que la hizo tan conocida. El nuevo cambio al rubio original surgió con la película El increíble Hombre Araña, porque su personaje de Gwen Stacy no podía confundirse con la pelirroja Mary Jane (que no apareció en el cine, aunque Shailene Woodley había filmado las escenas en ese rol... teñida de pelirrojo). Y como Emma también había filmado la segunda película, cuando protagonizó con Michael Keaton Birdman conservó el mismo color, pero volvió al pelirrojo para protagonizar en Broadway el musical de Cabaret y en cine La La Land, aunque ya había decidido volver al rubio al momento de nuestra entrevista.
 
- ¿Qué tan difíciles fueron los primeros pasos de su carrera en Hollywood, comparados con la historia de su personaje en la película “La La Land”?
- Para mí fue todo muy extraño, porque tenía 15 años y sólo podía estudiar en casa. Me la pasaba casi todo el tiempo con mi mamá. El ajuste fue muy grande. Había venido a Hollywood desde Arizona, que es bastante diferente. Pero también tenía cierta desesperación por mudarme a Nueva York, aunque sabía que tenía que estar en Los Ángeles para trabajar. Pero cuando ya tenía casi 21, me mudé a Nueva York y ahí estoy desde hace ocho años.
 
- En la realidad, ¿alguna vez vivió la experiencia de la prueba de actuación que muestra la película, donde el director de “casting” se la pasa en el teléfono y no les presta la más mínima atención a los actores?
- Definitivamente sí.
 
- ¿Son siempre así de humillantes las pruebas de “casting” en Hollywood?
- No las veo así... Pueden ser un poco humillantes, pero también nuestro trabajo a diario es arriesgarnos a la humillación. Será por eso que no tomamos tan en cuenta aquellas audiciones, donde alguien nunca nos mira o está siempre al teléfono. Pero sé que así fue la primera prueba de audición que tuvo Ryan (Gosling) cuando era adolescente. Me acuerdo más de las épocas en que no tenía ninguna audición. Esos son peores recuerdos que sentirse rechazada.
 
- ¿Nunca pensó en renunciar después de una mala prueba de “casting”?
- Totalmente, muchísimas veces. Llegué al punto de llorar en el piso, pero después me levantaba pensando en probar una vez más, un día más. Me acuerdo de una prueba que tuve para el capítulo piloto de una serie, con la directora de casting Allison Jones. Y se notaba que era como que había visto conmigo lo peor de su vida. Esos son los momentos en que me siento totalmente rechazada. Hay miradas que hablan por sí solas.
 
 
- ¿Volvió a ver a la misma directora de “casting” después de aquella mala audición?
- Sí, yo tenía 15 años y en la temporada de los capítulos pilotos de televisión tuve que verla bastante. Eso también es brutal, la temporada de pilotos, porque cuando te prueban te hacen firmar un contrato por siete años, donde te comprometen si deciden elegirte. Y cuando estás cerca de conseguirlo y al final no sale... Después de firmar el contrato, todo queda en la nada, es como tirar a la basura los siete años que habías imaginado. Pero con Allison pasó algo interesante: a los dos años de conocerla, al final de un viernes, me pidió que fuera al día siguiente para ponerme en una película que ella sentía que podía llegar a funcionar. Y resultó ser Superbad, el principio de todo, la gran razón por la que conseguí los demás trabajos. Si te fijas, todos los rechazos me llevaron por ese camino. Son piezas de un rompecabezas que se termina completando cuando miro atrás en la vida.
 
- ¿Cuánto tiempo tuvo para prepararse para las coreografías de “La La Land”?
- Tuvimos casi tres meses. Para el cine, o incluso el teatro, es muchísimo tiempo. Fue genial, porque pude tomar clases de tap y baile de salón con coreografías que también fueron cambiando a medida que yo iba mejorando. Por eso fue tan importante poder tener también el tiempo para dedicarlo. No creo que hubiera funcionado bien de otra forma.
 
- Con Ryan Gosling es la tercera película que filman juntos después de “Crazy Stupid Love” y “Gangster Squad”.
- Sí, es que es tan fácil trabajar con él... Fue muy divertido volver a trabajar juntos porque también hacía tiempo que no nos veíamos. Creo que fueron cuatro años o algo parecido. Y entre las filmaciones de Crazy Stupid Love y Gangster Squad tampoco hubo demasiado tiempo. Por eso es maravilloso hacer algo tan ambicioso como la película La La Land con alguien que conozco y en quien confío tanto.
 
- ¿Y pasaron juntos los tres meses ensayando en las clases de baile?
- En realidad, la mayor parte del tiempo nos separaron para que cada uno aprendiera por su lado. Después nos juntamos sobre el final, para aprender la coreografía y el baile de salón al mismo tiempo. Pero básicamente tuvimos que aprender solos, porque la inexperiencia nos hubiese retrasado. Y los dos quisimos extender nuestras alas individualmente. Fue muy entretenido. La parte del baile, honestamente, fue mi favorita.
 
- ¿Y lo más difícil de filmar?
- La última canción de la película, delante de los directores de casting. En cierta forma fue como Birdman, cuando solían preguntarme sobre la presión de filmar una sola toma. Pero la verdad, la presión es mucho más grande cuando tengo que filmar una escena con otras personas, porque es brutal filmar una escena larga si algo sale mal y soy la que arruina el trabajo de otros. Pero si estoy sola, no tengo problemas en decir que soy una idiota para repetir una toma, en vez de arruinarle la mejor escena a Ryan.

Autores

Fabián W. Waintal/ El Espectador