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Emprendedores: ¿qué pasa cuando es tiempo de desacelerar?
Jueves, Junio 5, 2014 - 09:18

Luego de la venta de la startup, muchos emprendedores se encuentran en un período de cambio brusco. Es entonces cuando necesitan encontrar alternativas que les ayuden a compensar el tránsito de dedicar largas horas a un proyecto y de pronto enfocarse a algo totalmente distinto.

Cualquiera que conozca a un emprendedor de carrera sabe que a lo largo de los años ha fundado al menos una empresa y además ha participado, de una manera u otra, con mayor o menor fortuna, en buena cantidad de proyectos. Por lo general, la conversación acerca del emprendimiento gira alrededor de la disponibilidad de capitales de riesgo, de los ecosistemas que pueden brindar apoyo, y de las características que por lo general coinciden en el carácter de los emprendedores que se ven como personas innovadoras, versátiles y dedicadas en cuerpo y alma a su proyecto. 

En efecto, existen manuales, se dan conferencias y se escriben miles de páginas con la intención de ayudar a los emprendedores que inician su travesía y ayudan a tener idea de cómo conducirse en la creación de una startup. Sin embargo, poco se dice de una circunstancia que eventualmente puede llegar y que a más de uno toma desprevenido. Es el momento luego de haber vendido la compañía.

Después de pasar una temporada de trabajo intenso, de dedicación completa a un proyecto, consiguiendo uno a uno los objetivos de encontrar financiamiento, escalar la startup, hacerla más efectiva y generar retornos, de pronto resulta que las horas le sobran a los días. ¿Es este el tiempo de desacelerar?

La respuesta es personal   

Alguien que cuenta con años de experiencia en la actividad y una amplia network de emprendedores es Jon Fjeld, profesor y director ejecutivo del Centro de Emprendimiento e Innovación de la Fuqua School of Business de la Universidad de Duke. Desde su punto de vista, “aunque hay algunas maneras comunes de reaccionar, los caminos que conducen a la situación de separarse de la startup o la compañía ya más establecida pueden ser tan variados que no se puede decir que esto sea un único fenómeno, y por eso las reacciones pueden ser múltiples”. 

Jan Brinckmann, profesor de emprendimiento y estrategia en la española Esade, argumenta que efectivamente este proceso puede transitarse con “una mezcla de sentimientos, por un lado, para muchos vender el negocio a un precio muy atractivo es el objetivo que tenían desde el principio. Pero también se observa otra dinámica, es un momento difícil porque hay muchas cosas que arreglar, la estructuración de la operación, los aspectos legales, los impuestos, la cuestión del liderazgo, los recursos, entre otras”. 

A veces las historias se parecen a la de Gabriel Cid, emprendedor chileno en serie, fundador primero de la startup que dio origen a Restudio, el cual ofrece el desarrollo de soluciones basadas en tecnologías de información dimensional puesta al servicio del sector minero, e inmediatamente después se empeñó en el proyecto de Capitalizarme.com, del cual es cofundador, y que pretende irrumpir en el mercado de las propiedades inmuebles desde su plataforma online.

Cid recuenta cómo en el momento de comenzar con Restudio fue “una apuesta a ojos cerrados, porque no tenía conocimientos de la tecnología dimensional en cuestión, pero sí quería entrar en ese ámbito donde se estaban generando cambios. El cambio es oportunidad. Más que ganar dinero quería ser parte de esas transformaciones”.

La suerte de Cid y Restudio es probablemente única en su género. En relativo poco tiempo los socios de los fundadores querían comprar las acciones de estos por un precio que estos no pudieron despreciar. 

“En seis meses ya empecé a salir de la compañía, a partir de la venta de mis acciones, un negocio que fue muy positivo para ellos y para mí. Pero no tuve ningún período de quiebre en medio, porque al salir de Restudio ya tenía en mente la siguiente operación, y de inmediato me concentré en el desarrollo de Capitalizarme.cl”, dice Cid.

El “no quedarse quieto” parece una cualidad común entre emprendedores, según comentaba el emprendedor estadounidense Michael Caito, CEO de Entrepreneurs’ Organization en una entrevista concedida a AméricaEconomía. Es algo con lo que se muestra de acuerdo Cid, quien asegura que “un emprendedor de verdad no está más de una semana en casa. Más allá del capital con que se cuente o los riesgos, nos mueve la creación”. 

