El proyecto Composcan está en fase de prototipo y se ha dado a conocer en concursos como Cleantech Challenge.
En la ciudad de México existen alrededor de 2 millones de perros, que generan cerca de 700 toneladas de heces al año, lo que se ha convertido en tema de preocupación de las autoridades sanitarias por las enfermedades que involucran. La solución que un grupo de emprendedores han propuesto es recolectarlas y producir energía con ellas.
Como parte de un proyecto académico, el biólogo Fernando Leyva, el administrador Alfredo Cuesta y el diseñador industrial Eduardo Olivares, idearon un sistema de recolección de heces caninas, las cuales depositan en un biogenerador para producir electricidad o combustible vehicular. Los especialistas bautizaron este proyecto como Composcan.
“Calculamos que hay un perro por cada siete personas en la ciudad. Un censo no oficial estima que tendremos un millón 200.000 perros, pero creemos que el dato más certero es de 2 millones, con un crecimiento de mercado –de mascotas- de 12 a 15% anual. Cada uno de ellos produce entre 500 y 600 gramos de residuos al día”, comenta Alfredo Cuesta en entrevista.
El contacto con el excremento canino puede ocasionar enfermedades como la toxocariosis, que se da cuando niños y adultos entran en contacto con las larvas de las heces. En Argentina y Costa Rica, algunos especialistas afirman que estas larvas ocasionan problemas de visión.
Eduardo Olivares indica que no se ha cuantificado el gasto público por este tipo de enfermedades. Sin embargo, “el gas metano que produce el residuo canino es importante, (ya que) es 20 veces más dañino que el CO2; la contaminación por metano es altísima. Queremos frenar que esos componentes se vayan al aire”.
Esto lo harán con un contenedor especial, en proceso de patente, para las heces, la recolección y separación de los residuos para convertirlos en gas a través de un biodigestor usado por las fuerzas armadas británicas para transformar en energía la materia fecal de los soldados.
El sistema consiste en colocar los depósitos en parques y lugares públicos con alta densidad de perros. Los dueños de las mascotas meterán las bolsas con el excremento en los botes, que tienen capacidad hasta para 20 kilos. Personal de Composcan recolectará esta materia y la llevará a los biogeneradores, ubicados según las necesidades de energía de las autoridades locales.
“Por ejemplo, se puede poner un biogenerador en la Alberca Olímpica, donde hay calderas para albercas, baños, necesidad de luz. El gobierno nos va a decir dónde los pondríamos para procesar las heces. En las delegaciones Benito Juárez y Miguel Hidalgo quieren cambiar una parte de la flota de camiones a gas –vehicular- y así financiar ese insumo a partir del residuo”.
El proyecto está en fase de prototipo y se ha dado a conocer en concursos como Cleantech Challenge. En septiembre, Composcan se constituyó como sociedad mercantil y, de acuerdo con los emprendedores, están en negociaciones para pruebas pilotos con las autoridades delegaciones, sus principales clientes, aunque no los únicos.
“Más que empresas privadas, veremos colonias o fraccionamientos con áreas verdes comunes, que tienen problemas con este tipo de contaminación y que nos han solicitado hacer algo”, indica Alfredo Cuesta. El modelo de negocio consiste en un contrato para suministro de equipo (botes y biogenedor) y otro por el servicio (recolección y generación de energía). “No podemos vender uno u otro, deben estar unidos”, agrega Olivares.
Los emprendedores subrayan el potencial de su proyecto, útil donde hay alta concentración de población perruna, como los albergues y donde el excremento es un problema, que llega a los tiraderos, generando aún más contaminación, cuando hoy la tendencia es su aprovechamiento.
Los nuevos empresarios están conscientes de que atender el problema de la contaminación por heces caninas y su debido aprovechamiento requiere de una alianza entre autoridades, sociedad y empresas relacionadas con la industria de las mascotas y que, incluso, requerirá de campañas de concientización para hacerla más efectiva.
El reto será el financiamiento que, confían, llegará a través de las delegaciones y dependencias que han mostrado interés en el proyecto, como la Procuraduría Ambiental y la Secretaría de Salud del Distrito Federal, aseguran.
“No nos hemos acercado a los fondos de inversión, tampoco nos han buscado, creo que todavía no le entienden, tal vez lo harán cuando estén las leyes secundarias –de la Reforma Energética- y vean el negocio real… Queremos mitigar este problema, sabemos que no va a hacer en uno o dos años, porque el residuo es altísimo. Se generan 700 toneladas diarias. El perro hace dos veces al día por lo menos, y mucho de este residuo se queda en el ambiente”, finaliza Alfredo Cuesta.
Fotos: Pixabay