De todos modos, Fjeld advierte que sea cual sea la circunstancia por la cual se deja la empresa, y el proceso que comienza luego, hay un intermedio marcado por una especie de desaceleración con la cual el emprendedor tiene que lidiar. “Ninguna negociación resulta fácil, conlleva cierto nivel de adrenalina que influye en uno cuando atraviesa ese momento de venta, de cambio, cuando finalmente está completo, se experimenta una bajada, no necesariamente en el sentido negativo, pero ya el uno no está funcionando bajo esa influencia de adrenalina al mismo nivel que antes”. 

Brinckmann agrega que “para algunos son períodos emocionalmente difíciles, porque están vendiendo su creación, algo que ellos engendraron. A veces invade un sentimiento de traición, o reticencia a aceptar que la empresa tenga un nuevo dueño”.

La historia del ecuatoriano Jorge Mejía forma parte de otro grupo de posibles experiencias y aprendizajes. En la actualidad Mejía maneja cuatro empresas online dentro del holding que es Grupo Céntrico, del cual es CEO y fundador. Pero previamente fundó otras dos empresas, Multitrabajos.com y Evaluar.com. Aunque al iniciar el proceso de venta de multitrabajos, ya Mejía había creado el segundo emprendimiento, “la sensación de vender algo por lo que se ha trabajado parte de la vida es especial, diría que de sentimientos mixtos. Por un lado, de realización, porque siempre pensé en elevar mi empresa a 'las grandes ligas' y en ese sentido vender una empresa a una multinacional importante lo valida a uno como profesional de nivel. Pero también hay una cuota de sentimentalismo, es difícil desprenderse”. 

Es cuando los emprendedores atraviesan estados parecidos que Fjeld aconseja detenerse y darse tiempo a ganar perspectiva. “Yo pasé por algo semejante, no como fundador pero sí como CEO me tocó guiar el proceso de venta de una compañía en 1997. Al terminar la negociaciones el resultado fue relativamente positivo. Después tocó el momento de necesitar tomar tiempo para relajar y compartir con mi familia, de alguna manera compensando por el período durante el que trabajaba por 15 y 16 horas diarias. Desde un enfoque práctico, la familia ayuda a darse cuenta que el trabajo es un aspecto importante de la vida, pero no lo único. En todo caso, lo que sí aconsejo es que hay que planificar financieramente de antemano para este período, porque cada individuo es distinto en los tiempos que puede necesitar para encontrar el siguiente proyecto en el cual quiere involucrar su energía”.

Por su parte, Brinckmann pone énfasis en la relevancia de “contar con un círculo de apoyo en el ámbito profesional tanto como en el personal. Hablar con otros emprendedores que han vivido una experiencia semejante, con el propio equipo fundador y con los empleados que han sido asociados en la aventura. Igualmente es esencial comunicarse con la familia y los amigos. Expresar los sentimientos, las dudas y los temores, porque puede ser que la familia sólo vea el lado positivo”. 

De hecho, Mejía indica que su tránsito de un proyecto al otro fue suavizado aún más al coincidir con el nacimiento de su segunda hija.

En cambio, Gabriel Cid se refiere aún a otro aspecto del carácter de los emprendedores que puede jugarles en contra. “Los emprendedores suelen ser creativos y tienen muchas ideas, pero es importante concentrarse en un proyecto y entregarse a este por entero. Uno no debe apurarse por querer hacerlo todo a la vez”. 

Fjeld coincide en este punto, refiriendo que “cuando se explora el siguiente paso, no hay que forzar nada hasta que uno encuentra lo que de verdad lo impulsa porque vale la pena dedicarse de lleno a ese esfuerzo”. 

Finalmente, Mejía llama la atención a que son decisiones que conducen a tránsitos, a cambios, “nunca se puede saber con certeza si la decisión es la correcta, por lo tanto es normal tener dudas. Pero una vez tomada la decisión, no se puede mirar al pasado, y uno debe ser consecuente consigo mismo. En este sentido hay que conocerse uno mismo, saber qué tipo de persona somos, para dar o no un paso, en una dirección o otra”.

Autores

Jennifer P.Roig